Un artículo de Robert Hazen (Carngegie Institute) y Jesse Ausubel (Rockefeller University) publicado en American Mineralogist ha permitido sentar las bases de un catálogo de minerales raros, que no hay que confundir con los “metales raros” vitales para la industria.
Foto de portada: Mineral Nevadaita (Universidad de Nevada)
Hazen y Ausubel han hecho un trabajo enorme. Para poder inventariar los 2.550 minerales infrecuentes (“raros”) tomaron muestras de al menos cinco puntos conocidos por todo el mundo. Estos minerales son extremadamente inusuales, y en algunos casos sólo se conoce un punto del planeta donde se han encontrado. Algunas incluso apenas tienen el tamaño de una pequeña piedra, sin más en todo el globo terráqueo. Al menos por ahora. Y su estabilidad química tampoco es una promesa de permanencia: algunos son tremendamente inestables y se descomponen incluso ante la luz solar, pueden llegar incluso a evaporarse.
Pero su valor es inmenso por las oportunidades que brinda a los estudios geológicos y químicos. Cada uno de ellos tienen una serie de condicionantes y reacciones que podrían usarse como mapa deductivos para entender cómo se conformó la Tierra y los cambios que se produjeron en el subsuelo. Porque en algunos caso se trata de minerales que sólo pueden ser posibles en la Tierra. Y, nota de aclaración, su valor es incalculable, más que los metales raros (o tierras raras) que se usan en la industria y las nuevas tecnologías. Este tipo de materiales son incluso producidos a nivel industrial, pero el catálogo de Hazen y Ausubel es un libro abierto a compuestos extremadamente raros.
Actualmente se reconocen 5.090 especies de minerales, y menos de un centenar conforman lo que es el 99% de la corteza terrestre (de hecho la mayor parte de la misma está formada por feldespatos). Eso significa que más de 4.900 de ellos se dan en muy pocas cantidades, y 2.550 de ellas apenas están en cinco o menos lugares concretos del mundo. Conclusión: casi la mitad de los minerales conocidos son extremadamente escasos, raros y complejos, y muchos de ellos aparecieron por combinación de reacciones químicas donde intervinieron incluso formas de vida biológica que alteraron el entorno para que se crearan.
Otro ejemplo de mineral raro: ottaita
¿Qué son los metales raros?
Como indicábamos al principio, no se trata del mismo concepto que el de mineral raro. Mientras que éste es un compuesto extraordinariamente escaso y producto de circunstancias y condicionantes muy concretos, materiales únicos en el universo, los metales raros lo son por sus particulares características químicas y que no son habituales en la Tierra, pero sí en otros lugares del universo. Casí deberían ser llamados “minerales extraordinarios” los primeros y “raros pero presentes” los segundos en la tabla periódica pero a la que nadie hacía mucho caso hasta que las investigaciones dieron como resultado miles de utilidades, especialmente en el campo del magnetismo y la energía nuclear (sobre todo la familia de los lantánidos, 15 en total) pero también en la electrónica y las nuevas tecnologías al ser mucho de ellos derivados de otros materiales clásicos como el zinc, el plomo o el aluminio.
El grupo más importante es el de los lantánidos, conocidos desde el siglo XVIII pero que eran apenas irrelevantes hasta finales del siglo XX, pero también figuran el galio, el cadmio, indio, germanio, tungsteno, bismuto, selenio, renio y telurio. Son una puerta abierta a la siguiente gran revolución industrial basada en las tecnologías más complejas y que abarcan la energía nuclear, la aeroespacial, los superconductores y todas las derivaciones imaginables del magnetismo aplicables, desde la telefonía móvil a la medicina pasando por la luz, las televisiones, los rayos X, aspirinas, las baterías de los motores híbridos, gafas, encendedores, lentes de cámaras fotográficas, fósforos, televisiones en color, vidrio coloreado, sistemas catalíticos o los nuevos dispositivos de armamento y defensa. Sus propiedades son muy peculiares y responden a las nuevas necesidades industriales; si no se habían cubierto antes era porque la industria científica y tecnológica no los necesitaba.
La demanda de estos elementos químicos crece en todo el mundo, debido al aumento vertiginoso de tecnologías que los utilizan. En los años 50 apenas eran 5.000 toneladas, pero para 1990 ya superaba las 40.000, y en 2010 ya había más de 120.000 toneladas. El valor económico es inmenso: más de 2.000 millones de dólares actuales y con una proyección geométrica; y su valor, también, ya que algunos de ellos han multiplicado por diez su precio en apenas una década. Pero la producción es escasa y la mayor parte (aunque cada vez menos) está en manos de China. Actualmente Brasil y la República Democrática del Congo son los dos países que siguen la estela asiática, mientras que se encuentran nuevos yacimientos en California y Australia.
Principales yacimientos de metales raros en el mundo