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El terremoto de Nepal desplazó casi dos metros la superficie de la zona

Toda liberación de tensión sísmica tiene repercusiones en la corteza terrestre, muy fina respecto al resto de capas geológicas de nuestro planeta. El terremoto de Nepal la ha movido dos metros en horizontal y ha elevado algunas zonas casi un metro.

Este es mi Nepal

nepal portadilla

Otro viaje recuperado, del colaborador que más kilómetros (de largo) ha hecho de todos. Ni juntándonos sumamos tantos como él. Y menos con ese ojo que tiene.

Por Santiago Criado (Texto y Fotos)

Este viaje comienza en Barajas. Pero no en Barajas pueblo sino en su aeropuerto. Podría parecer un aeropuerto cualquiera pero, justamente, en esta época ha­bía un escenario totalmente diferente: La gripe A. ¿Cómo puede afectar esto a un lugar lleno de gente hasta la ban­dera? Amigos, desconfianza. En estos momentos puedes ver lo peor de la raza huma­na. Un estornudo es motivo suficiente para que alguien te parta la cara. Ante la crisis sanitaria que acontecía decido ponerme una máscara durante todo el viaje. Ahora se lo que sentía el rey del pop cuando no que­ría contaminarse. Realmente, en estos momentos, te das cuenta de lo bien que trabaja el miedo en voluntad de las personas. Llegamos a Qatar y la situación se dramatiza aun más. Allí, todos los emplea­dos del aeropuerto llevan su mascarilla. Antes, no men­cione que, en Madrid, no vi prácticamente ningún opera­rio con mascarilla: “Spain is Different”.

Después de un interminable viaje de algo más de 18 horas llegamos a Katmandú, capital de Nepal. Me siento como una sardina enlatada. Las compañías aéreas no tienen ningún tipo de escrúpulos. Si pueden meter 10 asientos en el espacio de 5, que así sea. Como toda Asia, cuando sales a la calle, lo primero que notas es la polución en el aire. Al momento, te empiezan a invadir decenas de personas luchando, entre ellas, para que les aceptes como chofer. Ya quisieran los comerciales de España tener el 10% de la perseverancia de los Nepalíes. Todavía recuer­do un tío que me quiso ven­der una daga. Me estuvo una hora siguiendo, entré a comer y cuando salí, continuó con su picapedreo hasta que ya el autobús iba tan rápido que no pudo seguirlo a pie. Eso son ganas de vender, coño.

En general, Nepal es un país con un encanto especial. Se nota, sobre todo, cierta deca­dencia y una época dorada ya pasada, que repuntaría hacia los 80. País por excelencia de los amantes del trecking y la montaña deambulan sin cesar por todas sus calles y recove­cos. Recuerdo haber visto a un escalador con dos mu­ñones por manos. Me figuro que los perdió en alguna de sus travesías a las codiciadas cumbres.

Lo que más sorprende del país es ver que la Marihuana crece por todos lados. En las cunetas de las carreteras, en el campo, en el huerto, en el jardín de tu casa, y cuando digo por todos los lados hablo de una auténtica invasión. Es tal, que es considerada una hierba mala y la gente las arranca. Qué desperdicio. Qué sacrilegio. Cómo osan. Otra de las cosas que llaman la atención son las incine­raciones al lado del río y a plena luz del día. Fui con un grupo de fotógrafos que, sin ningún tipo de escrúpulos, buscaban el pulitzer a través de la desgracia ajena cuan coyotes hambrientos.

Como recomendaciones, recordaría al viajero darse un paseo por el museo de los Himalayas. Recuerdo con especial atención el final de su exposición. Como avi­so y recordatorio de todas las toneladas de basura que se sacan en sus cordilleras, decidieron traer una pequeña porción para que la gente lo viese. Te das cuenta de que escalar un 8000 se ha conver­tido en un circo, en una feria. No hay compasión alguna por la naturaleza. Lo que importa es sacarse “la foto” con la banderita en la cima y ponerla sobre la mesa del despacho.

En resumen, diría que Nepal es un país muy hospitalario. Se respira un aire hippie, fruto de la moda que surgió en los 70 por encontrar la iluminación en sus cordille­ras. Si no te gusta el cilantro y el picante, su comida no está hecha para ti. Y cuan­do digo cilantro o picante, digo cantidades industriales en absolutamente todas sus comidas. Es también un placer recorrer sus librerías, llenas de libros antiguos sobre espiritualidad y escalada. Para aquellos que buscan un lugar en el que desaparecer es, defi­nitivamente, perfecto.