No hay nada mejor que combatir el fuego con clorofila. O mejor dicho, con el mismo sistema que utilizó el planeta para atrapar, fijar y desmenuzar el CO2 durante millones de años: plantas. Finalmente ya hay cálculo para la cantidad de masa verde que necesitaríamos para revertir el cambio climático por la acumulación de dióxido de carbono: 900 millones de hectáreas.
Para que nos hagamos una idea, sería la superficie aproximada de EEUU, repartida por todo el planeta, no concentrada, y tendría que producirse en paralelo tanto en las zonas tropicales como en las templadas o boreales, ya que las selvas y bosques húmedos son más útiles a la hora de capturar emisiones de carbono (casi un 90%) que los bosques más fríos (40%), que por su naturaleza y dispersión tienden a ser menos efectivos. El cálculo realizado por el Laboratorio Crowther de la Escuela Politécnica Federal de Zurich buscaba saber exactamente cuánta cobertura forestal sería necesaria para revertir la huella de carbono humana. El objetivo era saber cómo almacenar las 205.000 millones de toneladas de carbono sobrante que alteran el clima de la Tierra y que son dos tercios de todo lo que hemos liberado desde el siglo XIX.
Básicamente la Humanidad lucharía contra su estropicio usando las armas propias de la Naturaleza: las plantas. Fuera de esa superficie necesaria estarían las zonas rurales y urbanas, el espacio natural del ser humano y que no deberían verse reducidas, pero sí potenciadas. El estudio hace hincapié en la necesidad de que las regiones rurales mantengan su potencial de vegetación específica. Para darnos una base, calcularon cuánta superficie de la Tierra podría llegar a cubrirse de verde, es decir, cuál sería el total que los recursos del planeta soportarían antes de que no hubiera sitio o nutrientes para tanta vegetación. La cifra es estratosférica: 4.400 millones de ha (África y Europa juntas). Actualmente la Tierra tiene 2.800 millones de ha de superficie vegetal.
Bosque de coníferas
Para poder hacer viable esa reforestación a escala planetaria hay que revisar el espacio, ya que del restante de espacio viable, sólo podrían ser “invadidos” esos 900 millones de ha, ya que el resto es superficie inviable o bien espacio de expansión humana. La nueva zona verde, fragmentada en varias franjas climáticas y regionales, sería intocable para uso industrial, de ocio o humano. Serían fábricas de oxígeno y acumuladores de carbono vitales para mantener el clima terrestre en el equilibrio fundamental para que no se vuelva extremo y repercuta negativamente. El problema de esta solución es obvio: el tiempo. Al no poder usarse especies invasoras, hay que entender que en algunas regiones la reforestación tardaría hasta 50 años en ser efectiva, mientras que en las zonas boreales o templadas podría ser mucho más rápido (en apenas diez años). Y requeriría de un esfuerzo colectivo internacional.
El mismo estudio señala qué países deberían los máximos receptores de la reforestación, que casualmente son los más grandes y donde más se ha deforestado junto con África. Desde Zurich indican que el potencial máximo lo tendrían Rusia (150 millones de ha de superficie a reforestar), EEUU (103 millones ha), Canadá (78,4 millones de ha, limitada por el clima ártico y el tipo de bosque continental y boreal), Australia (58 millones de ha, principalmente de especies locales y de tipo subtropical o de bosque oceánico), Brasil (49,7 millones de ha, principalmente selva y bosque tropical) y China (40 millones de ha en todas sus regiones interiores y meridionales).