Ha muerto Jesús Franco, más conocido como Jess Franco, un mito del cine de serie B de terror o fantástico y que tuvo admiradores como Quentin Tarantino, por poner un ejemplo.

El director de cine madrileño, que recibió el Goya de Honor de la Academia de Cine en el 2008, ha fallecido hoy en Málaga a los 82 años después de haber sido hospitalizado el pasado miércoles al sufrir un ictus. Murió de viejo rodeado de un aura entre los fans y la leyenda del cine. Jesús Franco se calificaba a sí mismo como uno de los directores más prolíficos de la historia del cine mundial, con una trayectoria de casi 200 películas, fundamentalmente de terror, erotismo, pornografía, ciencia ficción o aventuras, y se le consideraba pionero del cine fantástico español.

Pocos cineastas pueden presumir de haber rodado tanto, con diversos nombres (Jesús Franco, Jess Frank, Clifford Brown, David Khunne o P.Johnson, según el caso o conviniera). Autor “maldito” por excelencia, “de culto” para muchos (entre los que cabe destacar a Quentin Tarantino), este director, guionista, productor, montador, actor y músico a quien encantaba el jazz, capaz de escribir y componer su propia banda sonora.

Nacido el 12 de mayo de 1930 en Madrid, considerado pionero del nacimiento del cine fantástico español, género al que se entregó casi por completo, también tocó la comedia, el drama y el musical. Estudió Bachillerato en el instituto Ramiro de Maeztu y después comenzó las carreras de Filosofía y Derecho pero apostó por el cine y, así, hizo unos cursos en la Escuela de Cine de Madrid y París.

En 1953 regresó a España. Un año más tarde empezó a trabajar como ayudante de dirección con, entre otros, Juan Antonio Bardem, León Klimovsky, Julio Bracho, Fernando Soler o Joaquín Luis Romero Marchent y, también por entonces, comenzó a escribir; tenía un empleo como representante en Agata Films S.A. donde, en 1958, llegó a jefe de producción. Incomprendido en la España mediocre y franquista, optó por producir y mostrar gran parte de su cine en países como Francia, Alemania, Suiza, Portugal, Italia o EEUU. Gran admirador del cine americano, con su productora Manacoa Films afrontó en 1992 el montaje de las imágenes del inacabado ‘Don Quijote’ de Orson Welles, con quien tres décadas antes colaboró en ‘Campanadas a medianoche’ (1965).

Su legado en decenas de películas

Debutó con el largometraje ‘Tenemos 18 años’ (1959), pero no fue hasta Gritos en la noche (1961) cuando su labor dejaría una huella imborrable en la cinematografía. ‘Necronomicon’ (1967) es, probablemente, la cinta más importante del artista, que recordaba con orgullo cómo el mismísimo Frizt Lang enumeraba esta cinta entre sus películas preferidas.

En 1968 tuvo su primer contacto con el personaje de Fu-Manchú, (inolvidable Christopher Lee) que rodó con él ‘Fu-Manchú y el beso de la muerte’ (1968) y ‘El castillo de Fu-Manchú’ (1969), con el que más tarde, en los setenta, rodaría también ‘El conde Drácula’. De esa época son ‘El diablo que vino de Akasawa’, ‘Eugenie’ y ‘Sex Charade’, todas estrenadas en 1970; y después vinieron ‘La hija de Drácula’ (1971), la aclamada ‘La venganza del doctor Mabuse’ (1971) y ‘Diario íntimo de una ninfómana’ (1972).

Franco fue un director muy prolífico, capaz de rodar sesenta películas sólo en la década de los setenta, con actores de la talla de Klaus Kinski, Jack Taylor o Fernando Fernán Gómez; ‘Drácula contra doctor Frankenstein’ (1972); ‘El sádico de Notre Dame’ (1974); ‘Aberraciones sexuales de una rubia caliente’ (1976), ‘Las diosas del porno’ (1977). En los 80 rodó, entre otras, ‘Sexo caníbal’ (1980); ‘Aberraciones de una mujer casada’ (1981); ‘Las orgías inconfesables de Enmanuelle’ (1982); ‘Una rajita para dos’ (1984); ‘Historia sexual de O’ (1984); ‘La mansión de los muertos vivientes’ (1985) y la cínica ‘Falo Crest’ (1987).

El polifacético artista también escribió varios libros, entre ellos, ‘Lina’ (1996), dedicado a su mujer y musa, montadora y protagonista de muchas de sus películas, cuya muerte hace dos años sumió al cineasta en una profunda tristeza, y ‘Memorias del tío Jess’ (2004), donde cuenta los hitos principales de su biografía. Gran intelectual, el rebelde, controvertido y marginal Jesús Franco que hizo de la serie B todo un arte deja tras de sí una legión de huérfanos, aunque también un buen puñado de detractores que, tal vez ahora, vean su cine de otra manera.