Ha fallecido Alfredo Landa a los 80 años, el hombre que le puso rostro y voz al español medio de la posguerra y que luchó contra el estilo al que dio nombre y del que intentó escapar sin éxito: el landismo. 

Fue la cara de España durante décadas, un grandísimo actor encasillado por el éxito de la posguerra y que era de los más utilizados por la industria en los 60 y los 70, hasta que finalmente eclosionó como el gran actor que era gracias a películas como ‘El crack’, ‘Los Santos Inocentes’ o ‘El bosque animado’, además de muchas otras que le dieron fama y una vida dedicada al cine que culminaría con el Goya de Honor, cuando emocionado se quedó en blanco. De su muerte informó la Academia de Cine, su casa durante años, concretamente 45 de carrera.

Landa nació en Pamplona (Navarra) el 3 de marzo de 1933 y, con 25 años, abandonó la carrera de Derecho pese a la oposición de su familia y se trasladó a Madrid para convertirse en actor con “sólo 7.000 pesetas y una carta de recomendación en el bolsillo”. Según él mismo dijo, se liberó de la presión familiar con una frase contundente: “Mamá, si no me dejas irme, me quedo y acabo la carrera; pero si a los 40 años soy un infeliz, te echaré la culpa a ti’. Y ahí se acabó la discusión. Ya en Madrid, y gracias a su experiencia como intérprete en el teatro universitario, consiguió sobrevivir a base de pequeños papeles en las salas de Madrid. Fue en una de esas salas, el Teatro María Guerrero, donde captó la atención del director José María Forqué, con el que debutaría en 1962 con la mítica ‘Atraco a las tres’ junto a otro actor, ya más curtido, con el que trabajaría decenas de veces, José Luis López Vázquez.

Ahí empezó una carrera meteórica que abarcaría una década en la que no había éxito del año (o varios) donde no apareciera una y otra vez para marcar a fuego con su baja estatura, su cara de chico del pueblo y esa forma agresiva de hablar y de mover las manos que tantos imitadores tuvo. Había nacido el landismo, con películas como ‘La verbena de la Paloma’, ‘La niña de luto’, ‘Nobleza baturra’, ‘Los guardiamarinas’, ‘¿Qué hacemos con los hijos?’, ‘Las que tienen que servir’, ‘Los subdesarrollados’, ‘Vente a Alemania, Pepe’, ‘Manolo la nuit’ o ‘Cateto a babor’. Películas que tenían en común a Alfredo Landa, que de tanto aparecer en ellas acabó por bautizar el estilo de fondo de esos años, “una forma de ser, de actuar y de ver la vida” y que marcó a fuego el cine español hasta el punto de dejarle un legado negativo del que todavía no se ha librado.

Su lugar no cambiaría hasta varios años más tarde optó por ser el actor fetiche de José Luis Garci, su gran amigo y el primero en permitirle ser un actor serio con ‘El Crack’. Juntos hicieron ‘Las verdes praderas’, ‘El crack’, ‘El crack II’, ‘Canción de cuna’, ‘Historia de un beso’, ‘Tiovivo c.1950’ y ‘Luz de Domingo’, pero las malas relaciones de Garci con la Academia de Cine le llevaron a negarse a entregar a Landa su Goya de Honor y ahí se rompió una amistad de cuarenta años. Pero el punto álgido fue con Mario Camus y ‘Los Santos Inocentes’, donde ganó un galardón al mejor actor junto a Paco Rabal en Cannes, y que sí fue su legado al cine.

Sus últimas apariciones públicas datan de 2008, cuando recibió el premio de la Unión de Actores por su papel en ‘Luz de domingo’, de José Luis Garci, la Medalla de Oro del Ayuntamiento de Madrid y el Premio Príncipe de Viana a la Cultura 2008 en su tierra, Pamplona, y de manos del Príncipe de Asturias. Fue su retirada, tras haber recibido el año anterior el Goya de Honor, el tercero de su carrera después de los obtenidos como mejor actor por ‘El bosque animado’ (1987) y ‘La marrana’ (1992). Precisamente fue en los Goya, cuando su discurso ininteligible dejó a todos asustados y preocupados, cuando se atisbaron los primeros problemas de salud.  Atrás dejaba cerca de 120 películas.