Académico y nominado en tres ocasiones a los Premios Goya, el conocido intérprete falleció en un accidente de tráfico.
Casi siempre le tocó encarnar a buenas personas, sobre todo en el cine. Almas cándidas como el padre Berriatúa en ‘El día de la bestia’ (Álex de la Iglesia, 1995) o el médico de ‘El laberinto del fauno’ (Guillermo del Toro, 2006), papeles que Álex Angulo abordó con profesionalidad porque era un hombre serio “en el buen sentido, hay que hacerlo bien. Yo no puedo vender algo que no creo”, declaraba el conocido actor vasco que falleció este domingo en un accidente de tráfico, a los 61 años. Entrañable, amable, campechano y amigo de sus amigos, Álex Angulo, miembro de la Academia, era un buen actor que transmitió credibilidad a todos los papeles que le confiaban y, sobre todo, era una buena persona.
Natural de Erandio (Vizcaya), afirmaba con humor que a los bajitos y calvos les daban personajes de perdedores, será para muchos el cura de ‘El día de la bestia’, y para otros Blas, el ético profesional de ‘Periodistas’, serie en la que trabajó durante cuatro años (1998-2002). Angulo se sintió orgullosísimo de todos los papeles que hizo, porque cada uno los construyó junto al director y los compañeros y la investigación y búsqueda que cada uno requería. La lista fue larga:
‘Tu novia está loca’ (Enrique Urbizu, 1988), ‘Todo por la pasta’ (Enrique Urbizu, 1991), ‘El rey pasmado’ (Imanol Uribe, 1991), ‘Acción mutante’ (Álex de la Iglesia, 1993), ‘Hola ¿estás sola?’ (Icíar Bollaín, 1995), ‘Carne trémula’ (Pedro Almodovar, 1997), ‘Los años bárbaros’ (Fernando Colomo, 1998), ‘Muertos de risa’ (Álex de la Iglesia, 1999), ‘Isi/Disi: Amor a lo bestia’ (Chema de la Peña, 2004), ‘Casual Day’ (Max Lemcke, 2007), ‘El gran Vázquez’ (Óscar Aibar, 2010), ‘De tu ventana a la mía’ (Paula Ortiza, 2011), ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ (Oskar Santos, 2013)… Películas a las que se entregó con profesionalidad porque Angulo era un actor en el que se podía confiar.
Con una dilatada trayectoria en cine y televisión que comenzó a los 18 años en la compañía de teatro bilbaína Karraka, que dirigía Ramón Barea, a Álex Angulo siempre le gustó contar historias. Tras compaginar durante unos años su trabajo en las tablas y en varios programas de la televisión autonómica vasca (ETB), su primera oportunidad en la gran pantalla le llegó de la mano de Imanol Uribe con ‘La fuga de Segovia’ (1981), título al que siguieron los también dirigidos por sus paisanos Enrique Urbizu (‘Todo por la pasta’) y Álex de la Iglesia, que le fichó para su primer corto, Mirindas asesinas (1991), y a cuyas órdenes realizó numerosas películas, entre otras, ‘El día de la bestia’, por la que estuvo nominado al Goyaal Mejor Actor Protagonista, y ‘Muertos de risa’, por la que optó a un premio de la Academia en la categoría de mejor actor de reparto, apartado en el que volvió a optar con ‘El gran Vázquez’.
Angulo, que participó en numerosos cortometrajes, siempre pensaba que lo mejor estaba por venir. Reconocido por la Unión de Actores y ganador de un Ondas y del galardón otorgado por el Festival de San Sebastián en honor a toda una carrera y dirigido a gente del País Vasco, Zinemira, siempre tenía ganas de enfangarse con un protagonista por el reto que suponía “porque, desde que hice mi primer personaje, que era el que llevaba una lanza, ya me sentí protagonista. No es solo la cantidad de secuencias que tienes, sino la empatía que consigues con el público”. Sentía pasión por su oficio, pero no era un adicto al trabajo: “Hay que vivir: estar con la familia, los amigos, ver lo que hacen los compañeros… Hay que alimentarse para tener cosas que aportar”.
Decía que la industria no estaba para muchas alegrías y, acostumbrado a que siempre le hablaran de la crisis, “de que estamos mal”, Álex Angulo declaraba con energía que los actores “tenemos mucha paciencia porque esto es lo que nos gusta: es nuestra vida”.