Lo que le sucede a la Antártida tiene, y tendrá, consecuencias muy graves para el resto del clima planetario; para bien, para mal y para peor. Alterar los delicados equilibrios de estabilidad climática lo pagará la Humanidad, pero en cada situación alguien se aprovecha: la vida vegetal regresa a la Antártida y los petrodólares podrían llevar su hielo al Golfo Pérsico.

La vida vegetal en la Antártida crece rápidamente debido al cambio climático que sufre el séptimo continente; en medio siglo el musgo ha reconquistado zonas que hasta ahora eran áreas muertas por el hielo o las temperaturas. El cálculo más fiable es que sólo un 0,3% de la superficie de la Antártida alberga vida vegetal. Pero esa superficie podría triplicarse a este ritmo. La Universidad de Exeter y la de Cambridge son las alma mater de varios de los investigadores que han monitorizado algunas regiones del continente meridional para saber cómo ha cambiado su ecosistema. El análisis de los bancos de musgo sepultados o cercanos a las placas de hielo permitió comprobar que la península antártica (la región menos fría del polo sur) ha experimentado un aumento considerable de este musgo.

A medida que se retira el hielo queda más zona libre para que este vegetal, extremadamente resistente y de reproducción exponencial, pueda crecer. Literalmente la península reverdece mientras aumentan las lluvias y los vientos son cada vez más fuertes. El equipo aprovechó el ingente banco de datos meteorológicos iniciado en 1950, único en el mundo por su periodicidad. Los bancos de musgo antiguo han permitido ver cómo estos organismos han variado y se han adaptado. Es decir, que la vida se adapta a las circunstancias y la aprovecha para colonizar a gran velocidad el espacio que queda libre, y que de proyectarse exponencialmente podría llevar a otras formas de vida a seguir ese mismo camino.

Icebergs rumbo al Golfo Pérsico: cómo cambiar el clima del desierto

Mientras tanto, ese hielo que se desprende y licúa podría tener utilidad en otra parte del mundo. Una consultora de Emiratos Árabes Unidos (EAU), National Advisor Bureau Limited, quiere cambiar el clima de su región, o cuando menos ayudar a que el inmenso desierto que ocupa casi toda su superficie deje de serlo. La idea no es nueva, pero es tan descabellada como la primera vez que surgió en los 70: remolcar icebergs gigantes hasta el Golfo Pérsico para usarlos como fuente de agua potable para intentar crear capa vegetal o, cuando menos, poder extender la agricultura y las zonas de matorrales y palmerales. Literalmente quieren cambiar el clima de EAU aprovechando que la Antártida pierde gigantescos bloques de hielo que a veces tienen el tamaño de Manhattan. O más.

El país tiene fondos suficientes: EAU es uno de los mayores productores de petróleo y gas del mundo, combustibles fósiles que van camino de desaparecer pero que han permitido tener fondos suficientes para grandes obras urbanísticas y crear redes financieras estables. Con ese dinero pretenden arrastrar consigo pedazos del mundo antártico. Según la consultora, tardarían casi un año en remolcar un iceberg hasta allí, con una fecha de partida de 2018. A su favor tienen que el 80% de un iceberg está bajo el agua, a una temperatura estable que no sufre la erosión del viento y el calor sobre el nivel del agua. Además, su tamaño es tan grande que ralentizaría mucho la fusión en el océano. Además el hielo refleja la luz solar y por lo tanto podría conservar su integridad física el tiempo suficiente. Ahora bien, el plan no es tan sencillo como tener agua potable a mano.

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Lo que pretende la consultora es aprovechar de formas múltiples el hielo: para empezar sería una “máquina de aire frío”, como un gran aire acondicionado que expulsaría a la recargada y cálida atmósfera de la región suficiente masa fría como para crear las variaciones de presión que permitieran la formación de tormentas. Tendrían que conservar esos bloques de hielo cerca de la costa y conservarlos fríos para que ejercieran de “congelador” abierto que ayudaran a romper el ciclo de calor del Golfo Pérsico. Si arrastraran suficientes podrían crear una cadena de frío suficientemente importante como para cambiar el clima al menos de su zona. Es un juego de física aplicada: el aire frío establecido en un clima húmedo cálido empuja al aire caliente y lo eleva; a medida que sube se enfría debido a la expansión en la presión más baja. Esto provocaría una mayor condensación y formaría un vórtice que atraería a las masas nubladas del Mar Arábigo. A mayor condensación, más nubes, y a más formaciones nubosas más opciones de que caiga en forma de lluvia.

Según el plan árabe las nubes crearían un circuito de baja presión sobre los icebergs, que además favorecerían el enfriamiento de la costa, creando a su vez un segundo efecto sobre estas zonas y que pudieran expandirse las praderas. Incluso en caso de deshielo del iceberg tendría un efecto positivo: las aguas del Golfo Pérsico son famosas por su altísimo grado de salinidad por la descarga de salmuera de las desalinizadoras que nutren de agua potable a estos países. Esto ha provocado una crisis ecológica evidente en las costas. Al aumentar la cantidad de agua dulce podrían provocar un efecto contrario que luchara contra ese cambio de salinidad. Hasta aquí la teoría. Está por ver que funcione, o que puedan hacerlo. Y tampoco está muy claro que el resto de gobiernos que controlan la Antártida y reclaman porciones enormes del continente helado (aunque en suspenso por la moratoria antártica impulsada por la ONU) lo permitan.