Enfila ya el otoño este 2019, y la mayoría de centros de exposiciones y museos renuevan sus salas temporales y espacios para muestras. Os damos cuatro consejos para llenar de septiembre a diciembre, desde las relaciones de vanguardia entre Calder y Picasso al rescate de las artistas olvidadas, como Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, pasando por la mejor retrospectiva sobre el fotógrafo Thomas Struth y las relaciones directas e indirectas entre la revolución pictórica de los impresionistas y la fotografía del siglo XX. De Málaga a Madrid pasando por Bilbao. Casi cinco siglos de Historia del Arte (en ocasiones desconocida, como el de las mujeres artistas olvidadas cuando no directamente relegadas) entre pintura y fotografía.
IMÁGENES: Wikimedia Commons / Museo Guggenheim Bilbao
‘Calder-Picasso’ (Museo Picasso de Málaga) – Del 24 de septiembre al 2 de febrero
Alexander Calder (EEUU, 1898-1976) fue uno de los compañeros de viaje vital y artístico de Pablo Picasso, dos artistas de diferente estilo y recorrido que sin embargo caminaron juntos en ocasiones. La confluencia en determinados puntos artísticos en ambos son la base de esta exposición para el final del año en el Museo Picasso malagueño. Hay una conexión vital entre ambos en el uso del vacío como elemento estético y formal, la ausencia de espacio y que formó parte de la evolución de ambos hacia la abstracción desde el arte más tradicional y académico. Esa ‘no existencia’, el uso de espacios vacíos como parte de una obra, no como consecuencia de la forma, sino como parte integral de la misma, es una constante en muchos artistas del siglo XX, que en ocasiones lo elevaron a sello persona. Tanto Calder como Picasso lo utilizaron en la escultura y la pintura, la cualidad de presentar o representar el no espacio, ya sea definiendo una sustracción de volumen (Calder) o deformado el propio tiempo en los retratos, como hiciera Picasso.
Cada uno lo hizo de una manera diferente. Mientras que el norteamericano desarrolló el concepto de ‘grandeur immense’ que rompía las dimensiones plásticas ante el espectador, Picasso se centró en el uso del vacío para modelar el mensaje interior de aquello que retrataba. De lo grande a lo pequeño. La exposición ‘Calder-Picasso’ se organiza en colaboración con Calder Foundation, New York y la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA). Está coproducida por el Musée national Picasso-Paris en donde se exhibe desde 19 de febrero hasta el 25 de agosto de 2019. La muestra está co-comisariada por Alexander S. C. Rower, Calder Foundation, New York; Bernard Ruiz-Picasso, FABA; Claire Garnier y Emilia Philippot, Musée national Picasso-Paris; y José Lebrero, Museo Picasso Málaga, en donde reunirá aproximadamente ciento diez obras de arte.
‘Retrato de Jacqueline’ (Pablo Picasso) y ‘Two toned moon’ (Alexander Calder)
‘Retrospectiva de Thomas Struth’ (Museo Guggenheim de Bilbao) – Del 2 de octubre al 10 de enero
El centro bilbaíno presenta la exposición ‘Thomas Struth’, un viaje completo por el innovador trabajo de 50 años de una influencia viva de la fotografía de posguerra en Europa, siempre marcado por las preocupaciones sociales. Nacido en 1954, Struth crea imágenes conformadas como preguntas sobre la familia, el espacio público, la naturaleza (y cómo nos relacionamos con ella), la cultura o los cambios provocados por la tecnología. La fragilidad de la sociedad humana y cómo nuestras existencias son como banderas al viento es uno de los leitmotiv del fotógrafo, que estéticamente utiliza un elegante formalismo que atrae al espectador. No impacta, lo seduce, razón por la cual ha sido tan importante. La exposición conecta las primeras ideas de Struth, presentes en el material de archivo recopilado por el artista, con sus grupos de obras terminadas como ‘Lugares inconscientes’, ‘Retratos de su familia’, ‘Público’, ‘Fotografías de museos’, ‘Nuevas imágenes del paraíso’, y ‘Este lugar’.
A su vez, estos grupos establecen un diálogo con otras obras como el ‘Proyecto Berlín (Berlin Projekt)’, una videoinstalación concebida en 1997 en colaboración con el artista multimedia Klaus vom Bruch, y con otros grupos más recientes como ‘Naturaleza & Políticas’, ‘Animales’, o las fotografías de paisajes y flores creadas para las salas del hospital Lindberg. Entre las imágenes incluidas, la exposición alberga el único autorretrato de Struth, del año 2000, contemplando a su vez el Autorretrato de Alberto Durero del año 1500. La exposición va acompañada de un catálogo ilustrado que contiene textos de Thomas Weski, Jana-Maria Hartmann y Ulrich Wilmes, así como una entrevista con Thomas Struth a cargo de Okwui Enwezor.
Atlas of places (Thomas Struth)
‘Los impresionistas y la fotografía’ (Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid) – Del 15 de octubre al 26 de enero
Pintura y fotografía fueron de la mano durante gran parte de su historia: desde los primeros daguerrotipos de finales de la década de 1830 al descubrimiento de las técnicas de impresión fotográfica en papel, el ojo artificial de la cámara estimuló en los impresionistas una nueva forma de ver el mundo. Fotógrafos como Le Gray, Cuvelier, Nadar o Disderi tuvieron una fuerte influencias en los revolucionarios impresionistas del último tercio del siglo XIX, cuando empezó la larga sucesión de ismos y rebeliones de la modernidad contra el arte figurativo tradicional de los siglos anteriores. La fotografía le valió al impresionismo no solo como fuente de ideas estéticas y formales sino también como inspiración técnica: fue gracias a la fotografía que introdujeron esa “observación científica de la luz”, el juego con la ambigüedad visual o la asimetría de la imagen.
Y el viaje fue también de vuelta, ya que muchos fotógrafos, al asistir cómo la pintura se revolucionaba, decidieron preocuparse por la materialidad de sus imágenes y buscaron fórmulas para hacer sus fotografías menos precisas y dotar de un “efecto de pintura” a muchas de sus obras. La muestra, comisariada por Paloma Alarcó, se articula en ocho capítulos temáticos (El bosque, El agua, El campo, Monumentos, La ciudad, El retrato, El desnudo y El movimiento) que sirven de escenario en los que confluyeron los intereses de pintores y fotógrafos durante esos años. Plantea una reflexión sobre los puentes tendidos entre ambos mundos, siempre de ida y vuelta, reflejando además el impacto que tuvo la fotografía en el mundo artístico (la máquina realista contra el creador divinizado) y las consecuencias del impresionismo, recibido de uñas (cuando no con directa agresividad) por la catarsis que supuso para el arte tradicional.
‘Bailarina en balance’ (Edgar Degas) y ‘Sun zenith’ (Gustave le Gray)
‘Historia de dos pintoras: Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana’ (Museo del Prado, Madrid) – Del 22 de octubre al 2 de febrero
Entre la reivindicación, el magisterio y la pedagogía artística, El Prado traerá en octubre a primera línea a dos artistas italianas de gran talento y reputación, a caballo entre los siglos XVI y XVII, contemporáneas de Cervantes, Shakespeare, el inicio del Barroco y de Velázquez. Anguissola y Fontana fueron dos grandes creadoras pictóricas con carreras de peso en su época, pero que sólo tenían un pequeño defecto: eran mujeres. Ambas son excepciones elevadas, supieron romper con los estereotipos que la sociedad asignaba a las mujeres en relación con la práctica artística y el arraigado escepticismo sobre las capacidades creativas y artísticas de la mujer. A través de sesenta obras, el Museo del Prado reunirá por primera vez (muestra comisariada por Leticia Ruiz, Jefa del Departamento de Pintura Española del Renacimiento), en el mismo espacio, los más importantes trabajos de Sofonisba Anguissola (ca. 1535-1625) y Lavinia Fontana (1552-1614), pintoras que alcanzaron reconocimiento y notoriedad entre sus contemporáneos, a pesar de y al mismo tiempo, por ser mujeres. Y que sin embargo, fueron desdibujadas por el peso del tiempo hasta la revisión y particular ajuste de cuentas histórico con las mujeres en el Arte.
Sofonisba Anguissola está considerada como la primera pintora de éxito del Renacimiento tardío, especialista en el retrato (y el autorretrato al estilo de Rembrandt), modificando los cánones de la representación de la mujer con aportaciones psicológicas. Se asentó en la corte de Felipe II con apenas 27 años, donde trabajó para la Corona e introdujo las técnicas italianas en la pintura española. Su figura fue clave para que otras mujeres siguieran su camino a posteriori, excluidas de los encargos eclesiásticos, académicos y de los gremios, pero bien recibidas por los mecenas privados. Por su parte, Lavinia Fontana fue pionera del primer barroco pictórico, una de las artistas más importantes de su tiempo que llegó incluso a ser pintora de corte del papa Clemente VIII, rompiendo con su talento el veto habitual de la Iglesia católica. Su catálogo incluía más de 130 obras, pero sólo están fechadas y firmadas (y conservadas) 32 de ellas.
El juego de ajedrez (Sofonisba Anguissola)
Jesús y María Magdalena (Lavinia Fontana)
Retrato de Felipe II (Sofonisba Anguissola)