Hacía tiempo que no hablábamos de Marte, pero el planeta rojo es un imán para la Humanidad, y para la posible existencia de vida, que deja un rastro de metano que la Curiosity ha detectado.
Marte, siempre Marte. Una y otra vez volvemos al hermano pequeño de la Tierra, que quizás en un tiempo no muy lejano fue como nuestra bola azul, pero que ahora sólo es un cadáver mortecino que esconde muchos secretos y señales del pasado lejano. Por ahora. Sin embargo el rover Curiosity, que sigue a lo suyo ajeno a todo, ha puesto a Marte otra vez en nuestros pensamientos. Ha detectado en la región del cráter de Gale una fuente de metano que aparece intermitentemente (de 0,7 partes por billón a 7 partes por billón, diez veces más) y que lleva a los investigadores a una simple suma: el metano es un compuesto orgánico formado por animales como resultado de procesos químicos internos. Es decir, que donde hay metano hay un 90% de posibilidades de que haya vida, que es justo el porcentaje de metano que se produce de manera biológica en la Tierra.
Tranquilos los que prefieran estar solos en el Universo: también podría tener un origen geológico o mineral alternativo, pero de momento es otro misterio más a añadir a la lista. Esos orígenes podrían ir desde antiguos meteoritos con metano congelado o encapsulado en otros materiales cuya degradación lo haya liberado al espacio. También la opción de depósitos subterráneos que por un movimiento interno lo filtren esporádicamente a la atmósfera. Incluso se especula con el impacto de cometas en el pasado que generaran esas mismas bolsas. Pero todos giran alrededor de la misma idea: en Marte hay metano pero antiguo. De ser de origen biológico supondría que se genera de forma continua. Pero eso no explicaría la gran duda: ¿por qué entonces aparece y desaparece?
La Curiosity ha hecho honor a su nombre y encontró pruebas de un aumento de metano brusco y exponencial, casi del 100%, pero que luego volvía descender, como si su producción fuera intermitente o esporádica, por ciclos. Si se tratara de un proceso geológico sería más sostenido en el tiempo, quizás, o puede que simplemente sea metano que escapa por fumarolas del subsuelo. Son teorías sin pruebas pero que intentan explicar su origen. Otro, obviamente, es el biológico, quizás por bacterias que procesan otros componentes y liberan metano. Ha sido el grupo de investigadores internacional que coordina y maneja la Curiosity, entre los que hay dos españoles, los que han dado el aviso. Entre ellos Javier Martín-Torres, coautor del estudio e investigador del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC- UGR), y uno de los responsables del instrumento meteorológico REMS que monitoriza la atmósfera desde superficie. Él apuesta por el origen geológico, pero no da por cerrada ninguna otra posibilidad.
El metano en Marte no es nuevo: sondas anteriores ya habían encontrado rastros de este gas en la atmósfera marciana y de forma cíclica, pero hasta ahora la sonda terrestre no había detectado esta descompensación en superficie. Y lo que es más intrigante aún: a esos niveles el metano debería haber permanecido durante cientos de años, pero oscilaba con fuerza. Es otra rareza más añadida al hallazgo, ya que ese metano era oscilante en función de la época del año, de tal manera que sólo aparecía en determinados puntos en épocas concretas. Se asoció entonces la aparición del metano a algún resorte atmosférico marciano o bien a procesos internos geológicos. Así que no es una nueva noticia, pero sí que lo es que la variación sea tan brusca y localizada. No es normal, por lo tanto los astrónomos han apuntado el origen biológico como una alternativa más a considerar, pero lo hacen con toda la frialdad posible, ya que no está confirmado.
¿Por qué el metano es tan importante?
Para que haya vida tal y como nosotros la conocemos es indispensable que haya dos compuestos básicos, hidrógeno y carbono, y que exista también agua que sirva de caldo de cultivo de la vida a nivel bacteriano. A partir de ahí casi todo es posible. El metano es un compuesto muy peculiar (un átomo de carbono y cuatro de hidrógeno) producido por origen biológico. Pues bien, este rastro de metano, más los experimentos en rocas marcianas realizados por la Curiosity desde que llegó a Marte, demuestran que materiales básicos hay en el planeta rojo, pero eso no significa nada. Potencialmente Marte podría albergar algún tipo de vida, pero es pronto para cerrar (o abrir) puertas. La Curiosity encontró en el cráter Gale (ecuador de Marte, más de 150 km de diámetro y una zona privilegiada de la superficie en caso de que hubiera vida) una subida y bajada brusca de esos niveles de metano.
Lo primero que detectó la Curiosity con su instrumental era que había muchísimo menos metano del que habían detectado las sondas orbitales (0,7 partes por billón), pero que éste aumentaba de forma cíclica a lo largo del año para luego descender de nuevo. El registro llegaba a 7 partes por billón, un aumento más que considerable y revelador. Es decir, que esa subida no era casual y que podría ser que el metano residual (esas 0,7 partes por billón) fuera de origen geológico pero que las subidas frenéticas se debieran a otro mecanismo adicional. Y ahí es donde aparece la teoría biológica, que permitiría explicar esas variaciones tan fuertes y temporales. Sin embargo la NASA es muy prudente y no quiere ni oír hablar de certezas: carbono e hidrógeno pueden estar en Marte sin que hayan desarrollado vida, como ocurre en otros planetas y lugares del Sistema Solar donde se encuentran ambos componentes sin consecuencias.
Autorretrato de la Curiosity a partir de un mosaico de fotos hechas a sí misma (FOTO: NASA)