Altamira es una mina de oro cultural: la maestría de las pinturas rupestres es tan grande que ha generado todo tipo de filias que se convierten ahora en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (Mupac).
Paredes cavernosas y objetos decorados, una combinación que representaba el salto definitivo del ser humano de la condición animal a la civilización. Eran realismo puro, una proyección de lo que era el eje de aquellas primeras comunidades: la caza y lo que se podía extraer de ella. Aparecen caballos, ciervos, renos, bisontes, y las primeras formas geométricas que daban paso a una capacidad de abstracción vital para el futuro humano. Estas cuevas representan el origen del arte.
A partir de Altamira y muchos otros emplazamientos y colecciones de objetos se ha generado la futura Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (Mupac), comunidad que en su pequeño territorio reúne diez cuevas con pinturas rupestres declaradas Patrimonio de la Humanidad y un buen número de yacimientos que todavía no han exhibido todo lo que atesoran. Cantabria se convertía así en uno de los grandes focos de la paleontología y la arqueología. Tanto trabajo dio para una larga colección de objetos y descubrimientos que cubren toda la antigüedad y principios cristianos de la zona y que ocupará la antigua sede del Banco de España de 1924 y será dirigido por Roberto Ontañón.
Especialmente importantes son los objetos de decoración paleolítico y las cuevas mismas. El hueso y las astas de los bóvidos eran los lienzos donde se hacían los primeros utensilios, todos con una utilidad manifiesta y sin espacio para las filigranas sin sentido. Era tanto arte como una rudimentaria ingeniería doméstica. El futuro museo atesora algunos como los bastones perforados de El Castillo y El Pendo o la falange de uro decorada de La Garma. La colección del Mupac tiene una historia azarosa: muchas piezas se exhibieron durante años en el Palacio de Sobrellano en Comillas y luego en Santander, donde dormiría el sueño de los justos hasta 2008 en la que empezó a exhibirse de nuevo.
Es el último museo de arqueología y prehistoria que se ha inaugurado en España y cuando su nueva sede sea una realidad combinará la exposición permanente en el viejo edificio con las cuevas con pinturas prehistóricas abiertas al público: Covalanas, El Castillo, Las Monedas, Hornos de la Peña, El Pendo, Chufín y Cullalvera (todas declaradas Patrimonio de la Humanidad, excepto la última). Los objetos arqueológicos son el centro de una escenografía que ayuda a entender su contexto histórico de una forma didáctica e interactividad. Se pueden ver cómo eran las cabañas desde el interior y también cómo ser organizaban las villas romanas o la vida en las cuevas.
Interior y exterior del actual edificio