El director Denis Villeneuve confirmó hace unos días que el encargo de hacer el remake de ‘Dune’ será finalmente doble: dos filmes rodados por separado ya que la novela original de Frank Herbert, un clásico de la ciencia-ficción del siglo XX, es demasiado densa, larga y compleja.

Que los seguidores de la saga literaria se vayan preparando porque irá para largo: mínimo dos años, como ha dicho el propio Villeneuve, conocido por su talento y por haber recibió otro encargo envenenado, ‘Blade Runner 2049’, del que salió más o menos bien parado en función de a quién se le pregunte. El primer borrador del guión lo escribió Eric Roth, y es de lo poco que se sabe del proyecto, del que apenas hay información salvo que intentará superar la traumática, y por ahora, gran adaptación al cine, la de David Lynch en los 80. Villeneuve sin embargo ya ha dicho que será muy diferente. Tiene en mente Arrakis, el planeta de los mares de arena que es el eje central de ‘Dune’, la “saga maldita” para los adaptadores.

Lo entrecomillamos porque esa “leyenda negra” afecta, curiosamente, sólo a la gran pantalla. Porque vidas ha tenido múltiples: varias series de televisión, videojuegos y uno de los mayores éxitos literarios de la historia del género. Un auténtico tótem en papel y tinta con tantos seguidores y “creyentes” como lo puedan tener otras sagas y creaciones. Cuando se supo mucha gente bromeó con esa misma leyenda: “¿Le damos la enhorabuena o el pésame?” escribió más de uno con sorna. Y no es para menos. La historia de la, hasta ahora, única adaptación al cine de esta colosal saga literaria salió de la mente de David Lynch en 1984, que sin embargo boicoteó la producción y no la firmó en los títulos de crédito.

El director canadiense, que ha demostrado sobrado talento para el género con ‘La llegada’, abrió las manos para heredar el encargo de regresar al mundo distópico de ‘Blade Runner’ de las manos de Ridley Scott, que en su día marcó un hito doble adaptando el célebre ‘¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?’ de Philip D. Dick. La vampirización de los escritores de este género es encomiable, y en gran medida muy provechosa para el cine y la cultura en general: ‘2001 Odisea del Espacio’ emanó del libro de Arthur C. Clarke, y eso sin contar con las múltiples creaciones derivadas de los textos de H. G. Wells o Julio Verne. El idilio entre literatura y cine en este apartado de las letras prosigue. El problema en sí es más el mal precedente. Frank Herbert (1920-1986) es una mina más.

Villeneuve no sólo va a tener que enfrentarse a una obra monumental de más de mil páginas, sino también al recuerdo imborrable del ‘Dune’ de David Lynch, un fiasco tremendo en su momento y hoy película de culto casi religioso, al menos a nivel estético y formal. Tanto que ya forma incluso parte del legado de la cultura popular. Ejemplo: “Ni una gota sobre la superficie de Arrakis”, una frase que dirá mucho a los seguidores de la saga y casi nada al resto. Pero que es, en cierta medida, un resumen de la obra, que fusiona ciencia-ficción, religión mesiánica, ecología cultural, espiritualidad trascendental, aventuras y un aire psicodélico sesentero que impregna casi todo. Aviso para navegantes: no es una obra fácil para el lector. Ni mucho menos. Más bien todo lo contrario, lo que la hace más atractiva si cabe. Villeneuve va a tener mucho trabajo. El primero en intentarlo fue Alejandro Jodorowsky (ver despiece) con ayuda de otros dos tótem, Moebius y H. R. Giger, más la banda sonora de (agárrense), Pink Floyd. Pero el proyecto fue tan extraño e irrealizable que se quedó como un amago extravagante.

El “mal fario” de ‘Dune’ hay que buscarlo en la primera adaptación, la de David Lynch, en 1983-1984, un año antes de que Herbert escribiera el sexto libro y dos antes de que éste muriera. La saga tenía tres desafíos para el cine: su longitud de tramas (seis libros entonces, y hoy prolongadas con otras dos trilogías secundarias más), la estética descrita en los libros (muy complicada con la tecnología de la época y con escenas difíciles de llevar a una pantalla) y el aire místico que vale para la literatura pero que en pantalla puede resultar difícil de representar. Lynch era la persona perfecta, un director famoso por su particular mundo simbólico y creativo (venía de rodar ‘El hombre elefante’ en 1980), que le llevó a hacer su propia versión al margen de lo que podía ser comercialmente viable. Inevitablemente esto llevó a los productores (Dino de Laurentiis al frente, volcánico y caprichoso) a meter las manos en el proyecto. Curiosamente otro de los que lucharon por adaptarla, Ridley Scott, había sufrido el mismo destino cuando hizo ‘Blade Runner’: la película original, “de culto”, es más obra del montaje de los productores que de los directores.

En el caso de ‘Dune’ lo cierto es que el montaje original siempre adoleció de prisas, muchas, pero también de muchas lagunas sin explicar. Lynch, asqueado y traicionado, se revolvió. Pero con “retardo”: en el estreno aparecía su nombre, pero cuando el filme pasó a TV y a otros soportes exigió firmar como Alan Smithee, el alias que ponen todos los directores cuando no se quieren hacer responsables de un proyecto protagonizado por mitos ochenteros y desconocidos, como Kyle MacLachlan (como Paul Atreides), Sean Young, Francesca Annis (Lady Jessica), Sian Phillips (la Reverenda Madre), Jürgen Prochnow (Leto Atreides), Patrick Stewart (Gurney Halleck), Kenneth McMillan (Barón Harkonnen), Sting (Feyd Rautha Harkonnen), Max von Sydow o Virginia Madsen. La banda sonora fue encargada al grupo Toto, pero el principal tema que hoy queda asociado a la película, ‘Prophecy’, sin embargo, cayó en manos de Brian Eno. Fue una película extraña que no dejó contento a nadie pero que se convirtió en obra de culto andando el tiempo. Y muy complicada de resumir. Tengan en cuenta que hay ensayos en varios idiomas sobre esta saga que superan las 300 páginas.

Pero su éxito literario, arquetípico y arrollador, con una influencia inmensa en otros autores, permitió pensar desde el principio en una adaptación. Y no sólo esa, sino las posteriores. Tras el enorme fiasco, que todavía hoy hace rechinar dientes a Lynch, la saga quedó donde debía: en los libros. Pero no cejaron en el empeño. Quince años más tarde se llevó a la TV, con el patrocinio del canal Sy-Fi y formato de miniserie, mismo título y misma disposición argumental, basándose siempre en el mismo primer libro. El relativo éxito permitió en 2003 estrenar con el mismo formato ‘Los hijos de Dune’, basada en los libros ‘El Mesías de Dune’ y ‘Los hijos de Dune’. Después de eso Paramount Pictures decidió arremeter de nuevo: en 2008 escogieron a Peter Berg para dirigir la nueva adaptación al cine. Fue entonces cuando llegó otra vez el “mal fario”: finalmente no se concretó a pesar de tener al frente a Brian Herbert y Kevin K. Anderson, autores de varias secuelas literarias de ‘Dune’. Y ahora, otra vez (¿a la tercera va la vencida?) se prepara el proyecto, con Legendary Pictures como motor después de comprar los derechos.

‘Dune’ para novatos

La saga se compone de seis novelas originales de Frank Herbert (en la foto superior) y otras seis complementarias de su hijo Brian Herbert y Kevin J. Anderson. Las originales, que no se publicarían en España hasta 1975, incluyen: ‘Dune’ (1965, que le valió al año siguiente el Premio Hugo y el Premio Nébula, los dos más importantes de la ciencia-ficción), ‘El Mesías de Dune’ (1969), ‘Hijos de Dune’ (1976, que concluía la primera trilogía planificada), ‘Dios Emperador de Dune’ (1981, en respuesta al tremendo éxito de la saga). Aquí Herbert quiso cerrar finalmente. Pero no pudo parar y antes de morir en 1986 publicó ‘Herejes de Dune’ (1984) y ‘Casa Capitular Dune’ (1985). Se calcula que debía haber otro más, porque dejó la saga con final abierto. Brian y Anderson añadieron dos trilogías, ‘Preludio a Dune’ (1999-2001) y ‘Leyendas de Dune’ (2002-2004), y otras dos novelas que complementan la última de 1985, ‘Cazadores de Dune’ (2006) y ‘Gusanos de arena de Dune’ (2007).

Intentar resumir el argumento es como meter un mar en un cubo de plástico, porque abarca varias generaciones e historias paralelas. Nos centraremos en el libro inicial: Paul Atreides, heredero de la Casa Atreides, viaja con su padre Leto al planeta Arrakis junto con todo su ducado para custodiar este mundo desértico, vital para el Imperio Universal porque es el único lugar donde se produce la especia melange que permite hacer los viajes interestelares que mantienen al Imperio unido, pero también un alto nivel de cognición y poder ver el futuro. Pero el emperador (Padisha Shaddam IV) traiciona a la Casa Atreides en connivencia con la Casa Harkonnen para sacarlos de su planeta Caladan y exterminarlos.

Sin embargo Paul, que es visto por Orden Bene Gesserit (pilar religioso del Imperio, con reminiscencias al cristianismo y el Islam) como el “Mesías deseado” (o Kwisatz Haderach) sobrevive junto con su madre y debe refugiarse en el desierto, donde conocerá a los fremen, las tribus cultivadoras de especia que cabalgan los Gusanos de Arena, que le reciben como el liberador (Muad’Dib) que traerá de nuevo el agua a Arrakis y su independencia de la tiranía imperial. Paul y su madre Jessica pasan por varios rituales (Agonía de la Especia) y lentamente se convierten: él en el Muad’Dib y ella en Reveranda Madre y progenitora de Alia, la hermana pequeña de Paul, que también será Reverenda Madre. Los tres y los fremen lucharán contra el Emperador, le derrotarán y empezará una guerra santa de Paul contra el Imperio.