Un equipo multinacional de astrónomos ha descubierto un planeta enano con una órbita más allá de Neptuno y con el mismo perfil que Plutón, sólo que más pequeño.

La región transneptuniana (la zona del Sistema Solar más allá de Neptuno) da cada vez más sorpresas. Si hasta hace poco la astronomía presentaba la posibilidad de un noveno planeta gigante orbitando como una goma elástica el Sol y los objetos del Cinturón de Kuiper (el Planeta Nueve o Planet X), ahora un equipo de astrónomos ha localizado otro planeta enano con una órbita en la que un giro completo al Sol abarca 700 años. El cálculo oficial es que hay cientos de potenciales cuerpos orbitando la zona y el Sol a tanta distancia que nuestra estrella apenas es un punto más brillante de lo normal. Es un mundo oscuro, helado y muy lejano del que sabemos poco o casi nada, y que está en la trayectoria del viaje de New Horizons.

Su nombre es 2015 RR 245 y tiene una de las órbitas más amplias nunca vistas en el Sistema Solar. Tanto que excede incluso los límites de Plutón. Fue localizado en febrero de este año (pero publicado ahora) por el telescopio Canadá-Francia-Hawaii en Maunakea, Hawai, como parte del Outer Solar System Origins Survey (OSSOS), que se dedica precisamente a buscar cuerpos más allá de Neptuno para poder cartografiar a fondo todo lo que abarca el Sistema Solar. De momento ya ha encontrado más de 500, pero sólo un planeta enano, éste.

El nuevo vecino tiene dos ventajas y una peculiaridad: las primeras es que brilla más de lo que lo hacen el resto de planetas enanos y cuerpos de su región, y que viaja a muy baja velocidad; el segundo, su órbita, muy extraña y particular. Tanto que para poder localizarlo hubo que informatizar la búsqueda con varios ordenadores que categorizan y buscan cualquier punto en movimiento de las imágenes captadas por el telescopio. Así fue como el astrónomo J. J. Kavelaars (Canadá) logró encontrarlo. La baja velocidad se debería, en parte, a su lejanía: estaría al doble de distancia de nosotros que Neptuno, es decir, 120 veces la distancia entre el Sol y la Tierra.

Imagen manipulada para poder detectar los cuerpos orbitales. La flecha señala a RR 245

Además su órbita es extremadamente elíptica, un comportamiento que debería haber sido común durante millones de años, cubriendo una distancia de más de 12.000 millones de km alrededor del Sol. Pero como el eje de la órbita es desigual, estará en una fase cercana a la estrella en breve: se calcula que podría “acercarse” a 5.000 millones de km quizás para 2096. Su estudio va a ser muy complicado, por lo que ahora los intentos de los astrónomos será en concretar su órbita real y poder prever un punto de observación y enfocar los telescopios en un lugar exacto en el tiempo y el espacio. Además será bautizado con algún nombre

Poco más se sabe sobre él, salvo que ese brillo es tramposo: podría tratarse de un cuerpo mucho más grande de lo estimado al principio y por lo tanto menos brillante de lo que debería. O ser muy pequeño y brillante, como se cree en principio. Pero guarda una cosa en común con el resto de cuerpos de la región: todos son “escombros” desechados de la formación del Sistema Solar. Hay una teoría que establece que durante la formación de los grandes planetas muchos cuerpos fueron destruidos, quebrados en forma de millones de asteroides o expulsados gradualmente del centro del sistema por la gravedad y movimiento de los grandes planetas, especialmente los gigantes gaseosos más allá de Marte. Sólo unos pocos sobrevivieron, desplazados y atrapados en órbitas irregulares y tremendamente largas, jugando literalmente al chicle con el Sol.

Dos buenos ejemplos son Plutón y Eris, los dos planetas enanos más conocidos. Dentro del sistema hay uno también famoso, Ceres, atrapado dentro del Cinturón de Asteroides entre Marte y Júpiter. El resto de cuerpos son a veces de apenas un km o mucho menos, con órbitas irregulares que, en ocasiones, pueden llegar a chocar con otros. Lo común a todos ellos es el frío: las bajas temperaturas conforman sus atmósferas y geografías, hasta tener comportamientos que desafían la lógica de lo que sería una superficie normal, donde incluso el aire de sus hipotéticas atmósferas se congela y descongela cada poco.

En amarillo, la enorme órbita elíptica del nuevo planeta enano respecto a los cuerpos ya conocidos (puntos blancos) y las órbitas planetarias del Sistema Solar (en verde)