‘Proyecto Lázaro’ y ‘La tortuga roja’ son dos rarezas, casi únicas, y también dos películas que merecen la atención, la pena y la recomendación, porque no es fácil que en España se opte por la ciencia-ficción (la primera) y porque la mejor animación también puede tener un nivel de calidad superior al cine real (la segunda).

Decir ciencia-ficción y España es raro y bizarro a la vez: extraño porque el nuestro no es país para este género, maltratado, que vive en un gueto literario que en el caso del cine es poco menos que un oasis en medio del desierto. Para encontrar el rastro de ‘Proyecto Lázaro’ hay que volver mucho tiempo atrás, a ‘Eva’, de Kike Maíllo, que sin embargo abordaba uno de los temas estrella del género: la inteligencia artificial. Hasta que aparece Mateo Gil, colaborador habitual de Alejandro Amenábar en los guiones, que se anima con su nueva película como director (ya ha dirigido ‘Nadie conoce a nadie’, ‘Regreso a Moira’ o ‘Blackthorn’ entre otras). Lo hace además con apoyo financiero francés, porque imaginar que alguna productora española grande se la juegue con la ciencia-ficción sí que es propio de este género.

Mateo Gil es un habitual socio de Amenábar, y su mano está detrás de los guiones del director desde los tiempos de ‘Tesis’, cuando eran jóvenes y usaban la Facultad de Comunicación de la Complutense para hacer una película que les ha traído, más de 20 años después, a este punto concreto de sus vidas, en el que pueden elegir sus proyectos e intentar hacer saltos. Y no es la primera vez: ‘Abre los ojos’ ya tocaba un tema de la ciencia-ficción, el de los mundos virtuales inducidos y (ojo spolier, si es que tienen el mal gusto de no haberla visto ya) la reanimación vital después de una hibernación criogénica Curiosamente el argumento de ‘Proyecto Lázaro’ entronca con ‘Abre los ojos’, aunque sólo de manera tangencial.

Proyecto Lázaro (2017) mixta

Un avance: estamos en el año 2084, y un grupo de médicos logra resucitar por primera vez a un hombre que fue criogenizado 60 años atrás. Marc (Tom Hughes) fue diagnosticado con una enfermedad cuyo pronóstico era de un año de vida. Incapaz de aceptar su final, decide congelar su cuerpo. Seis décadas después Marc se convierte en el primer hombre resucitado de la Historia. Entonces descubrirá que el gran amor de su vida, Naomi (Oona Chaplin), le ha acompañado durante todo ese tiempo de una forma que él no esperaba. La criogenización es uno más de los temas secundarios que suelen aparecer en la ciencia-ficción, la posibilidad de recrear cómo sería volver a la vida después de una muerte biológica en la que el cuerpo es conservado intacto a baja temperatura.

El problema es el de siempre: ¿es la mente el reflejo de una disposición biológica fija en nuestro cerebro o no lo es? ¿Y si así fuera y pudiéramos se reanimados, seríamos los mismos? ¿Cómo reaccionaríamos al morir hoy despertar cien años más tarde en un mundo totalmente diferente, donde seríamos extraños absolutos en un mundo extraño, y después de que todos nuestros seres queridos hubieran muerto? Una forma original de aproximación a este tema fue la serie ‘Futurama’, donde el personaje principal, Fry, despierta cientos de años después en un planeta Tierra muy distinto al que conoció, poblado de robots pensantes, alienígenas y humanos mutantes.

Aquí lo que Mateo Gil intenta fusionarlo además con una historia de amor, un complemento que hará más atractivo el filme pero no menos dramático en este género: la eternidad, la muerte, el ansia por escapar de lo inevitable. En la película hay guiños tanto a la mitología griega (la figura de Prometeo está presente en varias formas) e incluso a la Biblia, elementos que se compaginan para crear un filme distinto que sólo por el atrevimiento que supone hacerlo debería recibir algo de atención del público. Lo más trágico es que muy posiblemente funcionará mejor fuera de España que en nuestro país. Porque si aquí la ciencia es cosa de brujería, y la ignorancia del público sobre esta forma de conocimiento es descomunal, fuera es un género apreciado. Y este será su siglo.

Ficha de ‘Proyecto Lázaro’:

Título original: Proyecto Lázaro. Año: 2016. Duración: 112 min. País: España. Género: ciencia-ficción. Dirección y guión: Mateo Gil. Música: Lucas Vidal. Fotografía: Pau Esteve Birba. Reparto: Tom Hughes, Charlotte Le Bon, Oona Chaplin, Barry Ward, Julio Perillán, Rafael Cebrián, Bruno Sevilla, Daniel Horvath, Alex Hafner, Godeliv Van den Brandt, Melina Matthews, Efrain Anglès, Sebastian R. Bugge, Tony Corvillo, Jordi Cots, Oscar Dorta. Productora: Arcadia Motion Pictures / Canal+ España / Noodles Production

La tortuga roja (2017) mixta

‘La tortuga roja’ es un engendro propio de un mundo sin fronteras que lucha por demostrar que Donald Trump es el canto del cisne del nacionalismo blanco y la xenofobia asociada, ese pensamiento tan infantil de que los muros detienen el tiempo y la Historia. Nos explicamos: un filme de animación producido por Francia y el legendario Studio Ghibli cofundado por Miyazaki y creado por un holandés, Michael Dudok de Wit, que se ha atrevido a hacer una joya tremenda que ha arrasado en premios y nominaciones en Europa y EEUU (Cannes, Premios Europeos, Festival de Gijón, Critics Choice Awards de Los Ángeles), saludada como una obra maestra. Y realmente lo es.

El filme es una historia muda sobre un náufrago en una isla tropical desierta, poblada de tortugas, cangrejos y aves. Es la narración de las grandes etapas de la vida de un ser humano. Debut en el largometraje del animador Michael Dudok de Wit (ganador del Oscar por su cortometraje ‘Father and Daughter’). Una coproducción de varias productoras francesas y el Studio Ghibli, que se ha atrevido por fin a aliarse con Europa para hacer películas después de que la larga sombra de Hayao Miyazaki, fundador y tótem del anime internacional, maestro japonés y mundial, se retirara.

Pero el maestro está presente: la película desprende el mismo espíritu lírico y emotivista que tienen filmes como ‘La princesa Mononoke’, ‘El viaje de Chihiro’ o ‘Mi vecino Totoro’ y que ayudaron a Studio Ghibli a romper barreras y fronteras nacionales, crea un ambiente humanista e íntimo que llega tanto a un japonés como a un europeo o incluso un norteamericano. No hace falta tener menos de 15 años para apreciarlo: la nueva animación no conoce edades, y si Pixar logró llegar a hijos y padres aquí Dudok de Wit también lo consigue, incluso con un despliegue estético en el dibujo que recuerda, mucho, al de Miyazaki. Quizás por eso Ghibli se atrevió con él: no es japonés pero lo parece, no es anime al uso, pero se le acerca.

En ‘La tortuga roja’ no hay acción extrema ni sorpresa visual, es justo lo contrario: quietud, contención, emoción por la vida humana en todas sus etapas con una tortuga como testigo de ese nacimiento y evolución de un individuo que bien podría ser cualquiera de nosotros. El fuste se une a la música y la poética visual perfectamente detallada, desde el cielo al mar, permitiendo al espectador meterse de lleno en una película diferente. Muy distinta a todas las demás.

Ficha de ‘La tortuga roja’:

Título original: La tortue rouge. Año: 2016. Duración: 80 min. País: Francia. Género: animación. Director: Michael Dudok de Wit. Guión: Michael Dudok de Wit, Pascale Ferran. Música: Laurent Perez del Mar. Producción: Coproducción Francia-Japón; Why Not Productions / Wild Bunch / Studio Ghibli.