Jim Sheridan, Ken Loach, Paul Greengrass, Neil Jordan y hasta John Ford han retratado, con actores como Daniel Day Lewis, Liam Neeson, James Nesbitt, Cillian Murphy, Stephen Rea y Gerard McSorley, los principales episodios del último siglo del enfrentamiento entre británicos e irlandeses: Michael Collins, ‘Bloody Sunday’, los Cuatro de Guildford, Bobby Sands, Omagh…
Pocos conflictos han despertado tanto el interés del cine como el de Irlanda. El relato del conflicto moderno, con el Levantamiento de Pascua de 1916 como primer gran acontecimiento, saltó rápidamente de los libros de historia a las salas de cine:
-La Guerra Anglo-Irlandesa (1919-1921) y la posterior Guerra de Irlanda (1922-1923): ‘El Arado y las Estrellas’ (John Ford, 1936), ‘Larga es la Noche’ (Carol Reed, 1947), ‘Luces de Rebeldía’ (Michael Anderson, 1959), ‘Michael Collins’ (Neil Jordan, 1996) y ‘El Viento que Agita la Cebada’ (Ken Loach, 2006).
-La figura de Michael Collins (1890-1922): con el homónimo biopic de Neil Jordan protagonizado por Liam Neeson y estrenado en 1996.
-The Troubles (1968-1998). Comúnmente, el conflicto moderno de Irlanda del Norte. La reciente ’71 (Yann Demange, 2014) refleja muy bien el clima de tensión absoluta de esos años, especialmente en la primera mitad de los setenta.
-La violenta represión del Ejército británico de la marcha de la Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte en Derry, conocida como ‘Bloody Sunday’ (1972). Paul Greengrass recreó los hechos, con un estilo muy cercano al documental, en ‘Domingo Sangriento’ (2002).
-La Larga Guerra, desde mediados de los setenta hasta el Acuerdo de Viernes Santo (10 de abril de 1998). La violencia entre ambas partes se enquistó. El cine ha mostrado esta época desde diferentes perspectivas con el conflicto en primera o segunda línea: ‘El Largo Viernes Santo’ (John Mackenzie, 1980), ‘Cal’ (Pat O’Connor, 1984), ‘Réquiem por los que Van a Morir’ (Mike Hodges, 1987), ‘Juego de Lágrimas’ (Neil Jordan, 1992), ‘Juego de Patriotas’ (Phillip Noyce, 1992), ‘Juego Sucio’ (‘The Informant’) (Jim McBride, 1997), ‘La Sombra del Diablo’ (Alan J. Pakula, 1997), ‘Titanic Town’ (Roger Michell, 1998), ‘El General’ (John Boorman, 1998), ‘Desayuno en Plutón’ (Neil Jordan, 2005) y ‘Mr. Nice’ (Bernard Rose, 2010).
-La Guerra Sucia del Gobierno británico: ‘Agenda Oculta’ (Ken Loach, 1990) y ‘En el Nombre del Padre’ (Jim Sheridan, 1993), basada en hechos reales.
-Las huelgas de presos del IRA (1976-1981): ‘En el Nombre del Hijo’ (Terry George, 1996) y ‘Hunger’ (Steve McQueen, 2008).
-La primera gran tregua de 1994: ‘The Boxer’ (Jim Sheridan, 1997).
-El atentado de Omagh, del que se cumple este 15 de agosto ya diecisiete años: ‘Omagh’ (Pete Travis, 2004).
-El gran reto actual de la convivencia tras la firma del Acuerdo de Viernes Santo: ‘Cinco Minutos de Gloria’ (Oliver Hirschbiegel, 2009).
Guerra Anglo-Irlandesa y Guerra de Irlanda:
El conflicto de Irlanda se remonta al siglo XII. El año 1169 marca el inicio de la invasión británica. La incorporación de Irlanda al Reino Unido no se completaría hasta el Acta de Unión firmada en 1800. El cine ha sorteado esta larga fase del conflicto y ha saltado directamente al siglo XX.
La Home Rule (autogobierno limitado de Irlanda) ahondó los recelos entre republicanos y unionistas, identificados (aunque no sea cien por cien exacto) como, respectivamente, católicos (pro-irlandeses) y protestantes (pro-británicos). Suspendida la Home Rule durante la Primera Guerra Mundial, los republicanos pasaron a la acción con el ‘Levantamiento de Pascua’ (24-29 de abril de 1916) en Dublín. El biopic de Neil Jordan sobre Michael Collins arranca precisamente con el Levantamiento de Pascua y las posteriores ejecuciones de sus principales promotores. Se salvaron, entre otros, Michael Collins y Éamon de Valera, figuras claves en las posteriores Guerra Anglo-Irlandesa (1919-1921) y Guerra de Irlanda (1922-1923).
Cillian Murphy y Liam Cunningham, protagonistas de ‘El Viento que Agita la Cebada’
El siempre controvertido director británico Ken Loach, con una fuerte carga ideológica en su cine, es el responsable de la película que mejor expone esta primera fase del conflicto moderno de Irlanda: ‘El Viento que Agita la Cebada’ (2006), con la que ganó la Palma de Oro en Cannes.
El filme reproduce, en primer lugar, la Guerra Anglo-Irlandesa (1919-1921), con numerosas connotaciones más próximas a una guerra de guerrillas que a una guerra de ejércitos. Loach acompaña a un grupo de campesinos republicanos que lucha contra el Ejército británico, agrupado en la Royal Irish Constabulary Reserve Force o, como se les conocía en Irlanda por el color de sus uniforme, los Black and Tans.
“Soy miembro del Ejército Republicano Irlandés y exijo ser tratado como prisionero político. Soy un demócrata. En las últimas elecciones, el Sinn Féin obtuvo 73 escaños de 105. Queremos una República de Irlanda completamente independiente de Gran Bretaña. Es una decisión democrática. Su presencia aquí es un crimen, una ocupación extranjera. Dígame qué tengo que hacer como demócrata, ¿poner la otra mejilla durante otros 700 años? ¡Fuera de mi país!”, espeta uno de los líderes republicanos, interpretado por Cillian Murphy, a un mando británico durante un interrogatorio.
Loach completa su relato con la posterior Guerra Civil Irlandesa (1921-1922), consecuencia directa de la división en el bando republicano tras el Tratado Anglo-Irlandés. El Tratado contemplaba un Estado Libre Irlandés, pero sin el Ulster y con el obligado juramente de lealtad al rey Jorge V. Para unos, un paso hacia la República de Irlanda. Para otros, una traición.
Una división en el bando republicano que Loach muestra con su habitual densidad filosófica en extensas pero pedagógicas, para entender el conflicto, asambleas políticas y con el enfrentamiento entre dos hermanos que lucharon antes juntos en la Guerra Anglo-Irlandesa.
Michael Collins:
“Convertidme en chivo expiatorio, si queréis. Llamadme traidor, si queréis. Pero, por favor, dejad a salvo al país. La alternativa a este Tratado es una guerra que nadie en esta reunión alcanza a contemplar ni tan siquiera. Si el precio de la libertad, si el precio de la paz, es el mancillamiento de mi nombre, lo pagaré con sumo gusto” (Michael Collins, en la Dáil –el parlamento provisional irlandés– en las votaciones del Tratado Anglo-Irlandés).
La figura de Michael Collins (1890-1922) no solo conserva un espacio de privilegio en la sociedad irlandesa sino que se ha incrementado con el tiempo. La vida de Collins, el patriota que cambió la manera de enfrentarse contra los británicos y el político que negoció el Tratado Anglo-Irlandés e intentó parar la posterior Guerra Civil de Irlanda, pasó al cine (anteriormente fue un proyecto de los mismos John Ford y John Huston) de la mano de un equipo técnico y artístico irlandés: Neil Jordan, que ya se había acercado al conflicto de Irlanda en ‘Juego de Lágrimas’ (1992), y los actores norirlandeses Liam Neeson (Michael Collins) y Stephen Rea (Ned Broy), el estadounidense de origen irlandés Aidan Quinn (Harry Boland) y el británico Alan Rickman (Éamon de Valera).
Liam Neeson como el héroe nacional irlandés Michael Collins
Neeson, junto con Alan Rickman (Éamon de Valera) y Aidan Quinn (Harry Boland)
‘Michael Collins’ (1996) consiguió el León de Oro en la Mostra de Venecia. El jurado premió, además, a Liam Neeson con la Copa Volpi por su papel del grandullón (‘big fella’) Collins.
La película, que arranca con el fracaso del Levantamiento de Pasca, donde participaron, entre otros, Collins, De Valera y Boland, sigue los pasos de Michael Collins como pionero estratega de las operaciones del Ejército Republicano Irlandés y, posterior, negociador forzado del Tratado Anglo-Irlandés. Jordan desliza un importante enfrentamiento personal entre Collins y De Valera, que culminó en la Guerra Civil.
“Por un lado, es pragmático. Por otro, defiende la violencia hasta los extremos. Este hombre, que vivía en conflicto consigo mismo, representa los dos aspectos esenciales del carácter irlandés”, definió Neil Jordan en la Mostra de Venecia sobre la personalidad de Michael Collins.
A Jordan, que señaló a Gerry Adams (presidente del Sinn Féin) como el “Michael Collins de hoy”, le tocó lidiar con feroces críticas de la prensa conservadora británica. “Antes de verla ya comenzaron a atacarla. Dijeron, por supuesto, que, siendo yo irlandés, iba a ser muy parcial”. El estreno de ‘Michael Collins’ tuvo incluso que retrasarse varios meses debido a la situación en ese momento en el Ulster después de que el IRA rompiera el alto el fuego de 1994.
The Troubles:
Es el nombre con el que se denomina a lo que tradicionalmente se entiende como el conflicto moderno de Irlanda del Norte (1968-1998) hasta la aprobación del Acuerdo de Viernes Santo.
El Tratado Anglo-Irlandés de 1921 conservó en manos británicas la soberanía de seis de los nueve condados del Ulster (Antrim, Armagh, Down, Fermanagh, Derry/Londonderry y Tyrone), de clara mayoría (entonces) protestante y unionista.
La minoría católica protagonizó diversas revueltas, con la marca del IRA, en las cuatro décadas posteriores pero no fue hasta finales de los sesenta cuando el conflicto entró en otra fase caracterizada por durísimos enfrentamientos entre las comunidades protestante y católica: The Troubles.
Siguiendo el ejemplo de otros movimientos civiles en otras partes del mundo, como Martin Luther King en Estados Unidos con la población negra, la minoría católica se organizó en torno a la NICRA, siglas en inglés de la Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte, para demandar igualdad de derechos políticos y sociales con la mayoría protestante. Paralelamente, el IRA Provisional, escisión del IRA que combatió en la Guerra Anglo-Irlandesa y la Guerra Civil Irlandesa, se preparaba para comenzar una campaña de atentados, algo que también, en el otro bando, realizaron la Fuerza Voluntaria del Ulster y la Asociación en Defensa del Ulster. El conflicto, con el Ejército británico y la RUC (la Policía del Ulster) apoyando a los unionistas, se había militarizado.
Y la tensión explotó en las calles de Irlanda del Norte. Entre 1971 y 1976, fallecieron más de 1.700 personas en una espiral máxima de violencia. Más de la mitad de las víctimas del conflicto moderno de Irlanda del Norte se concentran en estos cinco años de máxima intensidad.
Una buena muestra de la tensión de aquellos años se aprecia, con un asfixiante realismo, en ’71 (Yann Demange, 2014). La cinta sorprendió en la Berlinale por su contundente estilo. No cabía otra alternativa para acercarse a esta etapa.
“No se preocupen. Solo estarán aquí hasta que un irlandés les mate”. Es el intimidador mensaje de un sargento a un nuevo grupo de soldados recién llegados a Irlanda del Norte. Pero también la realidad. Durante The Troubles, más de 500 soldados británicos y trescientos miembros de la RUC (la policía del Ulster), fallecieron en acciones del IRA.
En ’71, un soldado británico se descuelga de su unidad en la zona católica de Belfast durante una operación policial. Empieza una verdadera caza al hombre. El soldado, en su dramática huida de los pistoleros del IRA, se encontrará también con el cuartel de los unionistas donde el mismo Ejército británico colabora en la preparación de las bombas.
‘Bloody Sunday’:
“Un momento de verdad. Y un momento de vergüenza. Solo quiero decirle esto al Gobierno británico: ¿Sabéis qué habéis hecho? Destruir el Movimiento por los Derechos Civiles y le habéis dado al IRA la mayor victoria de toda su historia. Esta noche, en toda la ciudad, hay jóvenes, críos, ingresando en el IRA. Vais a cosechar una tempestad” (Ivan Cooper, promotor de la marcha de la Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte en Derry el domingo 30 de enero de 1972, en el epílogo de ‘Domingo Sangriento’).
James Nesbitt, como Ivan Cooper en ‘Domingo Sangriento’
‘Bloody Sunday’, un antes y un después en Irlanda del Norte. Un error histórico que contribuyó decisivamente a profundizar el conflicto, que se había reavivado desde finales de los sesenta. Una vergüenza nacional para el Reino Unido.
1972 registró el mayor número de víctimas en el conflicto moderno de Irlanda del Norte: 479, más de la mitad civiles. El Ejército británico disolvió de la peor manera posible la marcha de la Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte. Entre otras demandas, destacaba el rechazo al internamiento, sin juicio, de sospechosos de terrorismo. En la práctica, para la comunidad unionista, casi cualquier católico.
Catorce manifestantes (seis menores de edad) fallecieron acribillados, en apenas media hora, por disparos injustificados del Primer Regimiento de Paracaidistas del Reino Unido.
La posterior investigación judicial cerró en falso, en solo tres meses, el ‘Domingo Sangriento’. “Lo que se hizo fue declarar culpables a los inocentes e inocentes a los culpables”, denunció el realizador británico Paul Greengrass, director de ‘Domingo Sangriento’ (2002), en la Berlinale. El filme, una desgarradora reconstrucción del ‘Bloody Sunday’, casi un documental, compartió el Oso de Oro de la Berlinale con ‘El Viaje de Chihiro’ (Hayao Miyazaki, 2002).
El éxito comercial, cinematográfico y político de películas como ‘En el Nombre del Padre’ (1993) animó a Jim Sheridan a ampliar la visión del conflicto de Irlanda del Norte. En el horizonte, uno de los episodios más bochornosos: el ‘Domingo Sangriento’, popularizado por la banda irlandesa U2 con su tema ‘Sunday Bloody Sunday’, que despide el filme de Paul Greengrass, incluido en el álbum ‘War’ (1983).
“Quise hacer una contribución pequeña, pero importante, al proceso de paz (…). Habremos dado un paso sin marcha atrás hacia la paz cuando se haga justicia a esta gente”, enfatizó Greengrass durante la presentación del filme en la Berlinale.
El tono documental de ‘Domingo Sangriento’ es innegable, con la participación directa de habitantes de Derry que vivieron aquel doloroso día. El espectador asiste en primera línea, como si se tratara de un manifestante más, a los preparativos de la marcha, a la tensión previa que se respiraba en Derry, al desarrollo de la manifestación, a los primeros disturbios y al caos. Greengrass elige a cuatro protagonistas del ‘Domingo Sangriento’ para narrar unos hechos claves para explicar y entender la escalada de la violencia en Irlanda del Norte: el parlamentario Ivan Cooper (interpretado por el norirlandés James Nesbitt), organizador de la marcha; Gerry Donaghy, uno de los adolescentes fallecido; el general de Brigada Patrick MacLellan, responsable del desastroso operativo; y un paracaidista reticente al uso de la violencia.
La fuerza desproporcional utilizada por el Ejército británico en Derry agravó seriamente el conflicto de Irlanda del Norte. Pero Downing Street no reaccionó hasta que, en el 26º aniversario del ‘Bloody Sunday’, tres meses antes de la firma del Acuerdo de Viernes Santo, el entonces primer ministro Tony Blair anunció una nueva investigación. Los resultados, conocidos como el Informe Saville, se conocieron doce años después. El actual premier británico, David Cameron, acató las conclusiones en junio de 2010.
“No podemos defender al Ejército británico defendiendo lo indefendible. No tiene sentido intentar suavizar o presentar con ambigüedad lo que dice el informe (Saville). Está claro por las autorizadas conclusiones del Tribunal que los acontecimientos del ‘Domingo Sangriento’ no estaban bajo ningún aspecto justificados (…). Algunos miembros de las Fuerzas Armadas actuaron mal. El Gobierno es el responsable último de las Fuerzas Armadas. Y por eso, en nombre del Gobierno, y desde luego en nombre del país, estoy profundamente consternado”.
Un reconocimiento tan tardío como necesario.
La Larga Guerra:
Ocupa gran parte del conflicto. Ni los ‘provos’, nombre con el que se llamaba a los miembros del IRA Provisional, ni la Fuerza Voluntaria del Ulster ni la Asociación en Defensa del Ulster habían previsto que el conflicto se alargara y, mucho menos, se estancara, enredado en una continua acción-reacción de ambos bandos con bombas y tiroteos de por medio.
“El caso es muy simple. Estás aquí como rehén del Ejército Republicano Irlandés. Resulta que han encerrado a uno de nuestros dirigentes. Hemos comunicado que, si no le sueltan antes de tres días, te mataremos”. Escena de ‘Juego de Lágrimas’ (Neil Jordan, 1992). Un comando del IRA explica los motivos del secuestro a un soldado británico.
La violencia, siempre elevada, bajó, no obstante, significativamente a partir de 1977 y, aún más, entrada la década de los ochenta. Lejos había quedado el periodo más duro de The Troubles, entre 1972 y 1976. Comenzaba, aunque tímidamente, una fase de cansancio del conflicto y, con ella, los deseos de una solución pacífica, pero también las peligrosas disidencias en los grupos armados.
“¡Que le den por culo al maldito IRA! ¡Tantos años de guerra y no hemos llegado a ninguna parte! En su corazón y en su alma, Inglaterra es una monarquía y es ahí donde debemos golpear: a la realeza y a la clase dirigente”. Diálogo en ‘Juego de Patriotas’ (Phillip Noyce, 1992) entre dirigentes del IRA tras un atentado fallido contra un miembro de la Familia Real británica, Lord William Holmes, secretario de Estado británico para Irlanda del Norte.
Guerra Sucia:
No es la única, pero sí la más famosa. ‘En el Nombre del Padre’ (Jim Sheridan, 1993), Oso de Oro en la Berlinale, siete nominaciones a los Oscar y cuatro más a los Globos de Oro, supone sin duda la película más famosa para el gran público a la hora de hablar del conflicto de Irlanda del Norte.
A favor, una historia contundente, basada en hechos reales, con una de las mejores actuaciones de Daniel Day Lewis. Una historia que indignó a los millones de espectadores de ‘En el Nombre del Padre’ en todo el mundo por lo que estaba pasando en Irlanda del Norte. Una historia que colocó al Gobierno del Reino Unido en una situación muy incómoda y más que comprometida. Una historia que obligó al mismo primer ministro Tony Blair, en febrero de 2005, a pedir perdón, otra vez con notable retraso, a los Cuatro de Guildford:
Daniel Day Lewis estuvo nominado al Oscar por su papel de Gerry Conlon (abajo)
“Merecen quedar públicamente exonerados. Es una cuestión que hay que lamentar cuando alguien sufre un error de la justicia. Reconozco el trauma que la condena causó a los Conlon y a las familias Maguire y el estigma asociado incorrectamente a ellos hasta el día de hoy”.
‘En el Nombre del Padre’, basada en ‘Proved Innocent’ (1990), autobiografía de Gerry Conlon, evidencia que sí hubo Guerra Sucia, excesos policiales y judiciales, en el conflicto de Irlanda del Norte, algo que también denunciaba Ken Loach en el prólogo de la ficticia ‘Agenda Oculta’ (1990).
5 de octubre de 1974, etapa de máxima violencia. En aquel año, fallecieron casi trescientas personas relacionadas con el conflicto entre republicanos y unionistas. El IRA colocó dos bombas en dos pubs de Guildford, a las afueras de Londres, frecuentados por soldados británicos. La primera explosión, en el pub Horse and Groom, acabó con la vida de cuatro soldados y un civil. La segunda bomba, en el pub Seven Stars, explosionó con el local vacío tras ser evacuado minutos antes.
La Policía buscó culpables con suma rapidez: los Cuatro de Guildford (Gerry Conlon, Paul Hill, Paddy Armstrong y Carole Richardson). Recibieron presiones y torturas para confesar y fueron condenados a cadena perpetua por las bombas de Guildford. No fueron las únicas detenciones. La familia de Gerry Conlon también acabó en prisión con acusaciones falsas por posesión de explosivos y colaboración con el IRA. Siete detenidos, entre ellos el padre de Gerry Conlon, conocidos como los Siete de Maguire, cumplieron íntegramente sus condenas, entre cuatro y catorce años. El padre de Gerry falleció en prisión en 1980.
Los Cuatro de Guildford y los Siete de Maguire conforman el episodio más claro de Guerra Sucia en el conflicto de Irlanda del Norte.
“¡Soy un hombre inocente! He pasado 15 años en prisión por algo que no cometí. Vi morir a mi padre en una prisión británica por algo que no cometió. Y este Gobierno sigue diciendo que es culpable. Quiero decirles que hasta que mi padre sea probado inocente, hasta que las personas implicadas en este caso sean probadas inocentes, hasta que los culpables sean llevados ante la justicia, ¡seguiré luchando! ¡En nombre de mi padre y de la verdad!” (Gerry Conlon, a las puertas del Tribunal que le acababa de absolver).
La huelga de hambre:
“El cuerpo, como escenario de la guerra política, es el acto final de la desesperación. Tu propio cuerpo es tu último recurso para protestar (…). En ‘Hunger’ no hay una noción simplista de héroe, mártir o víctima. Mi intención es provocar el debate en el público, desafiar a nuestra propia moral a través de la película”, resumió Steve McQueen en el Festival de Cannes sobre una producción básica a la hora de entender las huelgas de presos del IRA entre 1976 y 1981.
‘Hunger’ (2008), ópera prima de McQueen premiada con la Cámara de Oro en Cannes, se centra en la Protesta Sucia y las posteriores huelgas de hambre en la prisión de Maze (Irlanda del Norte) en una producción sobria, parca en diálogos, descriptiva históricamente y, sobre todo, psicológicamente.
El realizador londinense contó con su actor fetiche, Michael Fassbender (adelgazó casi veinte kilos para el papel), para interpretar a Bobby Sands, mucho más que un icono en el conflicto de Irlanda del Norte. Sands, oficial al mando de los presos en Maze, fue quien comenzó la segunda y definitiva huelga de hambre, el 1 de marzo de 1981. Falleció 66 días después, la primera víctima de la huelga. Una multitud de 100.000 simpatizantes del IRA asistió al funeral de Sands. Durante su protesta, Sands fue elegido representante de la Cámara de los Comunes.
El pulso entre los presos del IRA y el Gobierno británico de Margaret Thatcher abrió una nueva etapa en el conflicto. Thatcher no cedió. Diez presos del IRA fallecieron durante la huelga de hambre. Una victoria pírrica de la ‘Dama de Hierro’. La huelga otorgó una enorme visibilidad internacional a las reivindicaciones del IRA, impulsó los reclutamientos del IRA y armó políticamente a la población católica de Irlanda del Norte. La victoria, desde Maze, de Sands en las urnas evidenció la fuerza política del nacionalismo en el Ulster. El Sinn Féin se convirtió desde entonces en un agente básico en la resolución del conflicto, algo a lo que se había negado Downing Street.
Antes que Steve McQueen, la huelga de los presos del IRA ya fue llevada al cine en ‘En el Nombre del Hijo’ (1996), que forma parte del tríptico del conflicto de Irlanda de Jim Sheridan y su habitual coguionista, Terry George: ‘En el Nombre del Padre’ (1993), ‘En el Nombre del Hijo’ (1996) y ‘The Boxer’ (1997). George es el encargado de dirigir esta primera incursión cinematográfica en las huelgas de presos del IRA con un destacado protagonismo de las madres de dos de los presos, interpretadas por Helen Mirren y Fionnula Flanagan.
Impactante, ‘Hunger’ reproduce la huelga de hambre de los presos del IRA
‘The Boxer’ esconde una historia romántica en las calles de Belfast
La tregua:
-“He decidido que necesito a alguien más político. Todas las operaciones quedarán suspendidas desde mañana a las doce.
-¿Por qué?
-Estamos cerca de un acuerdo.
-¿Incluye a los presos?
-Incluye a nuestros presos.
-¿Y tú qué ofreces?
-La paz”.
(Diálogo en ‘The Boxer’ entre el líder local del IRA y su lugarteniente).
Jim Sheridan y Daniel Day Lewis, esta vez con la colaboración de Emily Watson, volvieron a unirse cuatro años después de ‘En el Nombre del Padre’ en ‘The Boxer’ (1997).
‘The Boxer’, nominada al Globo de Oro como Mejor Película Dramática, recoge el sentimiento de profundo agotamiento psicológico del conflicto del Ulster en la década de los noventa. Lejos quedaban el ‘Domingo Sangriento’ y las huelgas de presos. Sin embargo, la violencia, aunque a menor escala, persistía. La paz era la única salida posible a un conflicto que amenazaba con perpetuarse.
El agotamiento del conflicto se percibe claramente en el personaje de Daniel Day Lewis, un antiguo miembro del IRA Provisional que vuelve a Belfast tras cumplir catorce años de condena. ¿Qué quiere? Simplemente, “limpiar” su historia. La violencia hace mucho tiempo que dejó de tener sentido, si es que alguna vez lo tuvo. La trama de ‘The Boxer’ se completa con un interrumpido romance entre los personajes de Daniel Day Lewis y Emily Watson, hija del responsable del IRA.
No fue una etapa, como en todo el conflicto de Irlanda del Norte, sencilla. La paz encontró múltiples obstáculos en ambos lados. La frágil tregua de 1994 tuvo detractores entre los paramilitares unionistas y también entre el IRA, que no tardaría en escindirse con el surgimiento del IRA Auténtico, responsable de la masacre de Omagh.
Omagh:
“El día que nuestros seres queridos murieron y nuestras familias quedaron rotas nos dijeron que se haría todo lo posible por llevar a los asesinos ante la justicia. Enterarnos ahora de que nos fallaron antes de la bomba, después de la bomba y de que siguen fallándonos, enterarnos de eso, por mucho que nos duela y nos escandalice, significa que podemos seguir adelante (…). No abandonaremos. No nos callarán. No nos olvidarán” (Michael Gallagher, Presidente del Grupo de Apoyo y Ayuda a las Víctimas de Omagh).
Calles comerciales de Omagh, 110 kilómetros al oeste de Belfast. 15 de agosto de 1998. Tres y diez de la tarde. El IRA Auténtico, una escisión del IRA contraria al Acuerdo de Viernes Santo, tambaleaba el aún endeble proceso de paz con un devastador coche bomba en Omagh (Irlanda del Norte). La explosión causó 29 muertos, entre ellos dos españoles, y más de doscientos heridos, el mayor atentado del IRA desde el recrudecimiento de la violencia a finales de los sesenta. El atroz ‘epílogo’ (penalmente sin resolver) al periodo de mayor tensión en el conflicto moderno de Irlanda.
Paul Greengrass, apenas dos años después de sobrecoger con el estilo documental de ‘Domingo Sangriento’, regresaba al Ulster en ‘Omagh’ (2004), coproducción televisiva de Channel 4 (Reino Unido) y RTÉ (Irlanda) que también llegó a las salas de cine. ‘Omagh’ obtuvo el Premio del Jurado al Mejor Guion en el Festival de San Sebastián. Greengrass, a punto de comenzar su carrera en Estados Unidos con ‘El Mito de Bourne’ (2004), coescribe un guion, junto con Guy Hibbert, que dirigió el británico Pete Travis (‘En el Punto de Mira’, 2008).
Mucho más que una minuciosa reconstrucción cinematográfica del atentado y la posterior chapucera investigación. ‘Omagh’ rebosa humanidad. Avanza un paso más que ‘Domingo Sangriento’. A través de Michael Gallagher, padre de uno de los fallecidos y presidente del Grupo de Apoyo y Ayuda a las Víctimas de Omagh, Travis sigue la frustrante lucha de las familias por conocer la verdad y conseguir justicia.
El atentado de Omagh comparte ignominia con el ‘Domingo Sangriento’ o el caso de los Cuatro de Guildford. La verdad poco tiene que ver con la verdad oficial. Con un agravante, el Gobierno británico (ni ninguno de los otros actores implicados) ha asumido en ningún momento su responsabilidad, como sí hicieron Tony Blair con los Cuatro de Guildford o David Cameron con el ‘Domingo Sangriento’. El filme de Pete Travis y Paul Greengrass deja muy malparados a los servicios secretos británico e irlandés y a la Policía del Ulster. Omagh era una tragedia anunciada. Nadie hizo nada por evitarla. Tampoco el Sinn Féin, brazo político del IRA. Michael Gallagher (con una impactante interpretación de Gerard McSorley, natural de la misma Omagh) se lo recrimina en el filme al propio Gerry Adams, presidente de la formación republicana.
“Se supone que la guerra terminó. Dicen que quiere construir una nueva Irlanda del Norte, una Irlanda del Norte en paz. Pero, ¿cómo vamos a construir una Irlanda del Norte en paz si usted no nos ayuda a llevar a esos asesinos ante la justicia?”.
Quizás la paz nunca llegue a ser completa mientras la verdad, toda la verdad, siga sin conocerse. El atentado de Omagh es el caso más bochornoso, pero no el único. Una amplia mayoría de los crímenes en el conflicto moderno de Irlanda del Norte no tienen, penalmente, responsable conocido.
El gran reto de la convivencia:
¿Y ahora qué? ¿Existe hoy paz en Irlanda del Norte? Sí. Y no.
La situación, desde el Acuerdo de Viernes Santo y el atentado de Omagh, ha mejorado mucho con respecto a las décadas de los setenta, ochenta e incluso noventa. Los atentados han dejado de ser algo cotidiano en Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, si bien grupos disidentes del IRA y también de los unionistas constituyen aún una amenaza real para la paz completa y definitiva. La tensión tampoco ha desaparecido de las calles. Católicos y protestantes, nacionalistas y unionistas, pro-irlandeses y pro-británicos tienen pendiente el gran reto de la convivencia. Las marchas orangistas que se organizan cada año en el mes de julio son un claro ejemplo. Hace apenas un mes, la marcha se saldó con 25 heridos en Belfast. Las provocaciones son mutuas. Queda un largo camino que recorrer.
‘Cinco Minutos de Gloria’ (Oliver Hirschbiegel, 2009) recurrió a dos ilustres habituales del cine sobre el conflicto de Irlanda, Liam Neeson y James Nesbitt, para reflejar los evidentes problemas de reconciliación en la sociedad norirlandesa. Lo hace, además, desde la perspectiva más compleja posible con un encuentro voluntario, con el proceso de paz políticamente consolidado, entre un antiguo miembro de la Fuerza Voluntaria del Ulster (Neeson) y el hermano pequeño de su única víctima (Nesbitt). De asesino a víctima. De víctima a asesino. Ambos con la necesidad, y el temor (aún mayor), de hablar, de seguir viviendo sus vidas.
“Líbrate de mí para que, cuando despiertes por la mañana, no esté yo en tu cabeza”, le insta el personaje de Neeson al de Nesbitt.
Pasar página no conlleva forzosamente olvidar ni perdonar. Pero pasar página será algo imprescindible para la paz en Irlanda del Norte.
Mejor que el pasado se quede en la memoria, los libros y las películas, que el pasado domine también el presente.
El cine, seguramente, sin renunciar a relatar antiguos episodios del conflicto, seguirá contándonos, como gran cronista que es, el desarrollo de la nueva Irlanda del Norte. Y, pronto, la paz definitiva en el Ulster.