Finalmente lo consiguieron en SpaceX: el lanzamiento de hace menos de 40 horas desde Cabo Cañaveral logró despegar y aterrizar, convirtiendo al cohete Falcon 9 en el propulsor y sistema perfecto para la nueva ola de exploración espacial.
Una prueba real para poner en órbita once microsatélites de la compañía ORBCOMM ha sido el último escalón para la empresa SpaceX antes de asentar su programa de cohetes para la NASA. La firma de Elon Musk ha conseguido por fin hacer despegar y aterrizar un cohete Falcon 9; no sólo ha hecho Historia, también despeja dudas sobre cómo será la exploración espacial del futuro. Incluyendo el sueño profundo y obsesivo de la NASA, Marte. Antes lo había hecho la empresa Blue Origin del fundador de Amazon, Jeff Bezos, con el proyecto New Shepard. Sin embargo no hay pruebas de vídeo de este éxito. SpaceX no sólo tiene mejor tecnología, también puede movilizar más recursos y cargas que su competidor, además tiene un vídeo en directo. Al final la NASA hará como siempre, utilizar a cada cual como mejor le convenga.
Entre ambas compañías se ha establecido un pulso que promete alentar la superación para mejorar la tecnología. Nada mejor que una competición por el premio gordo de los contratos de la NASA para revolucionarlo todo. Entre ambas pruebas hay una diferencia: New Shepard hizo un vuelo suborbital, es decir, que salió de la atmósfera y volvió a entrar poco después; en cambio el Falcon 9 salió, dejó en órbita varios satélites después de ponerse él mismo en órbita y regresó a la Tierra. Además tiene una ventaja: la reducción de costes que se derivaría del uso continuado de los mismos elementos en varias misiones. El coste final del Falcon 9 es de 60 millones de dólares (bastante menos que otros sistemas anteriores) y por el mismo presupuesto teórico de una sola misión espacial se podrían hacer cuatro lanzamientos del ingenio de SpaceX.
Hace algún tiempo la NASA sacó a licitación varios proyectos con empresas privadas para hacer realidad el nuevo ímpetu de la agencia: que la inversión y el trabajo duro lo haga el dinero privado y que el presupuesto público de la NASA sirva para financiar investigaciones y como cobertura para esos proyectos. Se ahorran costes, se reutilizan mejor los fondos y de paso la NASA da vía libre a patentes industriales que ensanchan la economía de EEUU. Uno de esos proyectos fue con la empresa SpaceX (de Elon Musk), encargada de varios temas: las nuevas naves reutilizables (Dragon) y los nuevos cohetes de propulsión (Falcon) con la vista puesta, cómo no, en Marte. Hace seis meses una de las pruebas fue un fracaso: el carguero que subía a la Estación Espacial Internacional se perdió en una explosión. Ahora por fin se ha logrado el éxito.