Alianza Editorial nos ha hecho un al publicar las ‘Fábulas Feroces’ de Ambrose Bierce, lo mejor de lo mejor del autor de ‘Diccionario del Diablo’, una muestra de por qué le llamaban Bitter Bierce (Amargo) y está considerado como una de las mejores plumas que haya dado EEUU al mundo.
Bierce, uno de los mitos literarios de EEUU e hijo literario indirecto de Mark Twain, otro que no se paraba en barras a la hora de poner a caer de un burro a cualquiera. Bierce destila mala leche e ingenio a partes iguales. Alguien así no podía dejar de sentirse atraído por un género como el de la fábula, que, bajo el disfraz de emblemas, animales o personificaciones, permite a través de historias de apariencia inocua fustigar los vicios, las corrupciones, las bajezas y la estupidez que parecen consustanciales a la naturaleza humana.
Y si había algo que se le daba bien y le gustaba a Bierce, además de crear relatos alucinantes sobre la Guerra de Secesión americana que él vivió en primera persona como recluta, era fustigar a su país para, con la sátira, hacerlo a la larga mucho mejor. O simplemente reírse de él. Este volumen de Alianza, de las pocas traducciones que se han hecho, ofrece la totalidad de las feroces fábulas que, teñidas de un humor vitriólico, Bitter Bierce escribió a lo largo de su vida, así las impagables de propia invención, como las reinterpretaciones de otras clásicas reunidas bajo el título ‘Sierras viejas con dientes nuevos’. Lecturas, por su extensión y su contenido, ideales para tiempos cínicos y vertiginosos. Nunca como hoy Bierce cobra más necesidad de lectura. (‘Fábulas Feroces’, de Ambrose Bierce. Edición en bolsillo, 240 páginas, 10 euros).
Porque no hay que olvidar que Bierce escribió uno de los mejores libros conocidos, el ‘Diccionario del diablo’, compendio de su trabajo periodístico a caballo entre el siglo XIX y el XX en el que demostró que el ácido sulfúrico convertido en letras es un buen negocio y un mejor legado. Un auténtico maestro capaz de convertir el faraónico trabajo de redefinir el diccionario desde un punto de vista “diabólico” en un trabajo insuperable de manejo del lenguaje, imaginación y creatividad. Lo hizo poco a poco, en un rinconcito diario del periódico para el que trabajaba, con tan buen resultado de público que al final los reunió todos y los publicó.
Es minoritario, pero aquí, claro, no en EEUU, donde es un bocado delicioso para las universidades y élites. En España, Valdemar hizo una edición en tapa dura absolutamente genial, con ilustraciones originales. Con él inauguramos esta lista de libros y películas imprescindibles de Corso Expresso que daremos por entregas a lo largo del verano. Y hágannos caso, que sabemos de lo que hablamos a pesar de la juventud.
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