Al lector común le sonará a chino el titular, pero este glaciar es un medidor natural de hasta qué punto se están acelerando los ciclos de deshielo y congelación en Groenlandia, vital para el clima.
Nunca antes había ido tan rápido el flujo de hielo en este glaciar que forma parte de la gran plataforma helada groenlandesa y que desemboca en el océano. Investigadores de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, y la Agencia Espacial Alemana (DLR) midieron las espectaculares velocidades de corriente rápida del glaciar en 2012 y 2013: 17 km/año, es decir, algo más de 46 metros por día. Para un ser humano es extremadamente lento, pero para una masa de hielo de millones de toneladas es supersónico. El estudio ha visto la luz en The Cryosphere, revista de geociencias de la Unión Europea.
El resultado real de esta investigación la resume Ian Joughin, del Centro de Ciencia Polar de la universidad involucrada en este trabajo: “Ahora estamos viendo que el verano acelera más de cuatro veces lo que era en la década de 1990 el glaciar, que en este momento se cree que es uno de los más rápidos, si no el más rápido, en Groenlandia”. Los caudales de “desagüe” de hielo en Groenlandia son parte del gran ciclo polar que condiciona el clima en Europa y América del Norte. Es decir: nos interesa y mucho. Nunca antes se había registrado nada tan rápido, ni tan siquiera en la Antártida. Las mediciones corresponden al verano, cuando el caudal es más rápido para luego ralentizarse durante el invierno polar.
Este aumento de velocidad significa que el glaciar está añadiendo más y más hielo hacia el océano que nunca: más agua dulce en el océano significa subidas del nivel del mar y sobre todo refuerza un peligroso fenómeno que podría afectarnos directamente. Según las teorías establecidas el cambio de salificación en el Altántico Norte y el océano Ártico podría contribuí a cambiar la gran corriente del Golfo, responsable de que la costa oriental de Canadá, Islandia, Escandinavia y Europa Occidental disfrute de una horquilla térmica soportable para el ser humano. Joughin no deja lugar a dudas del efecto: “Sabemos que desde 2000 hasta 2010 este glaciar elevó el nivel del mar alrededor de 1 mm. La velocidad adicional probablemente contribuirá un poco más a ello en la próxima década”.
Más icebergs, más agua, más problemas
El Jakobshavn Isbrae drena la capa de hielo de Groenlandia en un fiordo de la profundidad del océano en la costa de la isla. En su cola o frente (allí donde se encuentra con el mar y vierte el hielo) una parte del hielo se derrite en el agua y otra cantidad, la más compacta, se convierte en icebergs. El aumento de velocidad supone, además del aumento del nivel del mar, que haya más icebergs flotando en la zona. Más peligro para los barcos y que obligaría a variar muchas de las rutas para barcos que no estén preparados. Pero el problema es que el peso del iceberg también aumentará el nivel del mar. Sea como fuere, Europa y América pierden.
Montaje de cómo ha retrocedido el frontal del glaciar
El Ártico se calienta a tal velocidad que los grandes glaciares que aseguraban el equilibrio entre masas de hielo, océano y temperaturas se resquebrajan a una velocidad inusitada. Y lo que es peor, retroceden: cuanto más calor más hacia el interior se rompe el frontal del hielo, lo que da pie a esa imagen terrible de glaciares que retroceden y menguan. Solo en un año, entre 2012 y 2013, el frente retrocedió más de un kilómetro más hacia el interior que en el mismo periodo de años anteriores. Así que mientras lo que vemos parece irse en realidad el problema es que aumenta la velocidad y el drenaje de hielo a través de un profundo fiordo de más de 1.000 metros de profundidad que acelera todo el proceso.
Los investigadores creen que el glaciar es muy inestable y que continuará retrocediendo hacia el interior en el futuro. En lo que queda de siglo podría incluso llegar a desaparecer, lo que supondría un golpe demoledor al complejo y débil equilibrio de frío y calor en los polos que permite que el clima sea como ha sido hasta ahora. Otra señal más de que el cambio climático existe, es real y se conjuga en presente, no en futuro.