Libros y más libros: el Greco tuvo una dimensión libresca y bibliófila que merece tener su espacio en la sección de Letras, más cuando el Museo del Prado y la Biblioteca Nacional se unen.
Dos de las instituciones culturales más importantes de España, y con mayor autonomía (según el nuevo modelo jurídico de la Biblioteca Nacional de España, BNE, que se equipara con El Prado en estatus), se unen a la Fundación El Greco 2014 para la exposición ‘La biblioteca del Greco‘, una muestra que, además de reconstruir parte de la biblioteca del artista, invita a reflexionar sobre las interpretaciones tradicionales creadas en torno a su figura y su obra fundamentándose en los libros que el Greco tenía entre sus bienes y sus anotaciones al tratado de arquitectura de Vitruvio y las ‘Vidas’ de Vasari.
Junto a ellos se exponen también un ejemplar con obras de Jenofonte y otro con las de Apiano Alejandrino, que formaron parte de su biblioteca. ’La biblioteca del Greco’ reconstruye las raíces teóricas y literarias del arte del Greco a través de 39 libros -cuatro de los cuales fueron de su propiedad- que se han podido identificar gracias a los dos inventarios realizados por su hijo Jorge Manuel en 1614 y 1621. La muestra se completa con tres manuscritos, los originales de los dos inventarios y una carta del Greco al cardenal Alessandro Farnese; nueve estampas, fundamentalmente obras de Cornelis Cort y de Alberto Durero, que fueron referencias ineludibles para el pintor; y cinco pinturas que muestran las variadas relaciones que pueden establecerse entre los cuadros y los libros del cretense, como ‘El soplón’ o ‘La Anunciación’.
Un total de 56 obras que aproximan al visitante a lo que el Greco leyó y escribió, a sus conocimientos y a sus reflexiones como vehículo para comprender las ideas sobre el arte de la pintura que subyacen en su obra. Las cinco secciones que vertebran el discurso expositivo reconstruyen el itinerario formativo del pintor y su consideración de la pintura como una ciencia especulativa. Mientras que el primer ámbito señala la importancia que la herencia griega tuvo para el pintor a lo largo de su vida a través de obras clásicas de Homero, Apiano Alejandrino y Jenofonte; el segundo y el tercero recuerdan el papel fundamental que la cultura italiana desempeñó en su transformación artística para considerar la pintura como una herramienta para explorar las maravillas de lo real y representar asuntos mitológicos o los misterios religiosos.
La sección más numerosa se dedica a los libros de arquitectura que subrayan su interés por el carácter global de la arquitectura y su repercusión en la estimación de la pintura como arte liberal, lo que le llevó a diseñar la arquitectura de algunos de los retablos en que se instalaron sus pinturas. La exposición termina con una breve sección sobre los libros religiosos que debía de consultar para adecuar sus pinturas a la doctrina y al decoro y en la que se muestra ‘Flos sanctorum’ de Alonso de Villegas, un libro que contiene la primera mención impresa al pintor.