Una vez más habrá que cambiar nuestra historia como especie. La obsesión humana con su origen es realmente de diván, pero es lógico en una forma de vida consciente que quiere saber bien su origen biológico. La historia de los Homo Sapiens, la especie que nos define, es muy antigua. Tanto que habría que retrasarla todavía más, unos 50.000 años más por culpa de un trozo de mandíbula con dientes hallada en Misliya (Israel) con 180.000 años.

Cada descubrimiento, cada fósil, cada estudio, nos obliga a anticipar más nuestra salida de África. La Historia de los Homo Sapiens es de sobra conocida: en un momento dado, la versión más sofisticada, evolucionada y con mejor capacidad de adaptación de los homínidos, el Homo Sapiens, empezó una larga cadena migratoria desde el este de África en todas direcciones. Primero por el continente originario, hacia el oeste, el norte y el sur. Y luego más allá del Mediterráneo y Oriente Medio: lentamente se expandieron por cada rincón, y se diversificó sin perder su esencia evolutiva. Así fue cómo hace unos 40.000 años se crearon las dos ramas, europeos y asiáticos, y casi al mismo tiempo se cimentaba la originaria en África.

El momento de la salida de África es el momento clave, vital, en el cual nos convertimos en la especie dominante y ocupamos cada nicho ecológico del planeta, lo que no ha hecho ninguna otra especie. Supuestamente la cronología estaba ya establecida: aparecimos como especie hace unos 200.000 años, y la gran migración empezó hace unos 60.000 años, un proceso en el que nos cruzamos con nuestros primos los Neandertales y los Denisovianos en Europa y Asia respectivamente. De hecho el principal punto de salida fue lo que se denomina Levante, es decir, Israel, Jordania, Líbano y Siria, una de las zonas donde antes apareció la civilización y poblada antes.

No obstante, la cronología hay que modificarla por culpa de ese maxilar superior y por otros descubrimientos. El yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos, ya dio el primer aviso en junio pasado, cuando encontraron restos de Sapiens con casi 350.000 años de antigüedad, un desafío total al relato oficial. Es decir: somos mucho más antiguos de lo que creemos. Se sabía que algunos grupos de Sapiens se habían aventurado fuera de África hace 120.000 años, mucho antes de las primeras migraciones masivas. Quizás por ahí esté la razón de que en Israel ese maxilar de 180.000 años encontrado en Israel, ya fuera de África y cuyo estudio, publicado en Science, demuestra que fuimos muy precoces.

No hay incoherencia en las dataciones: los Homo Sapiens llegaron mucho antes a Marruecos que al Levante. Jebel Irhoud es un ejemplo de la precocidad en el poblamiento del norte de África; pero el yacimiento de Israel rompe los esquemas, pues obliga a anticipar la salida de los Sapiens casi 120.000 años. El yacimiento de Misliya, en el monte Carmelo por cierto, demuestra que el norte del país fue poblado mucho antes que otras zonas. Era más propicia, tanto que muchos otros humanos prehistóricos ya habían habitado esa región fértil. El estudio es producto del trabajo del Centro Australiano de Investigación de la Evolución Humana en la Universidad Griffith, en Queensland, que demostró que la mandíbula no era de un Neandertal, como habría sido lógico por su antigüedad, sino de un Sapiens.

El equipo de investigadores decidió tomarse tiempo y esperó hasta haber datado con diferentes métodos el resto óseo. Querían estar seguros de que no se equivocaban. Analizaron los dientes, los sedimentos que quedaron pegados a la mandíbula, incluso las piedras y el suelo donde fue hallada. La datación final estimaba que tenía entre 177.000 y 194.000 años. Implicaciones: no podemos determinar que hace 60.000 años salieran por primera vez de África los Sapiens. En realidad debió ser un proceso gradual, intermitente, quizás espoleado por cambios climáticos, donde oleadas menores de poblaciones que siguieron la costa o el Nilo terminaron por cruzar hacia Arabia y Levante aprovechando que, incluso, la costa era diferente, incluyendo el nivel del mar.

Incluso arrastraron consigo mucho más que sus vestigios humanos: tenían herramientas propias. En el yacimiento de Misliya se han encontrado piedras talladas con gran precisión, la primera vez que se encuentra este tipo de producción humana fuera de África, y una demostración de que los Sapiens llevaban consigo toda su cultura, la base con la cual lentamente se construirán las civilizaciones. Lo que sí está claro es la asociación directa entre una mejor tecnología humana y la expansión por Eurasia.

Y la expansión no fue una revolución de una generación, fue algo más lento. Si 350.000 años antes llegaron hasta Marruecos, un viaje mucho más largo desde el este de África, ¿por qué no habrían viajado mucho antes hacia Levante y Eurasia. Lo que sí es factible es pensar que hace 50.000 años la marea humana fuer ya imparable, y que necesitó, como mínimo, otros 30.000 años más para asentar las bases de las primeras culturas sedentarias. No hay que olvidar que entonces no existía esa barrera natural inmensa que es el Sáhara. En aquellos tiempos el clima era diferente y la gran franja desértica era en realidad una sábana llena de vida y con ríos que alternaba las épocas húmedas con las secas. Es decir, los humanos se movían con más facilidad que ahora.