Churchill, la guerra, la resistencia y el orgullo isleño de los británicos. Los ingredientes para un posible Oscar para Gary Oldman, para construir una nueva identidad que permita a los agobiados “british” sobrevivir al Brexit y su descenso a la vulgaridad nacionalista.

Comentaba hace poco un crítico español que el cine británico está en pleno proceso de reconstrucción de la identidad nacional, atosigada y perdida por el arranque nacionalista y xenófobo del Brexit. Que Gran Bretaña está tocada moralmente desde su suicidio a largo plazo (no veremos los efectos reales del Brexit antes de una década, y ya será tarde) de 2016-2017 es ya una realidad. Los síntomas de que no son la excepción a la regla sino una nación europea más, con todas sus patrañas, mitos, identidades falsamente construidas y liturgia nacional (del pub a los pasteles de carne pasando por el clasismo victoriano y la represión de los instintos desde la más tierna infancia), son ya tan evidentes que ni siquiera los niegan.

Para paliar ese paso en falso, insinuaba el crítico, construyen con lo que tienen un nuevo relato nacional basado en sus mejores momentos morales. ¿Qué el Brexit fue impulsado por el nacionalismo más tópico, chusco, temeroso, iletrado e iliberal? Pues entonces basamos el nuevo orgullo identitario en el menos chusco, idiota y cobarde de los nuestros, Wiston Churchill, excelentemente interpretado por Gary Oldman, más que posible Oscar al Mejor Actor por su labor en una película pensada para sostener su personaje. Nada más. Ah, y para apuntalar ese nuevo relato tan necesario. Gran Bretaña vuelve a necesitar a lo mejor de sí misma para poder salir adelante y sobrevivir a sus propios demonios. Y lo hace apelando a la lucha por la libertad, la resistencia nacional ante la tiranía, los valores morales liberales que todo el mundo parece criticar pero que todos corren a abrazar cuando asoma el lobo.

Churchill, el valiente, el león viejo que desayunaba whiskey, fumaba puros de postre y daba órdenes en la bañera de su casa, en pelotas y rodeado de asesores y militares. El gran orondo depresivo elegido Primer Ministro de urgencia para salvar al Reino Unido y su imperio y que lo apostó todo por resistir contra viento y marea. El filme se centra sobre todo en ese lapso de tiempo bautizado como “the darkest hours” o “the darkest days” en los que Reino Unido estuvo sola frente a la (falsamente) imparable máquina de guerra nazi, entre 1940 y 1941, entre el desastre de Dunkerque (otro episodio aprovechado para la reconstrucción del ideario nacional) y Pearl Harbour, cuando la Union Jack era la única bandera que aún resistía la marea parda y gris. Ni rastro del otro Churchill, el torpe ministro de Marina de la Primera Guerra Mundial, el diletante de los años 20 y 30, o el jarrón chino de la posguerra. Sólo el que merece la pena.

Para las antiguas naciones imperiales (o pretensiones de serlo) olvidar y reordenarse como un país más no es nada fácil: España necesitó casi 150 años para librarse de su negra sombra (y lo que le queda) y abrazar la democracia, Francia todavía no ha salido del agujero, Alemania lleva 70 años en terapia (y lo que le queda también a ella), Italia prefiere mirar para otro lado, Rusia hace continuos viajes en el tiempo para evitar mirarse al espejo real de su tamaño y poder… y Gran Bretaña opta por el “mejor sola” sin darse cuenta de que su verdadera dimensión nacional es mucho más pequeña de lo que creen. Y de lo que intuyen los demás. No obstante, las continuas referencias cinematográficas a Churchill son parte de ese orgullo legítimo: ya nos hubiera gustado al resto tener alguna vez políticos de esa talla e influencia, con una ética brumosa pero sólida, astucia y dotes de liderazgo.

El filme destaca precisamente esas virtudes y se sitúa en un punco concreto, pocos días después de que Churchill se convierta en jefe de gobierno y tenga que tomar una decisión. En pleno avance de las tropas nazis por toda Europa Occidental, cuando la amenaza de invasión es inminente, Churchill tendrá que elegir entre luchar contra Hitler o aceptar el acuerdo de paz que este le ofrece pactar. A pesar de la presión a la que estuvo sometido, ya que su propio partido llegó a conspirar en su contra y el rey Jorge VI (Ben Mendelsohn) era muy escéptico al respecto, la firme negativa de Churchill a aceptar la derrota, la rendición o un acuerdo de paz sirvieron como inspiración a la resistencia británica. Churchill tuvo que soportar su hora más oscura, reunir a una nación, luchar por los ideales y la libertad, y tratar de cambiar el curso de la historia mundial.

Ficha de ‘El instante más oscuro’:

Título original: Darkest Hour. Año: 2017. Duración: 125 min. País: Reino Unido. Género: drama bélico. Dirección: Joe Wright. Guión: Anthony McCarten. Música: Dario Marianelli. Fotografía: Bruno Delbonnel. Reparto: Gary Oldman, Ben Mendelsohn, Kristin Scott Thomas, Lily James, Stephen Dillane, Richard Lumsden, Philip Martin Brown, Brian Pettifer, Tom Ashley, Jordan Waller, David Olawale Ayinde, Michael Bott, Danny Stewart, John Locke. Producción: Working Title Films.