El telescopio espacial James Webb (JWST) se pone a punto para su lanzamiento en 2018 con la difícil misión de superar al Hubble.

Es más grande, más avanzado, más sofisticado y, supuestamente, dejará en nada todo lo logrado por el Hubble, que a pesar de su “miopía” por algunos fallos y desperfectos, fue vital para la exploración espacial y el boom del conocimiento del universo de los últimos años. Ya cuenta con la mayor parte de sus espejos, tal y como anunció la NASA y la ESA, principales agencias involucradas.

El JWST es un gran telescopio espacial de infrarrojos cuya misión será explorar el espacio profundo, en busca de las galaxias primigenias desde el Big Bang. Cuanto más profunda sea su visión, más formaciones y material de esos primeros siglos posteriores encontrará para así poder comprender mejor la formación de nuestro universo. Su sofisticado sistema de espejos y el nuevo instrumental le permitirá mirar más allá de las nubes de polvo que velan las estrellas con sistemas planetarios propios.

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Laboratorio de Maryland donde se monta; en la imagen, uno de los espejos del parasol

El nuevo espejo es de 6,5 metros de diámetro y cuenta con un parasol del tamaño de una pista de tenis; todo viajará replegado porque no entrarían en ningún cohete fabricado por el ser humano; ahí está el gran problema de su puesta a punto, tendrá que desplegarse en el espacio en una órbita muy lejana a 1,5 millones de km de la Tierra.

Los próceres del proyecto son la NASA, la agencia espacial europea ESA, la Agencia Espacial de Canadá, la Universidad de Arizona (que construyó la NIRCam, una cámara de infrarrojo cercano que es uno de los grandes avances del telescopio) y España en solitario (además de con la ESA) con la fabricación del espectrógrafo MIRI, que permitirá al telescopio ver a través de las capas de polvo de las regiones de formación de estrellas o las nubes de formación planetaria.

Curiosamente estuvo a punto de ser cancelado: en 2011 el Congreso de EEUU, principal inversor del JWST, muy escorado hacia la derecha y en pleno pulso con la administración Obama para recortar gastos como medida electoralista, estuvo a punto de cancelarlo después de gastarse cerca de 3.000 millones de dólares y cuando el 75% del proyecto ya estaba casi concluido. Finalmente se ganó el pulso e incluso de aumentó la financiación hasta los 8.000 millones de dólares.