El 7 de octubre se estrena en el Teatro Calderón de Valladolid la adaptación a las tablas de la novela ‘El pintor de batallas’ de Arturo Pérez-Reverte, que adapta el texto mientras que Antonio Álamo versiona la obra y dirige a Jordi Rebellón y Alberto Jiménez.
Arturo Pérez-Reverte, que fue reportero de guerra durante 21 años cubriendo, entre otras, la guerra de Bosnia y, en concreto, el asedio de Vukovar por los serbios, publica “El pintor de batallas” en el año 2006, una de sus novelas más duras e intensas que, al igual que en “Territorio comanche”, se nutre de la vivencia en primera persona de los conflictos bélicos que cubrió en su labor como periodista. No es sólo una obra sobre las guerras sino todo lo que engloban, desde el dolor de las víctimas a la pérdida de los verdugos en el recuerdo, o su inhumanidad, la pintura y la fotografía. Un duelo a vida y muerte entre el fotógrafo Faulques y su retratado Ivo Markovic y, sobre todo, pone ante nuestros ojos una serie de dilemas morales casi irresolubles.
“Este lugar se llama cala del Arráez, y fue refugio de corsarios berberiscos. Sobre el acantilado puede verse una antigua atalaya de vigilancia, construida a principios del siglo XVIII como defensa costera, con objeto de avisar a las poblaciones cercanas de las incursiones sarracenas… En esa torre vigía, abandonada durante mucho tiempo, vive un conocido pintor que decora su interior con un gran mural. Lamentablemente, se trata de una propiedad privada donde no se admiten visitas…”
Ese pintor es, en realidad, un fotógrafo de guerra, Faulques, que tras treinta años de profesión ha adquirido esa torre en cuyas paredes circulares, enfoscadas de cemento y arena para combatir su progresivo agrietamiento, trabaja en su última foto, en la foto que no pudo hacer: una pintura al fresco con la que pretende desplegar las reglas implacables que sostienen la guerra como espejo de la vida. El conjunto forma un paisaje descomunal e inquietante, sin época, donde conviven el escudo semienterrado en la arena y el yelmo medieval salpicado de sangre con la sombra de un fusil de asalto sobre un bosque de cruces de madera, la ciudad antigua amurallada con las modernas torres de cemento y cristal. Es una batalla de batallas, edificada sobre los propios recuerdos de Faulques.
Proveniente precisamente de ese pasado, Faulques recibe la visita de un desconocido cuyo rostro, sin embargo, ha visto miles de veces. Es el rostro de la derrota: Ivo Markovic, un croata al que disparó con su cámara en Vukovar durante la Guerra Croata de Independencia y con el que obtuvo un prestigioso premio de fotografía. El rostro de ese Ivo Markovic dio la vuelta al mundo; la mirada de Faulques y el fugaz y casual instante en el que se detuvo ante él, le hizo famoso, un icono, un héroe de guerra. Ha venido a matarle. Pero antes necesita que comprenda ciertas cosas. También Faulques necesita algunas respuestas y por eso no huirá ni intentará defenderse… Por el momento.