Grande, quizás uno de los más grandes, también de los más desconocidos, icónicos y totalmente fulgurante por lo que se escapa del control, un moralizador que creaba mundos imposibles capaces de seducir incluso hoy en día. El Prado le dedica una de sus grandes exposiciones para el año que viene.
Será de mayo a septiembre, coincidiendo con el V centenario de la muerte de El Bosco, una de las joyas que el Museo del Prado atesora como oro en paño y que es uno de los grandes atractivos de la institución. Hay turistas que viajan cientos de km para poder ver esos cuadros de un artista único, puente entre los coletazos finales del mundo simbólico y místico de la Edad Media y el Renacimiento. Importante si tenemos en cuenta que creó su obra en paralelo a ese gran cambio cultural y que fue objeto de olvido (primero) y recuperación (contemporánea). Sus cuadros parecen anticipar los sueños de Dalí, del cómic y del arte del siglo XX. Historia cíclica, arte cíclico. Y El Bosco siempre presente.
La exposición se dividirá en cinco secciones de carácter temático a las que se añade una sexta sección dedicada a los dibujos. Como introducción, se situará al pintor y a su obra en su ciudad natal junto a los otros artistas de su época como Alart du Hameel o Adriaen van Wessel. La última sección, denominada ‘Después del Bosco’, la formarán obras en las que se evidencian la influencia que el pintor ejerció tras su muerte a lo largo del siglo XVI y el gusto por “lo bosquiano” que se manifestó en este siglo. No será además la primera, ya que en realidad es la continuación de la muestra que abrirá en el Museo de Brabante en Herongenbosch, ciudad natal del pintor y de donde asumiría el nombre.
Todo el catálogo de obras incluye pinturas, miniaturas, dibujos, entalladuras, grabados a buril, en los que se representan algunos de los temas abordados por él, bien como antecedente, en paralelo y en algún caso como fuente, a fin de que se puede llegar a comprender mejor el trasfondo en el que se gestaron las pinturas del Bosco o la personalidad de alguno de sus comitentes como Engelberto II de Nassau. Todo acumulado gracias a los fondos del Museo del Prado, trípticos creados por el Bosco, incluyendo el préstamo excepcional del ‘Tríptico de las Tentaciones de San Antonio’ del Museo de Arte Antiga de Lisboa, y otros procedentes de la Albertina y el Kunsthistorisches Museum de Viena, el Museum of Fine Arts de Boston, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, la National Gallery de Washington, el Musée du Louvre de París o el Polo Museale del Veneto de Venecia, entre otros.
La exposición reunirá el repertorio más completo de la pintura, dibujos y tapices del artista, uno de los más enigmáticos e influyentes pintores del renacimiento europeo ligado al extraordinario gusto coleccionista por los primitivos flamencos de Felipe II. Se cuenta incluso que en los últimos años de su vida el monarca-emperador se recluía en su dormitorio mirando sin parar los cuadros, y que en su lecho de muerte estaba rodeado de ellos. Como complemento a la muestra se desarrollará un extenso programa de actividades paralelas que incluye la producción de una película documental sobre el Bosco.