Noemí G. Sabugal (Santa Lucía de Gordón, León, 1979) es uno de esos productos que sabe dar un país de escritores: licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, su vida ha girado en torno a la literatura y el periodismo casi desde el principio. Sus dedos han tecleado para ‘El Mundo’, ‘La Crónica de León’, ‘Interviú’, la Cadena SER… incluso puede presumir de ser Premio de Periodismo de Castilla y León Francisco de Cossío en 2005. De la infancia a la juventud han pasado muchos premios hasta que, finalmente, el mundo editorial le abrió las puertas con ‘El asesinato de Sócrates’, obra finalista en la XI edición del Premio de Novela Fernando Quiñones. Primera novela de muchas. Acuérdense de su nombre.

Por Luis Cadenas Borges. (Entrevista publicada en el número 12 de El Corso).

La primera, a la yugular. ¿Se escribe con los ovarios, los testículos o eso de la literatura de género es una chorrada más?

Se escribe con las tripas, que es lo que todos tenemos en común. Y sí, en mi opinión es una chorrada más que sólo sale a colación cuando la escritora es mujer. Flaubert imagina a una magnífica Madame Bovary y dicen que ha creado un retrato perfecto de la psicología femenina, mientras que sobre los personajes hombres de las autoras no se suele decir que son un retrato perfecto del “mundo masculino”. Hay, por supuesto, escritoras que opinan lo contrario y lo respeto. Pero a mí el hecho de ser mujer no me influye al escribir más o menos que el resto de mis circunstancias, como ser leonesa o miope. El escritor debe dibujar personajes masculinos o femeninos que sean creíbles e interesantes y esto depende de su talento y no de lo que ocupa su entrepierna. Otra cuestión es la del trato a las autoras en la crítica literaria, que me parece en ocasiones desinteresado y condescendiente.

¿Por qué el muerto es Sócrates y qué es lo que aporta su primer libro al género negro, uno de los más explotados que hay?

El hecho de que el periodista muerto use el seudónimo de Sócrates para sus columnas es una ironía por mi parte. Sócrates, por lo poco que sabemos, no dejó nada escrito porque consideraba que cada uno debía encontrar su propia verdad. Era alguien alejado del engreimiento y el sabelotodismo que sí marcan a la víctima de mi novela. Además,  los motivos de ese crimen histórico, en cuanto a sus autores, tienen algo que ver con los que llevaron a la muerte de este otro Sócrates. Respecto a lo que la obra aporta al género negro, eso tal vez no me compete decirlo a mí, pero en todo caso creo que se referiría a la parte humana de los personajes, a la creación de unas intensas relaciones que alejan al protagonista de ciertos héroes de novela negra que parecen de cartón-piedra, que funcionan como autómatas.

¿El escritor se hace al género o al revés?

La cuestión de los géneros es simplemente un titular que se pone para orientar al lector, para decir “va de esto”, pero en un ámbito tan mestizo como la novela cabe todo. Por eso creo que el género se hace al escritor, más que al contrario. Es decir, el escritor tiene su historia y la cuenta como mejor le parece y eso puede adscribirse a un género o no, pero éste no debe ser nunca un corsé que ahogue la voz propia y distinta del autor.

¿El mundo editorial es la selva?

Por supuesto, el mundo en general es la selva. El periodismo es la selva, la política es la selva, las relaciones sociales. Nacemos para sobrevivir, para enfrentarnos a la tribu y a la vez huir de ella. Pero sin evitar la pregunta diré que si el término selva se refiere a las dificultades que tiene un autor para publicar y vivir de ello, para conseguir que sus libros estén más de tres meses en la librería, para hacerse oír entre una marea de voces, sí, ahí está la selva, pero tampoco hay que olvidar que se publican más libros y hay más lectores que nunca.

Una muy típica: ¿qué influencias tiene que hayan modelado su forma de escribir?

Uf, difícil de resumir. Una influencia fundamental para cualquier escritor es lo que vive y siente y esto suele determinar sobre qué escribe, y otra es la literaria, que apunta más a cómo escribe. En lo segundo mis influencias son tan variadas como abundantes y no hay ninguna que predomine. Estaría la novela realista y naturalista española, Clarín y Galdós; y también autores como Nabokov y Greene y el realismo mágico, sobre todo Rulfo y García Márquez; y autores como Bradbury y Philip K. Dick. Pero cada día aumentan las influencias, la última que he descubierto es la premio Nobel del año pasado, la rumana Herta Müller, que tiene una voz poética muy interesante.

Una pregunta cruel: ¿De verdad le ve futuro a esto o ya se siente satisfecha con un libro?

Alguien que, como es mi caso, lleva escribiendo toda la vida difícilmente va a sentirse satisfecho con un solo libro publicado, sobre todo teniendo en cuenta lo que queda en el cajón. Y no es una pregunta cruel, sino realista. Las dificultades para vivir exclusivamente de la literatura son tan grandes como las de cualquier arte, nadie se mete a escritor pensando en forrarse, a veces pasa pero son muy pocas. Si éste es el objetivo es mejor ser banquero o político.

¿Cuánto hay de pose y cuánto de verdad en el gremio de los escritores?

Mucho de las dos. Aunque no es distinta a otras profesiones, donde hay gente normal y pavos reales. Lo que ocurre es que se pide -o empuja- al escritor a ser la imagen de su obra y eso produce una visibilidad que tal vez a muchos les gusta, aunque yo creo que a la mayoría nos incomoda un tanto, porque un escritor es alguien a quien sobre todo le gusta la soledad. Pero no es muy distinto a lo que ocurre con otros trabajos relacionados con el arte.

Trabajó como periodista durante varios años. Un tema que es recurrente, ¿el trabajo en los medios mata el verbo del escritor?

No, en todo caso mata el tiempo del escritor. Pero pasaría igual en otro oficio, ya que la dedicación literaria requiere mucho tiempo y mucha soledad y simultanearlo con cualquier otra cosa es complicado. Otra cuestión es que el trabajo como periodista es muy absorbente, obsesivo incluso, y a veces parece que no te deja espacio para más en la cabeza y eso es peligroso para la escritura. Pero en cuanto al verbo, no lo mata e incluso en ocasiones lo depura, sobre todo en la prensa. Muchos escritores han trabajado antes como periodistas y han aprendido a olvidarse de las florituras, han hecho callo escribiendo noticias y crónicas.

¿El periodista es carne de trinchera o de sobre con dinero bajo la mesa?

De trinchera, sin duda. Y carne de inseguridad laboral, bajos sueldos, muchas horas. Esa es la realidad de la mayoría de los periodistas. El dinero bajo la mesa sólo pertenece a los dueños de los medios, que venden parte de sus páginas, su voz o sus imágenes para alabar al poder; lo que precisamente va en contra de los fines del periodismo. Buscar el equilibrio entre la dignidad de la profesión y sus necesidades económicas es la cuestión nunca resuelta de los medios de comunicación.

¿Qué futuro tiene la prensa, si es que lo tiene?

Ahora mismo la crisis está colocando a los medios de comunicación en una situación muy difícil y que va en contra de su independencia. Este año habrá elecciones municipales y eso supondrá una inyección de dinero en forma de publicidad que tendrá como contraprestación un enjabonamiento de los políticos y una disminución de las voces críticas. Al mismo tiempo, con la aparición de Internet ha cambiado la manera en que la población se informa y eso está afectando sobre todo a la prensa escrita; que yo creo que no va a desaparecer pero va a disminuir aún más su tirada y a compartir sus redacciones, como ya está ocurriendo, con sus ediciones digitales, que crecerán aún más. El problema es que de momento esto no está suponiendo mejoras laborales para la profesión, aunque en un futuro que ya es casi presente provocará la creación de un mayor número de medios de comunicación, más pequeños y tal vez más independientes, ya que el periodismo digital es más barato que el escrito.

¿Hace falta sufrir para tener una buena historia, como los músicos?

Depende de la historia. Si escribes libros infantiles es mejor ser feliz, ver el lado positivo de la vida, para que tu parte oscura no se traslade a los canijos, que ya tienen bastante con estar obligados a crecer. Pero claro que la literatura es sufrimiento, como la vida misma. Yo sufro cuando escribo. Lo hago por dos cuestiones: una, la que tiene que ver con bordear mis límites, con exigirme, con luchar contra la inseguridad de mi propio trabajo y otra cuando lo que se pretende poner de relieve es una situación injusta o terrible y ahí sufres con la historia misma. Pero también me divierto cuando lo que escribo es divertido, lo que pasa es que me suele ganar el desengaño.

Un proverbio dice que el escritor tiene que vivir o ver la vida: ¿la ha vivido o la retrata?

Ambas cosas son inseparables, pero deben hacerse en tiempos distintos. Creo que Borges dijo en alguna ocasión que él no había vivido más que en los libros, queriendo decir que su existencia no había sido gran cosa. Bueno, tampoco era del todo cierto. El escritor vive o lee y de esa experiencia absorbe buena parte de lo que es y le interesa, pero después debe dejar de vivir, suspenderlo todo, para encerrarse y escribirlo.

¿Qué es más complicado, publicar por primera vez o conseguir que se fíen de ti una segunda vez?

Las dos cosas son complicadas. Supongo que publicar por primera vez podría ser la más difícil, pero hay muchos escritores de un solo libro que después se los ha tragado la tierra o sólo han escrito para el cajón, no sé. Ninguna de las dos situaciones depende en exclusiva del escritor y cada uno tiene su propia experiencia.

La última: ¿la novela es la medida de la literatura o el cuento y la poesía tienen futuro?

Bécquer dijo aquello de “podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”, y el tiempo le quitó y le dio la razón. Aún sigue habiendo poetas; es más, hay novelas que son casi poesía. Pero es cierto que la novela predomina y yo creo que es algo atávico, relacionado con cómo nos reuníamos alrededor del fuego a cocinar el mamut y a contarnos historias de la caza. Además, la novela es algo tan versátil que todo tiene cabida en ella, el mismo Quijote incluía cuentos cortos que podían ser completamente independientes.Así que mi opinión es que ninguna de las tres formas literarias desaparecerá jamás y así nos lo ha demostrado la historia. La magnífica intensidad de un buen cuento no puede ser igualada por novela alguna, que debe tener sus valles y sus picos, y la capacidad de remover sentimientos de la poesía es única.