El Círculo de Bellas Artes de Madrid (CBA) inaugura el 10 de octubre ‘El Capitán Trueno. Tras los pasos del héroe’, una exposición retrospectiva del recientemente fallecido Víctor Mora, creador del héroe de cómic nacional más importante de la posguerra. Servirá también como reconocimiento al gran maestro que se sobrepuso a todo.
Y especialmente a la censura, que tenía al cómic sometido y bajo cuerda para evitar que los niños recibieran malas influencias. ‘El Capitán Trueno’ es uno de los títulos icónicos de la cultura de la España del pasado siglo. Con guión de Víctor Mora y dibujos de Ambros, la serie capturó a miles de lectores desde su primer cuadernillo, en 1956, hasta bien entrada la década de los sesenta. Y los multiplicó en sucesivas reediciones, hasta hoy mismo.
La catalogación dentro del género “de aventuras” es más bien limitada. Pero, por suerte, tanto las vicisitudes del guión como el genio desigual de los sucesivos dibujantes que siguieron a Ambros propiciaron unos encuentros que esta exposición pretende explorar: encuentros con la literatura, por cuanto ‘El Capitán Trueno’’ repite o imita episodios que se pueden hallar en la ‘Ilíada’ o en la ‘Odisea’, en Verne o en Swift, en Shakespeare, en Cervantes, en el legado de las Eddas y de las sagas, en Gilgamesh o en Rabelais.
Pero también encuentros con la arquitectura. Grandes construcciones y pequeñas arquitecturas vernáculas fueron avistadas en España, quizá por primera vez, en la aventura de Trueno, que recorrió el mundo y atravesó sus paisajes, naturales y urbanos. Encuentros, finalmente, con la técnica, tanto con la pretérita como con la futura: semanas en globo antes de que tal artefacto existiera, pólvora cuando ese elemento era solo una diversión oriental, y presencia de la balística y la robótica.
La exposición está vinculada, en sus tres espacios temáticos (literatura, arquitectura, técnica), por la política de fondo: las historias de un español que no pisa España, las de un permanente exiliado con añoranza, las de un paladín de la libertad y la justicia en una época de dictadura. Mora tuvo que hilvanar mucho para no ser laminado por el régimen franquista, que no dejaba que su héroe enfureciera y blasfemara ni con un cuchillo en el cuello. Gran parte de esa astucia está representada en la exposición.