Hacía algunos años que desde El Corso no hacíamos este bonito gesto de felicitar, pero nada mejor que esta fechas para poder completar dos tradiciones navideñas, una antigua (felicitar la Navidad) y otra nueva (desmontar la tradición hasta reducirla a un simple apaño, ya algo muy común cada diciembre). Feliz Navidad a todos. Lo primero ya está. Ahora vamos a por lo otro: Felices Saturnales y Sol triunfante a todos. Porque da igual, lo que importa es celebrar y aferrarse a los que queremos. No importa el qué.
Quien haya seguido la serie ‘Big Bang Theory’ recordará uno de esos episodios más conocidos, el de las Saturnales, aquél en el que los personajes de Sheldon y Leonard explican que en realidad la fiesta cristiana de la Navidad se colocó justo encima de una de las mayores fiestas paganas que se celebraban en el Imperio Romano, las Saturnales, que coincidían además (casi, este año ha sido por un par de días) con el Solsticio de Invierno y la fiesta del Sol triunfante (el 25 de diciembre) una fecha ya conocida y celebrada también por celtas y germanos. En unas mismas fechas coincidían varias culturas. Y por las calles del Imperio los cristianos veían a los paganos entregarse a unas fiestas que tenían poco de familiares: en el centro y norte de Europa había ritos alrededor de grandes fuegos y de árboles sagrados (¿les suena…?), mientras que en el Mediterráneo y el mundo romanizado las calles se plagaban de gente entregada a una fiesta que era más parecida al Carnaval.
Años atrás varios astrónomos demostraron que lo más probable, con los propios datos de la Biblia, es que Jesucristo naciera en realidad en verano. Sin embargo la festividad se colocó justo a final de año, y se hizo en los primeros tiempos en los que el cristianismo se convertía en la religión imperial, laminando las tradiciones milenarias anteriores por decreto cesariano. Que Saturno os ilumine, o algo así debería decirse. Como suele ocurrir cuando una religión sustituye a otra, se asimilan muchos elementos, se proscriben otros o directamente se cambian nombres. El cristianismo era una fe nueva en las antípodas de cultos que en ocasiones tenían más de 2.000 años de antigüedad. Debían luchar por hacerse hueco, así que fue común sustituir lugares y fechas.
Las primeras basílicas cristianas se construyeron en ocasiones sobre viejos templos paganos, cuando no directamente dentro de ellos, y muchas fechas señaladas que hoy consideramos cristianas tienen en realidad su origen en fiestas paganas. Incluso las tradiciones que hoy consideramos sacrosantas tienen un origen pagano. Griegos, romanos, celtas y germanos, egipcios, sirios, fenicios y norteafricanos vieron cambiar en poco tiempo su escala de valores. Además de lo evidente, el cristianismo necesitaba enrolar a los viejos paganos, así que nada mejor que no alterar el calendario de fiestas, mejor simplemente se sustituían.
Una de esas fechas clave que los paganos celebraban en el viejo mundo romano (y fuera) eran las Saturnales, que se dividían en dos: las fiestas de Saturno (entre el 17 y el 23 de diciembre), que mezclaba algo así como los Carnavales con la fiesta en la que incluso los esclavos eran liberados temporalmente, y la Fiesta del Triunfo (25 de diciembre, vinculada con la victoria del Sol sobre la oscuridad en referencia al solsticio de invierno). El cristianismo tuvo muchos problemas para eliminar estos cultos festivos, así que decidió solapar una fiesta importante que no se celebraba antes (el nacimiento de Jesús) con la vieja tradición pagana que también era celebrada en otras culturas. El 20-23 de diciembre también es el solsticio de invierno, pero se prolongaba varios días entre los celtas y germanos.
Las Saturnales eran las fiestas del campo, el descanso final de los trabajos agrarios, celebrada tras la conclusión de la siembra de invierno, cuando el ritmo de las estaciones dejaba a toda la familia campesina, incluidos los esclavos domésticos, tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano. Esta libertad episódica convertía a Roma en una fiesta comunal gigante en el que por las calles había procesiones con gente gritando “Io Saturnalia!”, en las villas orgías y en todos lados banquetes para disfrutar del trabajo de la cosecha, en honor a un dios tan antiguo como el mundo sustituido por el hijo de un carpintero del que los propios teólogos dudan de casi todo. Un buen ejemplo es el compendio que hizo El País ya en 2014 sobre lo que era real y lo que no, y todo basándose en textos canónicos del cristianismo.
Pero el proceso de catarsis cultural del paso del mundo antiguo al mundo cristiano imperial previo al hundimiento del imperio no fue inmediato, sino un efecto embudo donde entró de todo, incluso tradiciones más lejanas. El mismo proceso, diferentes culturas: lo que valía para el sur de Europa debía servir también para el norte. También fue así como llegó la curiosa tradición de “plantar” un árbol en el salón y decorarlo. Viene directamente del culto al dios Wotan de los bosques germánicos, que a su vez tenía eco en los antiguos cultos paganos eslavos y celtas. Estos últimos, por cierto, eran los que decoraban los robles con frutas y velas durante los solsticios de invierno, una forma de “reanimar” el árbol para reiniciar simbólicamente el renacer futuro de primavera.
Ah, y por cierto, ¿saben de quién fue la idea de que Santa Claus (otra figura pagana heredada de las culturas nórdicas y bálticas, igual que los árboles decorados) vistiera de rojo llamativo? De Coca-Cola. El rojo era ya su color corporativo a principios de siglo, así que modificaron la representación clásica (de verde o con túnicas parecidas a las de cualquier otro santo) para apropiarse de un entrañable símbolo que hoy nos parece muy tradicional. Así que ya sabéis, no deis nunca nada por sentado, disfrutad de la fiesta (¿qué más da qué se celebre?), recordad que el dios Saturno, el Sol y Jesús comparten fiesta y celebrad el fin de año. Lo que importa es elegir bien con quién y celebrar. Todo lo demás sólo son ritos, símbolos e Historia, que no importan nada en el fondo.
Así que, Felices Saturnales/Navidades/Fiesta del Sol…
Y por supuesto…