Pocas series tuvieron tan mala suerte como ‘Firefly’ y una vida tan injustamente corta, sobre todo porque a día de hoy ya es “de culto”. Por muchas razones, una de ellas por su creador, Joss Whedon. Ahora ya está en el catálogo de Netflix en España.
Joss Whedon es uno de los grandes creadores de productos audiovisuales (cine y TV) con más solera en Hollywood, lo que no le ha quitado para ser acogotado más de una vez. Fue el creador de ‘Buffy’, serie juvenil de los años 90 y principios de siglo, de las numerosas vidas en cómic posteriores; también fue el que hizo realidad ‘Los Vengadores’ y su éxito comercial. Pero mucho antes había sido el padre de ‘Firefly’, una mezcla extraña de cómic, western espacial y sci-fi con la cara reconocible de Nathan Fillion al frente (eso sí, con menos años, menos kilos y más músculos). Una serie injustamente tratada que, por ejemplo, no llegó siquiera a estrenarse en España salvo en reposiciones cuando llegó la televisión de plataforma. Es más, se estrenó el cierre de la trama (el filme ‘Serenity’) antes que la propia serie. Pero eso ya está solucionado: ha entrado en el catálogo de Netflix. A disfrutar. Pero antes, un poco de historia sobre el fenómeno.
La vida de ‘Firefly’ fue breve en el canal Fox (con producción del propio Whedon a través de Mutant Enemy Productions) porque cuando apareció (año 2002) el mundo de las series de TV todavía no había explotado del todo (The Wire arrancaba con fuerza), y mucho menos la fiebre por el sci-fi. Apenas 14 capítulos de una coctelera que juntaba western, distopía, ciencia-ficción clásica, un cowboy espacial llamado Mal Reynolds (Nathan Fillion) y una mezcla extraña de todas las influencias juveniles de Whedon, desde Star Wars al cómic. Tuvo que ver cómo le cortaban la cabeza antes de tiempo y sólo le dejaron la opción de terminar la trama con una película, ‘Serenity’ (2005). Curiosamente fue su primer filme. El segundo fue ‘Los Vengadores’ y cuentan las malas lenguas que con aquel brutal éxito Whedon mandó más de un recado rencoroso a los ejecutivos que habían ejecutado su serie más querida.
Después llegó lo que suele pasar: el tiempo pone a cada uno en su lugar y la brevedad, originalidad y clasicismo posmoderno de la serie la convirtió en producto de culto. Incluso es mencionada (varias veces) en la serie ‘Big Bang Theory’, con cameo de Fillion incluido. Apenas tuvo cinco millones de media de audiencia, y por aquel entonces la larga sombra de otras series como ‘Stargate’ o la enésima vida paralela de la franquicia Star Trek le comía el terreno. Pero fue pasar un par de años, editarse en DVD casi como si fuera una película larga y ¡pum!, fenómeno de culto. Por supuesto tuvo nueva vida en cómics (algo habitual en Whedon, que también alargó Buffy en varias series en papel y tinta), varios juegos y más de una reunión nostálgica de los actores en sucesivas Comic-Con.
Gina Torres y Nathan Fillion
De haberse rodado hoy probablemente hubiera tenido unas cuantas temporadas de vida, pero también habría tenido que competir con una superpoblación de series de género (la lista es larga y no parece terminarse nunca, basta un vistazo al canal Syfy para volverse medio loco siguiéndolas todas). O directamente habría sido producida por Netflix y así no habría problemas. Porque las claves de la serie es la trama de fondo, un universo donde la Humanidad se ha expandido en todas direcciones, donde los planetas de la frontera parecen pueblos de película del Salvaje Oeste por donde los personajes se mueven como pez en el agua. Un mundo dominado al 50% entre un Occidente extremo y una mezcla extraña de China con otras culturas asiáticas.
En esa distopía viable (porque hay comercio, cierto grado de orden y de despotismo también) culebrea Mal Reynolds (Nathan Fillion en versión joven pre-Castle), una víctima y un derrotado de una anterior guerra civil que se había producido a mediados del siglo XXVI y que se mueve por planetas terraformados. Los personajes de ‘Firefly’ cojean por algún lado (seres queridos muertos, traumas personales, poderes que les alejan de la normalidad, dureza, patologías) y esa parte oscura les hace ser más reales y atractivos para el espectador. Reynolds es un mal perdedor, está resentido con el mundo y se comporta casi como un nihilista parcial que de vez en cuando recuerda que tiene valores. Junto a Fillion actuaron Summer Glau, Adam Baldwin, Gina Torres, Alan Tudyk, Jewel Staite, Morena Baccarin, Sean Maher, Ron Glass e incluso Christina Hendricks.
Whedon supo darle a la producción unos diálogos más eficaces que los que tuvo que escuchar el público en ‘Buffy’, por ejemplo, una nave espacial clave para la historia (porque casi todo transcurría a bordo, la Serenity, que los escenarios cuestan dinero) unas dosis de imaginación más que aceptables y otras tantas de humanidad atormentada que la diferenciaron del resto. Una de las razones, cuentan los fans de la serie, por la que los ejecutivos de televisión decidieron darle la estocada. Precisamente lo que hoy triunfa hace diez años era de mal gusto para los jefes. Injusticias históricas, se supone. Whedon construyó un producto que todavía hoy se deja ver con más facilidad que entonces.Catorce años después la creación de Whedon ha tenido varias potenciales vidas de regreso. Se especuló mucho con un posible filme, pero aunque varios de los actores estarían dispuestos (Fillion dijo no oponerse) lo cierto es que no ha llenado nunca a buen puerto, para desesperación de los fans de la serie, que por lo menos se consuelan con los DVD, el filme de cierre y los cómics. Pero con Whedon (y Hollywood oliendo el dinero) nunca se sabe.
Arriba y abajo, dos escenas del filme ‘Serenity’ con el que se cerró la trama
La nave de la serie, Serenity