El autor de monumentales y sarcásticas novelas gráficas sobre tiranías, conflictos y su condición artística, recupera, cuatro años después, su papel preferido en ‘Guía del mal padre 4’, cuarto volumen publicado el pasado mes de febrero de una pequeña saga en la que ironiza y desmonta la sacrosanta paternidad con humor negro y cierto desprecio por lo convencional. Especialmente recomendable para progenitores hasta el gorro de serlo. O cuando menos llenos de “peros” a su condición.

 Desafiar a sus hijos a videojuegos cuando hacen los deberes, olvidar a su hija en una tienda y hacerle creer lo contrario, hablarles de su maravillosa vida de estudiante… cuando ellos no existían. Guy Delisle, autor de obras como ‘Shenzhen’, ‘Pyongyang’, ‘Crónicas birmanas’, ‘Crónicas de Jerusalén’ y ‘Escapar’, tan paternalmente incorrecto como siempre, recupera con ‘Guía del mal padre 4’, cuatro años después de la anterior entrega, su papel preferido: mejor (mal) padre del mundo con mala fe, enfados inoportunos, un montón de chiquilladas y, sobre todo, mucho humor. Negro. Guy Delisle juega de nuevo en este cuarto tomo de la serie con nuestro sentimiento de culpa y se adjudica, para mayor disfrute de sus lectores, el papel de padre irresponsable y canalla.

Delisle se divierte pervirtiendo el imaginario infantil y actúa como un adulto mezquino ante sus hijos sin prestar atención a las consecuencias de su proceder y del contenido de las historias que les cuenta. Se ríe de sí mismo con sadismo salvaje, sus problemas y su incapacidad para solventarlos si no es con mala leche o equivocándose una y otra vez. Juega con el lector: “siéntete culpable, porque tú también has hecho esto”. En ‘Guía del mal padre’ se transforma en un cabrito, un canalla sin pudor capaz de manipular sin compasión a sus hijos mientras tenga oportunidad, jugando siempre a ser un irresponsable, un adulto perverso al estilo del profesor Moriarty que recompensa sus sacrificios por ellos con muy mala leche y cierta vendetta personal sobre esos pequeños monstruos que “te condicionan la vida para siempre”.

Contrasta mucho este tono con el que siempre ha usado en otras obras, llenas de líneas claras, casi de viñeta de periódico, un buen uso de los tonos grises (que le da más aire sombrío a toda la obra) y un discurso que no tiene soflamas, sino que denuncia dictaduras como las de Corea del Norte, China o Birmania con la sucesión de choques culturales y estupideces de esos mismos regímenes, desde por qué no se pone el aire acondicionado a visitas gráficas a los monumentos estalinistas.

Delisle nació en 1966 en Quebec. Una vez culminados sus estudios de artes plásticas en Sainte-Foy y en Toronto, comienza a trabajar en 1986 en el estudio CinéGroupe de Montreal. En 1993 enseñó animación en la isla de La Reunión y en 1994 realizó un cortometraje para niños titulado ‘Trois petits chats’. Su primer libro fue publicado por L’Association en 1996. Sus obras han sido traducidas a varios idiomas. De Guy Delisle, se han editado también en castellano sus trabajos más representativos, testimonio de sus viajes a Asia y Oriente Medio: ‘Shenzhen’, ‘Pyongyang’, ‘Crónicas birmanas’ y ‘Crónicas de Jerusalén’, título este que le valió el premio a la mejor obra del Salón Internacional del Cómic de Angoulême 2012, todos ellos en Astiberri.

Con estas obras se ha convertido en un reputadísimo autor adorado por buena parte de los ilustrados, demócratas y liberales que ven en sus obras una forma de denuncia de las injusticias políticas de países como Birmania, Corea del Norte, China o el conflicto palestino. También ha publicado el recopilatorio de historias cortas ‘Cómo no hacer nada’, el cómic infantil ‘Luis va a la playa’ (Faktoría K), el integral del ‘Inspector Moroni’ y ‘Guía del mal padre’, del que lleva realizados cuatro tomos. Junto con el cuarto de esta saga, su obra más reciente es ‘Escapar. Historia de un rehén’ (Astiberri, 2016), donde relata el cautiverio de un miembro de Médicos Sin Fronteras tras ser secuestrado durante su primera misión humanitaria.