Artium de Vitoria presenta ‘Iconocracia. Imagen del poder y poder de las imágenes en la fotografía cubana contemporánea’ (26 de junio – 4 de octubre), una exposición que agrupa, alrededor de la fotografía, a creadores del arte cubano de varias generaciones.
La revolución cubana jamás necesitó un departamento de propaganda, ya tenía a los fotógrafos y reporteros occidentales para ese trabajo: Cartier-Bresson (“el ojo del siglo”), Barbara Walters, la revista Time y más tarde la CNN. Y por si fuera poco, los otros, esos héroes de las lentes, desde Korda a Noval pasando por Corrales y Salas. Fue la primera revolución televisada, reportajeada y fotografiada; creó un modelo y con él terminó por convencer al mundo antes de que la tiranía se instaurara. Nada de la megalomanía china y soviética: fotos, momentos, iconos. Cuba daba lecciones de comunicación política. Aquí fue donde nació esa ‘Iconocracia’, un modelo de política visual sobre otro modelo político real, que se engarzaban y unían con mucha efectividad y como un guante para la sociedad de masas del siglo XX.
Todo empezó en 1957, cuando Herbert Matthews publicó en The New York Times el primer reportaje de alcance mundial sobre la revolución cubana. Fue en Sierra Maestra, durante la lucha, junto a los guerrilleros. De hecho la fotografía de portada es una de las que ayudaron a crear esa imagen. Fue el primero, y luego vendrían muchos más. La fascinación primeriza de Occidente por ellos los convirtió en iconos. Fidel Castro ya era un elemento más de la cultura pop. La realidad, sin embargo, fue otra: tanto el reportaje como las fotografías que lo ilustraban eran parte de un programa político que, desde el principio, había enfocado su estrategia tanto a dejar huella histórica de la lucha revolucionaria como a cimentar un icono que reuniera a todos los cubanos.
Este sistema visual explica que el arte cubano posterior tuviera que manejarse dentro de un estrecho corsé, luchando, como Ulises, contra un invisible todopoderoso, una mitología revolucionaria de efectividad mayúscula. Y guerrear contra enemigos invisibles y fantasmas es muy duro, imposible en realidad. Sólo el tiempo y la decadencia de esos iconos permiten encontrar resquicios de expresión. Esto es, precisamente, lo que recorre la exposición ‘Iconocracia’, que agrupa, alrededor de la fotografía, a creadores del arte cubano de varias generaciones que, pese a su diversidad biográfica, estética o directamente política, coinciden en su desafío hacia lo que se ha asimilado, y extendido, como Fotografía Cubana. Harto complicado: la mayoría de la población cubana no ha conocido otra realidad que la del castrismo, lo que implica el volumen del desafío.
Todos son diferentes en edad, estilo o grado de comunión con la revolución, ya sea dentro o fuera de Cuba, pero todos coinciden en su desafío hacia esa “Fotografía Cubana”. Crean un imaginario colectivo diferente, propio, dejando atrás una mitología narrada desde los años 50 y 60 hacia el futuro. Casi medio siglo después bien merece que Cuba tenga otra iconografía nueva, más cuando el país experimenta cambios rápidos en lo político, social y económico. El proyecto expositivo de ‘Iconocracia’ se completa con sendas conferencias en el Centro Huarte de Arte Contemporáneo, en el Museo San Telmo, y en BilbaoArte, además de una mesa redonda que reunirá en Artium al comisario, Iván de la Nuez, con varios de los artistas participantes en la muestra. ‘Iconocracia’ es una producción conjunta de Artium y CAAM, con el patrocinio de la Diputación Foral de Álava, el Gobierno Vasco, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, EDP, Euskaltel y El Correo. La exposición se plantea como un ensayo visual desplegado a través de 5 capítulos: ‘La jaula de agua’, ‘Del Nosotros al Yo’, ‘No hay tal lugar’, ‘Iconofagia’, ‘Apoteosis’; además de un prólogo y un epílogo.