País reacio a la ciencia igual a oportunidades perdidas; una ecuación que no por dura deja de tener poso de realidad según se desprende de ‘Inventar en el desierto’.
Miguel A. Delgado es polifacético: su trabajo va desde el periodismo al noble y nunca bien recompensado arte de escribir y a la crítica cinematográfica, un asturiano con raíz en Oviedo que ha fijado en la divulgación científica y en grandes héroes olvidados como Tesla su mayor foco. Con ‘Inventar en el desierto’ (Taurus, 224 páginas, 21 euros) ha ido un poco más allá, ha querido representar en tres historias el asco reaccionario que siempre ha tenido la psique española respecto a la ciencia. Y no repetiremos aquella frase de Unamuno y el resto de ilusos espiritualistas que todos conocen, pero lo cierto es que nadie inventó por nosotros, y así nos va.
Son tres historias de genios olvidados, desconocidos por el público y desdeñados en su tiempo y por su época, que, sólo hoy, en un mundo dominado por la ciencia y la tecnología (salvo en España, donde parece que todavía cuesta entenderlo), se les ha reconocido. En ocasiones con siglos de diferencia. Y sólo también porque la actual cultura de lo marginal desde lo intelectual (es decir, lo que los anglosajones llaman nerd y que en España se podría resumir como los personajes de The Big Bang Theory).
Este libro son tres historias: ver a través de la carne, viajar por el fondo del mar y escuchar sin necesidad de cables. También es la historia de muchos soñadores entre ellos, Mónico Sánchez, Cosme García, Julio Cervera respectivamente, y de muchos más que intentaron luchar contra la dura realidad y a veces consiguieron ganar. En estos tiempos de penuria material y moral el recuerdo de que una idea genial puede germinar en cualquier parte es en parte un consuelo. Pero el libro de Delgado también es el recordatorio de que no florecerá si no la riegan. Porque falta siempre lo mismo: dinero, o intención de invertir y apostar por esta gente. Quizás por eso junto a una sonrisa tierna ‘Inventar en el desierto’ genera esa mueca de horror al ver cuánto ha perdido España por el camino, por su culpa.
Delgado junto a la portada de su libro
‘Inventar en el desierto’ recuerda como en Piedrabuena (Ciudad Real), hace más de cien años pasaban cosas muy raras: Mónico Sánchez se fue a EEUU y al volver montó en el pueblo una fábrica revolucionaria (porque fabricaba un aparato para ver a la gente por dentro y porque pagaba sueldos justos); el anticipo, o un desarrollado, del aparato de rayos X. Por esos años cundió también la empresa febril de fabricar el submarino perfecto: con periscopio o sin él, a hélice o a brazo, para recuperar el imperio o para mariscar. La cosa, en el caso de Peral, Monturiol y otros, acabó en naufragio, pero fue un salto adelante. No nos olvidamos tampoco de un sabio llamado Cervera que podría haber sido incluso el pionero de la radio. Todos ellos fueron genios españoles que nacieron en el país equivocado más que en la época equivocada.
Son historias de tres inventores que si hubieran nacido en Munich, Dortmund, San Francisco, Nueva York, Londres, París o Milán quizás habían tenido una suerte muy distinta, puede que hubieran marcado a fuego el futuro antes que Marconi o Edison. Fueron inventores perdidos, como los hay muchos, igual que hay artistas olvidados y escritores nunca leídos. La tragedia del talento perdido, una de las más comunes en España, es el eje de este ensayo abierto sobre genios olvidados, “en línea con la mejor tradición del país”, como mencionaba un periodista recientemente. Porque en España hay genio e ingenio, talento, tanto como en otros lados, pero sobre todo hay incomprensión, una sociedad dominada por la versión más rancia del catolicismo que ha demolido tanto la ciencia como su divulgación y de paso el género de la ciencia-ficción.
Miguel A. Delgado (Oviedo, 1971) es periodista, escritor y crítico cinematográfico, autor de ‘Ya no se hacen películas como las de antes… pero no importa’ (Laria, 2009). Sobre Tesla ha escrito en diarios, revistas y blogs; en esta colección ha editado los textos autobiográficos recogidos en ‘Yo y la energía ‘(Turner, 2011) y ‘Firmado: Nikola Tesla’ (2012).