Durante la ultima glaciación el frío fue tan extremo que extendió una capa de hielo perenne que cubrió todo el norte de Europa y Asia, con un volumen de agua similar a dos mares como el Mediterráneo enteros.
Esa gran muralla de hielo fue muchas cosas, entre otras plataforma de migración de los Neandertales y los primeros Sapiens que llegaron. La usaron para poder trasladarse a otros territorios. Pero también fue una realidad geológica incontestable: 7 millones de m3 de volumen (dos veces el Mediterráneo) y un espesor medio de 1,3 km. Imaginen verla de frente en su esplendor: una muralla natural de 1.300 metros de alto que ocultaría incluso el a sus pies. Y su longitud se antoja inabarcable: desde el interior de Irlanda hasta Siberia. Y duró miles de años: más de 20.000, con un arranque hace unos 37.000 años.
El cálculo lo ha hecho el primer grupo de estudio sobre la Edad de Hielo en el hemisferio norte, publicado en Quaternary Science Reviews y realizado por Centre for Arctic Gas Hydrate, Environment and Climate (CAGE). La masa de hielo, combinada con el casquete norte, fue tan grande que hizo descender el nivel del mar casi 120 metros. Y el proceso no fue sólo puntual: la Tierra ha sufrido estos ciclos de enfriamiento extremo varias veces durante los últimos millones de años. Y se repiten casi cada 100.000 años en los que se sucede un ciclo frío largo (de unos 90.000 años) con un periodo cálido (de 10.000 años) en el que estamos ahora. Piénsenlo: toda nuestra civilización ha nacido y crecido en uno de esos “intermedios de calor”.
Las glaciaciones se produjeron como parte de los ciclos de traslación de la Tierra alrededor del Sol, así como de rotación sobre su propio eje. La distancia y la inclinación temporal del eje explican una baja incidencia de la luz solar, lo que enfría parte del planeta. Los pequeños bloques de hielo de las primeras fases crecieron muy rápido (en apenas 6.000 años) hasta fundirse en una descomunal placa helada cuyo peso fue tan grande que logró incluso deformar la corteza terrestre. Un dato: el norte de Europa es una gran llanura en parte por la erosión de esa placa. El actual paisaje en Gran Bretaña, Escandinavia, la costa norte continental y parte de la Rusia europea es como es por esa placa helada.
El norte de Europa y Asia también eran escenarios perfectos: eran zonas húmedas donde el clima favorece que se produzcan nevadas sostenidas: la combinación de bajas temperaturas, nieve abundante y humedad constante crearon el ciclo perfecto para que el hielo creciera y se compactara. El ciclo se alimentaba continuamente: lo que se derretía era repuesto de inmediato. Pero lo peor no es eso: el modelo climático demuestra que el hielo absorbió casi toda esa humedad lo que convirtió el resto de Europa y Asia en “desiertos” secos y fríos. Una tundra tan seca que ejercieron de muro térmico contra el avance del glaciar.
Placa de hielo en la época tardía de la glaciación y zonas paleoclimáticas en Europa