Uno de los peores golpes imaginables, la marcha de Juan Carlos Izpisúa del CMRB barcelonés con sus proyectos y fondos lejos de España.
Juan Carlos Izpisúa es uno de los mayores expertos en investigación de medicina regenerativa del mundo, un número 1 con mayúsculas capaz de conseguir fondos internacionales sólo con su reputación y trabajo. Y patentes. En 2004 el Gobierno español la Generalitat de Cataluña crearon a su medida el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), pero la falta de ingresos, la pelea política entre Madrid y Barcelona y el racaneo continuo de fondos por parte de ambas administraciones ha dado al traste con todo.
Izpusúa ha dimitido y se lleva consigo sus investigaciones, que no dependían de España. En total 18 de los 21 proyectos. Sin él la institución pende de un hilo muy fino y atemoriza el cierre definitivo. Según fuentes de varias agencias españolas, el CMRB en apenas siete años ha generado más de 200 artículos técnicos nuevos y ha sido parte de la vanguardia de la regeneración celular. Su fichaje completaba el de Joan Massagué, Manel Esteller y Manuel Perucho para la investigación oncológica y médica en el área de Barcelona.
Juan Carlos Izpisúa
Según esas mismas agencias, que citan otros medios (como El País), ambas administraciones aportan 1,5 millones anuales al centro, que se dedican al alquiler y mantenimiento del edificio, que es propiedad de la Generalitat. Esas inversiones se mantendrán por el momento, pero el cierre es casi seguro. Con Izpisúa fuera el destino del CMRB es convertirse en otra cosa, realizar una larga transición hacia otro tipo de investigación una vez falta el cerebro, el talento y los fondos privados y públicos internacionales que lo nutrían. Esto deja claro que la administración española no era precisamente la que pagaba, más bien “la que se aprovechaba” según fuentes científicas que conocen bien la situación del centro, que ahora quedará en manos de Ángel Raya, colaborador de Izpisúa.
En poco tiempo los científicos del CMRB han contribuido decisivamente en este campo y habían logrado que España estuviera en el centro mismo de una vanguardia que por inversión pública no le correspondería. Todo eso a pesar de los regates políticos a su labor, ya que ni el gobierno central (que ha hecho oídos sordos, quizás por ideología moral o quizás por su método de estrangular el I+D) ni el catalán (Mas ha incumplido todas las promesas de financiación y apoyo) han estado a la altura del proyecto. No ha sido el fracaso científico, como se ha intentado deslizar ya desde algunos medios conservadores afines al gobierno, sino la falta de apoyo y perspectivas.
A partir de ahora la situación es confusa, porque una vez que desaparecen los fondos que nutrían las investigaciones y que se irán con Izpisúa, que también trabaja en el Instituto Salk de Estudios Biológicos de La Jolla, en California (EEUU). Un ejemplo de su tremendo potencial es la creación en laboratorio de riñones en miniatura y que fue elegido por la revista Science como uno de los grandes pasos adelante de la medicina en los últimos años. Gran parte de su trabajo depende de la investigación con células madre, aprobada en España gracias a la ley de reproducción asistida que salió adelante en Cataluña con el gobierno de izquierdas de PSC, ERC e ICV. Ha sido uno de los señalados por la Iglesia Católica como principal ariete de esta práctica “prohibida” por la institución religiosa.
Imagen del CMRB