Cómic negro, novela negra: Ed Brudbaker y Sean Phillips tienen su integral en dos volúmenes, una obra magna que establece las intensas relaciones entre género negro y cómic.
El género negro no tiene fronteras, es capaz de acostarse con el cine, la televisión, y también con el cómic, es un formato y un ente de comunicación artística que no tiene límites. Ed Brubaker y Sean Phillips son dos buenos ejemplos de cómo la flexibilidad artística da como resultado grandes obras capaces de ser canónicas y entender que la vieja serie negra de toda la vida tiene más vidas que un gato. La Editorial Panini Comics ya ha publicado la integral de ambos en dos volúmenes ‘Criminal Integral 1’ y ‘Criminal Integral 2’. Panini se ha especializado en explotar al máximo el cómic americano, y no iba a ser una excepción con uno de los géneros que más réditos ha dado a EEUU.
El primer volumen es el mismo que en Estados Unidos ganó los premios más prestigiosos del cómic, el Eisner y el Harvey, e incluye las tres primeras sagas de Criminal: ‘Cobarde’, ‘Sin ley’ y ‘Los muertos y los moribundos’. Cada saga tiene su conexión con el mundo negro que oscila entre lo criminal y lo policiaco, cumpliendo a rajatabla con los cánones del género. Historias diversas: un hombre capaz de planificar y ejecutar cualquier golpe, siempre que no entrañe peligro, a la búsqueda quizás del golpe perfecto y que tiene la rara habilidad de sobrevivir con buen pie a todo con el útil método de dejar atrás el lastre humano ocurra lo que ocurra. También está la historia de redención que tantas veces se ha retratado, alguien que abandonó su carrera criminal en las calles de la ciudad para abrazar una nueva vida; el camino de una afortunada femme fatale; y finalmente un boxeador sin suerte y un asesino que vuelve a casa después de haber estado en Vietnam, pero en el hogar todo es diferente. 400 páginas sin compasión.
El segundo volumen está previsto para julio de este año, todavía no ha visto la luz e incluye ‘The sinners’ y ‘The last of the innocent’, igual de premiada que la primera integral y que se basa en la misma miríada de personajes extremos. Por ejemplo en Jacob, cuya vida quedó destrozada por una mala decisión en una mala noche, un relato de sexo y locura que da un punto más al género, perfilando una historia que podría perfectamente intimar con la leyenda de ‘Sin City’ de Miller, pero que no es desde luego esa cascada de obsesiones subterráneas del alocado autor de Nueva Inglaterra. En este número Brubaker y Phillips recuperan el personaje de Tracy Lawless, también alrededor de una serie de conceptos repetidos y que son comunes: sexo y dinero, esa bruma miserable que tanta agonía da al género en la literatura como es la triste nostalgia por el pasado, que siempre tiene un color mejor de lo que realmente tuvo.
Portadas de las dos integrales
Si bien las sagas reunidas de Brubaker y Phillips arrancan de los clichés eternos del género negro (criminales, boxeadores, policías, el lado nunca contado del desastre del sueño americano cuando no se cumple, que es casi siempre), no deja de reinventarlos desde un arte diferente y una elocuencia personal a la hora de concretar las historias. El ser humano es retratado en tinta y papel como un ente que triunfa y fracasa, en ocasiones con apenas unas páginas de distancia, que sube y baja, que tan pronto alcanza las cimas como termina en los callejones de ese tópico de “la noche era húmeda y fría” que alienta el género negro desde hace décadas.
El “topicazo” deja sitio a una reinterpretación de los mismos, así, los criminales traidores son diferentes siendo los mismos, y así con todo: mujeres fatales que arrasan con todo lo que tocan, mafiosos que no se mueven un ápice del manual de comportamiento que se les presupone, corrupción policial y secundarios que dan pie a una forma de contarlo todo que se basa, en su acierto, en la construcción de los personajes. Usando un cliché literario: no son historias de personajes, igual que hay libros de personajes y no de argumentos originales, la fuerza de ambos es la forma en la que los autores (especialmente Brubaker, a los mandos) construyen esos perfiles. Son auténticos a pesar de haber sido una y mil veces visitados por el cine y la literatura. Pero es que esto es cómic. Es distinto.
Las sagas están dotadas de un gran realismo que no da pie a experimentos extraños. Brudbaker y Phillips crean cómic de toda la vida, con un estilo alejado de los experimentos, explícito y que puede hallarse en casi todo el cómic industrial americano. Otra cosa es cómo utiliza ese estilo para narrar lentamente esas mismas historias. No estamos frente a un cómic diferente por lo visual, sino por los textos que encierra. Novelas gráficas independientes reunidas que crean, el mejor estilo de Balzac y su ‘Comedia humana’, un universo particular en la que a pesar de la independencia los personajes terminan engarzándose entre sí de tal manera que se teje una red subterránea que da más cuerpo y personalidad. Todo ocurre en el mismo plano de universo particular.
Ed Brubaker (1966). Guionista y escritor norteamericano que tiene sobre la chimenea un flamante Premio Eisner por trabajos como firmante de muchos de los mitos del cómic americano como Daredevil, Capitán América, Batman, X-Men… también colaboró en Catwoman, The Immortal Iron Fist, Gotham Central, Sleeper y The Authority: Revolution. Por su cuenta ha conseguido revitalizar el formato de la serie negra en el cómic con sus premiadas integrales que, una vez ha volado en solitario después del consabido servicio a la industria, le han convertido en uno de los guionistas de referencia en el mundo.
Sean Phillips (1965). Dibujante y entintador británico especialmente conocido por haber colaborado con DC Comics en las sagas ‘Sleeper’, ‘WildCATs’, Batman y ‘Hellblazer’. Se trata de una autor en auge en el mercado británico, íntimamente ligado con el americano y que suele ser cantera durante años (que se lo digan si no a Alan Moore) de la poderosa industria del cómic de EEUU. Entre sus trabajos más conocidos están sus colaboraciones con el personaje Juez Dredd (con guión de John Smith) y sobre todo por la complicidad con Ed Brubaker en las integrales ‘Criminal’ y ‘Fatale’.