Llegó el día: la sonda Rosetta ya está en órbita segura alrededor del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko al que sigue la pista desde hace diez años.
Una década de tiempo, 6.400 millones de km después y toda la Agencia Espacial Europea (ESA) conteniendo la respiración para que la inversión finalizara con éxito. La frase transmitida es corta pero informa que en efecto Rosetta ya está donde debía: “La maniobra de aproximación se ha realizado con éxito”. La sonda se había reactivado el pasado 20 de enero para empezar el acercamiento a 67P, el primer cometa que va a ser estudiado a fondo y casi sobre él (la órbita mantiene una distancia de 100 km, un suspiro cósmico) en múltiples giros para poder entender mejor este tipo de cuerpos celestes que podrían ser, incluso, el origen de la vida en la Tierra. Dará información, además, de cómo se formó nuestro planeta y el propio Sistema Solar, ya que los cometas son supervivientes fallidos de aquella época.
La Rosetta rompe un techo más de la astronomía y la exploración espacial: ser capaz de orbitar un cometa para poder analizarlo a fondo. La sonda escoltará al cometa durante una parte de su trayectoria cercana al Sol, para luego, en noviembre, poner en marcha la undécima de las maniobras programadas para la misión: lanzar sobre la superficie del comete el módulo Philae con arpones para poder estudiar su composición lo que ayudaría a dar respuestas sobre si la teoría de que la vida llegó a la Tierra gracias al impacto de uno de estos cometas donde estaban los compuestos necesarios. Porque los cometas de hoy son los mismos de hace 4.000 millones de años, sin cambios, es decir, justo en el momento en el que la Tierra empezó a ser un planeta.
Todo empezó a las once de la mañana hora española, cuando los propulsores de la Rosetta se pusieron en marcha; la maniobra duró media hora, hasta que sobre las 11.30 el mando de control de la ESA en Alemania daban por concluido el proceso con un aplauso atronador de los ingenieros. El director general de la ESA, Jean Jacques Dordain ha dado las gracias a todos los países miembros y a la industria por la culminación de tantos esfuerzos. A partir de ahora la Rosetta completará el resto de maniobras de acercamiento para poder seguir adelante con una misión de una década en la que la Rosetta ya estudió los asteroides Steins (2008) y Lutetia (2010) antes de volver a apagarse y reiniciarse en enero de este año.
El módulo Philae que se posará en noviembre en el cometa
El proceso de estudio cercano y físico a través del módulo Philae será vital para poder entender mucho mejor qué es un cometa, de qué se compone (aunque hay muchas clases y puede variar muchos) y cómo se comporta. Por ejemplo el 67P es un auténtico carámbano congelado, ya que viaja con una temperatura media de -70º. La Rosetta, con los espectrómetros que lleva abordo, ha podido determinar que sin embargo esta temperatura es demasiado alta para ser una bala de hielo. Es decir, que la Philae encontrará suelo rocoso en su descenso final. Según las primeras observaciones el cometa está recubierto de una capa de polvo oscura que podría alternarse con la presencia de bloques de hielo compactado en algunas zonas. A más hielo más agua, y a más agua más intrigante el papel de los cometas en el origen de la vida.
Porque ésa es una de las grandes claves: los cometas son bolas de compuestos congelados que deambulan en órbitas abiertas y largas alrededor del Sol, y entre los componentes hay hielo de agua. Es de suponer que quizás contengan otros compuestos que al reaccionar químicamente en un ambiente más estable y grande pudieran terminar por dar lugar a las bases de carbono necesitaras para que exista vida. Por ejemplo, en la Tierra. La teoría de la vida originada por el impacto de un cometa sobre nuestro planeta se mantiene como una opción más que explicaría por qué precisamente en este planeta. Por decirlo así los cometas serían balas perdidas donde está todo lo necesario para lo biológico, pero que no se inician a no ser que choquen contra un planeta. No obstante, es una teoría todavía por confirmar y que no supondría la anulación de las establecidas oficialmente hasta ahora.
Fotografía real del cometa a distancia por parte de la propia sonda Rosetta