Un momento clave en el universo, la aparición de la vida animal superior, fue producto de muchas circunstancias, no tiene un origen único y debe más al azar que a la voluntad. 

Algo tan sencillo como eso: ni fue por generación espontánea, ni llegó en los meteoritos ni fue creada por una inteligencia superior. La explosión de vida animal en la Tierra hace no mucho (para la edad del universo y del propio planeta), apenas 520 millones de años, fue resultado de una combinación aleatoria de factores que al relacionarse entre sí crearon un escenario básico. La vida sería así una consecuencia de esa mezcla y no el resultado de un solo origen. El gran salto desde la base celular anterior y el gran paso adelante fue una combinación.

Es la principal conclusión de un nuevo estudio publicado por Science recientemente, elaborado por los profesores Paul Smith (Universidad de Oxford) y David Harper (Universidad de Durham). En las últimas décadas, se habían presentado decenas de teorías individuales sobre la rápida diversificación de las especies animales en el periodo Cámbrico temprano del tiempo geológico. El nuevo estudio implica que hay que verlo como un todo general. Las teorías de este suceso se clasifican en tres categorías: geológicas, geoquímicas y biológicas, y la mayoría se han señalado como procesos independientes que fueron la principal causa de la explosión.

Smith, autor principal del informe y director del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford, explicó: “Este es un periodo de tiempo que ha llamado mucho la atención porque es cuando los animales aparecen abruptamente en el registro fósil y en gran diversidad. A raíz de este evento, nacieron casi todos los principales grupos de animales que conocemos hoy”.

Durante esta época se amplió la gama biológica hasta crear varias familias y supuso la creación de los ecosistemas y ciclos animales modernos; la diversidad se expandió y aumento, y a más diversificación más opciones de supervivencia de un número básico de especies. Además aparecieron los primeros esqueletos y ritmos de vida habituales, como la diferenciación entre animales diurnos y nocturnos, la capacidad de nadar y de cavar.

Ejemplos son los Anomalocaris, un género de animales extintos que están lejanamente relacionados con los cangrejos y langostas, con una boca de 32 placas superpuestas, depredadores, y que formaron parte de la nueva generación de animales que serían los antepasados de peces, aves, reptiles y mamíferos. El equipo de ambos científicos invirtió cuatro años de estudios con información de puntos diferentes como Groenlandia, Siriuspasset, un auténtico tesoro fósil con gran información.

Los datos indican que la vida animal habría sido consecuencia de una combinación peculiar: aumento del nivel del mar, lo que generaría un mayor fondo marino con nutrientes y espacio habitable, y a su vez un consecuente aumento de la diversidad. A más recursos, más vías de crecimiento, lo que generó una espiral biológica que no se detuvo. Se trataría así de una “reacción en cadena” que sentó las bases para gran parte de la posterior vida marina que estableció relaciones con sus medios para modularse a sí mismos y modular también esos nichos. Los animales, literalmente, creaban el ecosistema necesario para su supervivencia.