A mediados de mayo los museos seguían, en gran medida, ajenos a lo que les da la vida social: visitantes. Con apenas un tercio de aforos permitidos, con estrictas medidas de seguridad, de distancia… y eso es mejor que el cierre total de los meses de confinamiento. Muchos todavía tardarán en volver. Y por eso hicimos un artículo especial, las visitas virtuales. Pero a pesar del cierre temporal y de las restricciones, la mayoría decidieron abrir sus salas virtuales en la red, para que los confinados pudieran recorrer sus fondos y exposiciones. Una ventana abierta que muy probablemente explotarán más a menudo a partir de ahora. Un consejo: no se pierdan la del Thyssen.
IMÁGENES: Museo del Prado / Museo del Louvre / Museo Británico / MoMA / Galería Uffizi / Wikimedia Commons
Imagen de portada: ‘La persistencia de la memoria’ (Dalí) – MoMA de Nueva York
Los museos fueron uno de los primeros lugares que la pandemia del Covid-19 forzó a cerrar: miles de visitantes compartiendo un espacio, tocando las mismas pasarelas, puertas, folletos, paredes, los objetos de las tiendas de regalos… Era lógico que cerraran sus puertas. Y ahora que reabren, la situacion es igual de mala: mascarillas, grupos reducidos, aforos jibarizados, a dos metros y con sumo cuidado. Pero la tecnología, y más concretamente internet, nos ha proporcionado la ventaja de poder observar desde nuestras casas, ganar un intermediario en HD y con múltiples formatos. En ocasiones aliándose con Google Arts & Culture, un servicio de la compañía similar al Street View pero pensada para recorrer las salas de los principales museos desde casa, con acceso universal (siempre que haya conexión potente para aguantar la alta definición de las imágenes); en otras, como el caso de El Prado, a través de las redes sociales para llegar a más gente (Instagram) y que ofrece un cuadro al día en múltiples formatos pero no una visita virtual a sus salas. O bien como en el caso del Thyssen-Bornemisza, para no perderse.
En todos los casos se trata de dar salida a las exposiciones temporales y a las colecciones permanentes, no cortar lazos con los visitantes. Y más que en el caso de las colecciones permanentes, ya muy conocidas y visitadas, se trata de que la inversión realizada para las que sólo van a estar abiertas unos meses puedan tener impacto en el público. En ocasiones con costes muy altos y patrocinadores que de una u otra forma querrían que el esfuerzo económico tenga réditos. Uno de los casos más evidentes, y mejor trabajados, es la Tate Gallery, que permite acceder a visitas virtuales a lo que suma una web muy completa sobre fondos propios, con explicaciones, biografías y catálogo de imágenes, pero no en HD para apreciar el detalle. No se trata de una opción por inmersión, sino una nutrida base de datos contextualizada con más pedagogía que visibilidad.
Piedra de Rosetta (British Museum, Londres)
En las antípodas está el Museo del Louvre, que permite acceder de forma virtual a tres exposiciones: las antigüedades egipcias, los restos del foso del Louvre y la restaurada Galería d’Apollon. Lo hace además emulando al Google Street View, nos permite deambular por varias salas (no todas), eligiendo hacia dónde queremos ir, acercarnos, observar las colecciones, volver atrás, conseguir información sobre las piezas que vemos, etc. Es quizás el modelo virtual más certero y bien elaborado, aunque no es el único: cada museo, dentro de sus posibilidades, ofrece desde las visitas pedagógicas con bases de datos e imágenes fijas (virtuales en el antiguo sentido de la palabra), o como el Louvre, que aunque no deja entrar en todo el museo, sí que da a elegir y resulta mucho más realista a como sería una visita normal.
Algo parecido, pero de menos calado, encontramos en la Galería Uffizi de Florencia, quizás el museo más importante de Italia junto con los Vaticanos. El museo italiano es un compendio único de arte, pero también de webs paralelas. Las hay muy completas, pero siempre avisan de que son sitios “no oficiales”, aunque en ocasiones son incluso mejores que muchas webs oficiales (como Virtual Uffizi). La auténtica es uffizi.it, en italiano (idioma de presentación) y con opción en inglés. En ambas existe la opción de Hyper Visiones o Ipervisioni, con un tour explicado con imágenes en HD y descripciones. Si el navegador no está actualizado puede presentar problemas de visión, pero si tenemos en cuenta lo que atesora la institución (¿medio Renacimiento italiano quizás, incluyendo con ello la propia ciudad?) bien merece la pena un vistazo.
Dentro de este grupo de “virtuales modernos” figuran el British Museum, el MoMA de Nueva York o el Museo Antropológico de México, ya que todos emulan ese método, que sin embargo no da demasiada información contextualizada sobre lo que estamos viendo. Casi parece que haya que elegir entre una visita más “plana” pero con mucha información añadida o bien un paseo más realista pero menos explicativo. Al menos hasta que llegamos a la web del Thyssen-Bornemisza, que bien merece un aplauso cerrado: combina un modelo parecido al Street View con múltiples informaciones visuales, textuales e incluso grabaciones sonoras que nos explican el cuadro y su contexto mientras podemos observarlo detenidamente con una lupa de aumento. La mejor de todas las que hemos elegido ya que este formato ha sido muy estudiado en el pasado, y contamos más de 15 exposiciones presentes y pasadas para ser visitadas, incluyendo las dos últimas (‘Los impresionistas y la fotografía’, ‘Rembrandt y el retrato en Ámsterdam, 1590-1670’) y la majestuosa Colección Permanente al completo.
Bailarina basculando (Degas) – Museo Thyssen Bornemisza
La Giocoonda (Da Vinci) – Museo del Louvre