Más de tres décadas después Tom Cruise regresa allí donde empezó a brillar: ‘Top Gun’. Una secuela varias veces postergada (una mas este otoño, hasta 2022), que hubiera visto la luz en 2019, retrasada y “rematada” por la pandemia por COVID-19. Innecesaria para unos, tardía para otros, una oportunidad de volver a los 80 para los nostálgicos, incombustibles en su obsesión.
IMÁGENES: Paramount Pictures / Skydance Pictures / Tencent Pictures
Podríamos empezar por lo obvio: ¿era necesaria una secuela de un filme tan prototípico de los 80 que verlo hoy causa en ocasiones vergüenza ajena incluso para los que la vieron siendo críos? Probablemente no. Como decía uno de los supervivientes de La Movida en un reportaje para TV, entre el hartazgo y el humor negro, “es la década más larga de la Historia, no se termina nunca”. Basta pensar en casi todo, desde la ropa y la música o ciertas (malas) ideas políticas, pasando por las series de TV (‘Los Goldberg’ es el ejemplo más descarado imaginable) o el cine, que incluye remakes y secuelas que saltan casi dos generaciones: la tercera de ‘Cazafantasmas’ ya está lista, llevan años alrededor de hacer la segunda de ‘Los Goonies’ e incluso continuar la saga de los Gremlins. Es una sed que no tiene fin y una motivación muy clara: el dinero de los nostálgicos nacidos o crecidos en los 80, que ahora son talluditos cuarentones dispuestos a lo que sea por recuperar el pasado, aunque sea vicariamente.
Y entonces aparece Tom Cruise, que milagrosamente apenas ha cambiado respecto a aquel chico dispuesto a comerse el mundo de 1986, si acaso parece algo más fornido e hinchado. Aquel año el malogrado Tony Scott (hermano de Ridley, siempre a su sombra a pesar de su talento) lo dirigió en el mayor spot publicitario jamás pensado para la Marina de Estados Unidos, concretamente para el cuerpo aéreo embarcado en portaaviones. A ratos parece un filme de propaganda para alistar candidatos, y en otros momentos roza el video musical donde nadie, salvo los viejos jefes, desentona con la misión de estética visual de Scott: juventud, erotismo sugerido, sonrisas, gafas de sol, pop ochentero, el chico, la chica, una moto, la cazadora de cuero de aviador, una misión, el talento del piloto rebelde que vence al enemigo… y el legendario cachondeo de la comunidad gay por un partido de vóley playa plagado de soldados con pantalones extremadamente apretados y frases inolvidables.
El peso del tiempo es inmenso en el personaje de Cruise, Pete “Maverick” Mitchell, apodo que en EEUU tiene otro significado: en la cultura norteamericana a los rebeldes solitarios que hacen de su voluntad libre su filosofía de vida se les llama “mavericks”, contra viento y marea. A él le ocurre lo mismo. Basta repasar la sinopsis: han pasado tres décadas de servicio y la reputación de piloto tan talentoso como indomesticable de Mitchell es tanto un orgullo como una losa en su carrera, que no despega. Otros de su promoción ya ocupan el Estado Mayor, pero él sigue como piloto a pesar de las condecoraciones y los méritos de guerra. Entonces le llaman a la escuela Top Gun donde él fue alumno para formar a una nueva generación mixta. Allí conocerá a Bradley Bradshaw (interpretado por Milles Teller), el hijo de Goose, su compañero caído. El choque entre el viejo piloto con la cabeza metida en su mundo anterior y un siglo XXI tecnificado donde los drones ya vuelan a la par es parte del corazón del filme.
Incluso el nuevo guión sigue las mismas vías del de 1986. Ni siquiera el salto de tres décadas (un detalle que a los nostálgicos dejará tiritando de miedo por el abismo temporal) ha conseguido cambiar el mecanismo que funcionó entonces. ¿Para qué cambiar lo que es una película de culto para parte del público? Lo que no muta y en realidad incluso puede haber mejorado es toda la parte de vuelos: los antiguos F-14 Tomcat se convierten en 2021 en los F/A-18 Super Hornet embarcados. Vaya por delante que es lo más espectacular en años, todo un imán para espectadores. Otros asuntos del original se repiten a pesar de haber envejecido bastante mal, como por ejemplo el papel pasivo de Kelly McGillis, la contraparte femenina de Cruise, obligada a planos donde no se notara que le sacaba a él una cabeza de altura. Era básicamente la chica del videoclip (toda la película lo es), que en la secuela es sustituida por otro producto de los 80, Jennifer Connelly, que ha envejecido igual de bien pero que viaja (parcialmente) encasillada en la repetición del mismo papel.
Porque en ‘Top Gun: Maverick’ todo recuerda a la primera. Por volver incluso regresa Val Kilmer como “Iceman”. Pero el tiempo no pasa en balde. Algunas escenas vistas en los trailers disponibles ya adelantan el colmo: la nostalgia del personaje por su pasado dentro de un filme pensado por y para estimular el mismo sentimiento en el público. Detrás de cada giro, de cada plano y frase, hay una referencia ineludible al origen de todo. Casi parece que el nuevo director, Joseph Kosinski, le haya hecho un repaso completo al original para adecuarlo a nuestro tiempo en vez de construir una historia nueva que pudiera enganchar a los hijos (incluso nietos) de los que vibraron en los cines con las escenas coreografiadas de los cazas en el aire. Y sin embargo, repetimos, el tiempo deja huella. Los nostálgicos acudirán a verla para revivir lo que ya no puede volver, y el resto nacido después sentirán curiosidad por saber por qué su padre llevaba esas Ray-Ban a todos lados de joven o por qué se compró una cazadora de aviador, una moto y repetía una de las frases más cursis de la Historia del Cine: “I feel the need… the need for speed”.
Años de retraso para el estreno
Después de un rodaje complicado en 2018 Paramount Pictures tenía por fin su apuesta comercial, una secuela de la legendaria ‘Top Gun’. Iba a estrenarla el 12 de julio de 2019. Pero ya a mediados del año se dieron cuenta de que no llegaban, que el lanzamiento requería más tiempo, así que lo retrasaron al 24 de junio de 2020, casi un año después. En abril de ese año la pandemia mundial aniquiló todos los planes de cualquier evento que implicara gente reunida, por lo que fue retrasada por segunda vez, ahora para el 23 de diciembre. Apenas unos meses más tarde se retrasó aún más, otros seis meses, hasta el 21 de julio de 2021, en parte porque la pandemia no remitía y también por los problemas de agenda de Cruise, que estaba metido de lleno en otra entrega de ‘Misión Imposible’.
Aún faltaba: en abril de este año se retrasó por cuarta vez, con la fecha final para el 19 de noviembre de 2021. Y en septiembre, de nuevo, junto con el resto de proyectos de Paramount, se retrasó para mayo de 2022 por otra oleada pandémica. En este tiempo plataformas como Netflix y Apple TV+ han intentado comprar los derechos a Paramount para estrenarla en línea, pero la productora se ha resistido a soltar la presa, convencida de que será un éxito que necesita económicamente. En los cines, según el plan de la compañía, se estrenará 45 días antes de que se pueda ver en Paramount+, su propia plataforma de streaming.
El mito ochentero
Vayamos directos a lo importante: aparte de Paramount (que ganó casi 360 millones de dólares gastándose 15 millones), nadie ganó más con ‘Top Gun’ que la US Navy: el éxito de reclutamiento fue asombroso, tanto que quiso una segunda parte que jamás se materializó por un escándalo con pilotos de la Marina, los mismos que aparecen en la película. No querían publicidad y se retrasó indefinidamente, hasta esfumarse la opción. ‘Top Gun’ no sólo fue un nexo entre Paramount y el ejército, sino que hizo despegar la carrera como productor de Jerry Bruckheimer, que exprimiría al máximo esta buena relación. Pero hubo una tragedia: Durante el rodaje falleció uno de los pilotos que rodaban escenas, Art Scholl: su avión entró en barrena y no pudo recuperarlo por el exceso de peso de las cámaras. Le dedicaron la película, pero nunca pudieron encontrar su cuerpo al caer en el océano Pacífico.
El pique en pantalla entre Val Kilmer (conocido por su mal carácter en los rodajes) y Tom Cruise fue muy real: apenas se hablaron durante el rodaje, lo que no ha evitado que 30 años después le hayan dado un papel secundario de nuevo. Fue tal el éxito de la película que incluso tuvo su propia parodia, ‘Hot Shots’ (1991), con Charlie Sheen imitando a Cruise. Un detalle más: las gafas que llevaba en el filme, Ray-Ban Aviator (clásicas con cristales de forma de pera) se convirtieron en un icono para todos los adolescentes y pilotos del mundo, tanto como la moto con la que corre en varias escenas, la Kawasaki GPZ900R.