La NASA experimenta con motores que no necesitan combustible, sino que se basan en un viejo truco newtoniano: convierte la electricidad en impulso generando microondas dentro de un tanque que impulsaría la nave. Tan sencillo como complicado.
La filtración llegó de NASA Spaceflight, un foro de aficionados de la tecnología EmDrive, bastante polémica por la falta de pruebas contundentes de su funcionalidad, pero que el pasado 5 de noviembre fue publicada por un miembro australiano de esta organización, Phil Wilson, pero que no duró mucho: el post donde aseguraba que la agencia norteamericana ya estaba experimentando a nivel avanzado con esta solución de motores fue borrado casi de inmediato. La razón: no tiene confirmación y podría ser un simple rumor.
La tecnología EmDrive es en realidad una forma de propulsión de cavidad resonante RF; utiliza un magnetrón para producir microondas dirigidas contra un recipiente metálico, con forma de cono truncado por ambos lados, y capaz de aislar la radiación funcionando como una cavidad resonante. Ese recipiente permitiría dirigirla por el lado más grande, como si fuera la tobera de un jet. Así originaría una propulsión de onda que movería el propio motor.
Eso sí, para poder crear esa microonda haría falta energía eléctrica, pero permitiría prescindir de cualquier otro tipo de combustible. Esta forma de propulsión sería especialmente útil en el espacio ya que tendría menos resistencia por rozamiento que en la Tierra, donde el aire, el suelo o el agua contrarrestan el empuje de los motores. De confirmarse que puede tener aplicaciones prácticas progresivas en medios de transporte, y especialmente en naves espaciales, permitiría prescindir del combustible líquido que supone un auténtico problema a la hora de construirlas y mantener un mínimo de seguridad.
Modelo de propulsor EmDrive (vía emdrive.com)
La filtración nació de un borrador de Eagleworks Laboratories, que desarrolla tecnologías de motorización revolucionarias a partir del principio de generación de microondas en lugar de consumir combustible líquido o gaseoso para producir ignición y propulsión. Era un simple borrador, un esbozo de un desarrollo mucho más complejo que un simple motor de combustión. El experimento de la NASA habría generado 3,33-6,67 micronewtons por kilovatio en empuje para un movimiento de rotación de 270 grados antes de que la batería se agotara, en un tiempo de 32 minutos. Es decir: microimpulsos de onda a partir de descargas eléctricas dirigidas que movieron un rotor. Un pequeñísimo paso para el motor, pero un gran salto para la tecnología EmDrive.
Para poder ver el informe completo habrá que tener un poco de paciencia, ya que será publicado por el American Institute of Aeronautics and Astronautics (AIAA) en diciembre. De confirmarse supondría que la NASA habría logrado llevar a la práctica la teoría inicial de Roger Shawyer, que en 2006 logró hacer experimentos útiles con la tecnología EmDrive a partir de la creación de propulsión rotatoria siguiendo las Leyes de Movimiento de Newton.
Esquema de la tecnología aplicada al motor de una nave espacial