Desde esta pasada madrugada la sonda New Horizons ha empezado a enviar los receptores de la NASA información sobre MU69 (rebautizada como Ultima Thule por la agencia después de una votación popular), el cuerpo orbital más lejano jamás alcanzado por el ser humano, fotografiado, medido o monitorizado por una máquina. Lejano, frío, rojizo y probablemente con un doble cuerpo engarzado, un KBO u objeto transneptuniano que está mucho más allá de Plutón.
New Horizons sigue su viaje y ya ha alcanzado su nuevo objetivo, un pequeño objeto denominado MU69 oficialmente y desde ahora Ultima Thule, y observado previamente por el telescopio espacial Hubble. Su mayor peculiaridad es que es rojo, un color extraño para este tipo de cuerpos y que podría ser una piedra de toque para la astronomía: ese tono deriva de su composición, por lo que hace que sea muy interesante para estudiar en el viaje sin fin que realiza New Horizons hacia los confines del sistema. New Horizons ya lleva dos años preparada para enfocarse hacia los KBO, algunos de los cuales ya ha visto a distancia. Ultima Thule es muy pequeño incluso para ser un KBO, pero sus particularidades y el hecho de que esté en la trayectoria elegida para la nave hace que sea una oportunidad única.
New Horizons comprobará tamaño, forma, composición y tomará más datos visuales importantes. Porque estudiar los KBO es vital para comprender mejor cómo se formó el Sistema Solar ya que estos cuerpos son parte del material utilizado en las primeras fases de formación y que por alguna razón fueron expelidos desde las zonas centrales hacia el exterior del sistema. O bien eran parte de un disco de formación más alejado y que por falta de fuerza gravitatoria, colapso del protoplaneta o alguna alteración no terminaron de formar nada. Se encuentra a 6.400 millones de kilómetros de la Tierra, y New Horizons ya ha registrado con su cámara todo lo que puede, antes, durante y después de esa pasada de vuelo a una distancia de unos 3.500 km. En total serán 7 GB de información (lo que entraría en un pendrive)
Diagrama de la NASA sobre la ubicación y datos de Ultima Thule respecto a la ruta de New Horizons
Ultima Thule está tan lejos de nosotros que una vuelta completa al Sol, su ciclo anual, dura 300 años terrestres, y las señales enviadas para comunicarnos con la sonda, que viajan a la velocidad de la luz, tardan seis horas en llegar a la Tierra desde la máquina (el cálculo es que New Horizons podría tardar hasta 20 meses en enviarlo todo, así que paciencia). Se podrán comprobar varios puntos hasta ahora sólo supuestos: que puede ser binario y no un solo cuerpo, es decir, dos masas orbitales tan cercanas que hasta ahora se consideraba que eran uno solo (en ese caso serían dos grandes islotes girando sobre un punto intermedio), que su composición podría ser roca sólida y hielo, que tiene alrededor de 30 km de diámetro (si son un solo cuerpo y no dos), que podría tener un eje de giro tan raro que, como la Luna, nos daría siempre la misma cara; incluso hay teorías que indican que los estudios sobre su brillo ante la luz solar (a esa distancia es 2.000 veces menos intensa) son tan uniformes porque en realidad está rodeado de una nube de polvo y hielo atrapada en su gravedad, lo que haría un efecto espejo.
L91, posible siguiente objetivo
Estos KBO no son los únicos transneptunianos interesantes. Recientemente un grupo de astrónomos del Observatorio Gemini en Hawaii descubrió uno de esos cuerpos errantes que “vagabundean” entre zonas, con una órbita mucho más lejana aún que Plutón y otros KBO. Es L91 que, sin embargo, no está quieto: se mueve hacia órbitas más cercanas al Sol desde la Nube de Oort hacia Cinturón de Kuiper, en un viaje inverso al que hace New Horizons. Su importancia radica en que es la primera vez que se observa a uno de estos cuerpos helados trazar ese rumbo. Es un desafío para el entendimiento de por qué mantienen esas órbitas a veces tan excéntricas. El grupo de investigación localizó a L91 en 2013 y lo ha observado desde entonces.
Pero está lejos, 1.450 ua, tanto que probablemente New Horizons no lo alcance o pase de largo. Por eso es tan interesante que se esté acercando. Las razones pueden ser muchas: quizás la influencia de Neptuno, el gigante exterior del sistema, o bien una colisión entre varios cuerpos de la región de Oort. Otra opción es que L91 esté dominado por un “efecto elástico” con el Sol, y que quizás haya sido enviado incluso más lejos, a los límites mismos de la gran nube, y que ahora esté volviendo atraído por la gravedad neptuniana o del Sol, o de ambas combinadas.
Imagen artística de L91 con el distante Sol en perspectiva