Este noviembre llega a los cines y en forma de álbum el concierto en directo de Nick Cave ‘Idiot prayer’, grabado en junio de este año como respuesta a la cancelación de una gira mundial del músico australiano, pero también como resultado del talento y la expresividad artística de Cave, irrefrenable, y que ha dado como final un trabajo tan delicado como poético.
IMÁGENES: Nick Cave Web / Wikimedia Commons
No es un disco, es una película. Tampoco es una película al uso, es más bien un recital grabado en el Alexandra Palace con piano y voz. Y menos aún es el Nick Cave de tiempos pasados, es un nuevo yo entre el crooner y el poeta cantado que en noviembre estrenará en los cines de medio mundo el 5 de noviembre este atípico filme-concierto que tendrá también su tradicional correspondencia en forma de disco el 20 de noviembre (en vinilo, CD y digital). Incluye temas con su banda Bad Seeds y con Grinderman, además de material del álbum de estudio anterior, ‘Ghosteen’ (2019). No obstante, ya hubo emisión en directo por streaming de pago el 23 de julio, lo que sirvió para que el mundo entero asistiera al nuevo trabajo en directo, grabado originalmente en junio de 2020 en el Alexandra Palace de Londres. La película la grabó Robbie Ryan, director de fotografía de la oscarizada ‘The Favourite’ y editada por Nick Emerson.
Lo único que escuchará el espectador será piano y voz, 90 minutos en el streaming, 118 minutos en los cines. El concierto (y el álbum en vivo) fue concebido como el final de una trilogía que incluiría el disco ‘20.000 days on Earth’ (2014) y ‘One more time with feeling’ (2016), un clímax final si tenemos en cuenta que el segundo trabajo llegó con la muerte de su hijo, un dolor insufrible que ha estimulado al artista total que lleva dentro, que deambula entre el músico, el compositor, el poeta y el autor. Nació también como respuesta a la pandemia del Covid-19: Cave decidió grabar un concierto en vivo, sin público, él solo con un piano, en el Alexandra Palace, y con canciones nuevas (‘Euthanasia’) y anteriores con los Bad Seeds, su banda de acompañamiento más célebre, pero también con Grinderman. Robbie Ryan aseguró que la grabación fue en una sola toma con dos cámaras. No fue hasta septiembre cuando se decidió desembocar aquel concierto en un álbum que finalmente ha tenido 22 canciones.
También verá el espectador a Nick Cave como una versión estilizada y sofisticada de sí mismo, elevado en su enigma como esa mezcla extraña de músico y poeta que se ha mantenido tan fiel a sí mismo como marginal para el espectáculo de masas. Sobriedad es la palabra que define ‘Idiot prayer’, elegancia también, contención, emoción. Es Cave en la mejor versión posible, a lo que ayuda mucho la intimidad del piano-voz y la realización de Ryan. Quien escuche sólo el disco podrá entender cómo un gran escenario solitario se convierte en una caja de resonancia perfecta para la delicadeza de 88 teclas y la característica voz del australiano, sin banda a su lado, solitario con todos sus problemas, pesadillas, idas y venidas. Entre los muchos apodos que tiene destaca el de “Elvis de los infiernos”, y no es por nada, es porque realmente es un ser extremo pero delicado. Un crooner, pero de otra forma difícil de explicar. La tragedia de perder un hijo (Arthur, en un accidente) parece haber modelado su música, pero mantiene el mismo estilo personalísimo que le ha diferenciado del resto.
El concierto fue un ejercicio de contención y sobriedad, limpieza, espartano y tremendamente delicado. El repertorio elegido con sumo cuidado, un sobrevuelo personal a su carrera desde los 90, con algunas piezas de ‘Ghosteen’ (2019) y ‘Skeleton tree’ (2016), pero poco más. Sólo ‘Euthanasia’ era inédita. Todo esto cuando Cave no es precisamente un virtuoso de las 88 teclas, pero sí un músico excelente que tiene mucho de teatral. Ojo, nadie duda de que el concierto fue un desahogo emocional para un padre dolido y un artista lacerado por la vida, pero también fue una oportunidad de demostrar que escenifica tan brillantemente como compone. Quien compre el concierto en digital o el álbum (el ojo hace mucho para la percepción, se notará mucho menos esa fuerza contenida) notarán esa escenificación lírica al estilo japonés: contar mucho con apenas nada. Quien no conozca a Cave descubrirá a un músico diferente y genial. El que ya lo haya testado redescubrirá una faceta no tan visible del australiano.
¿Quién es Nick Cave?
Nacido en 1957 en Warracknabeal (Australia) en 1957 como Nicholas Edward Cave, es una auténtica navaja suiza creativa: músico, escritor, compositor y actor. Conocido sobre todo por Nick Cave & The Bad Seeds (foto superior), confundido muchas veces con un cantautor (no, es mucho más que eso, sin desmerecer), es sobre todo un autor libre que ha pasado por sin fin de estilos, pero siempre con un punto de oscuridad lírica (sostenida por su potente voz profunda) y contracultura que le ha marcado. Respetado y admirado por muchos de sus compañeros de oficio, es el ejemplo perfecto de que desde los márgenes se puede construir una carrera artística rompedora, diferente y atractiva que deja huella.
Empezó en los años 70, pero no fue hasta los 80 cuando comenzó a prosperar con una mezcla temática de letras arriesgadas, música densa y cargada de referencias hacia el erotismo, la violencia y los psicológico. Influido por Leonard Cohen, Tom Waits o PJ Harvey, es simplemente diferente. Su lista de colaboraciones da cierta idea de su talento y su capacidad de atracción hacia otros: Shane McGowan, PJ Harvey, Johnny Cash, Pulp, Marianne Faithfull o Kylie Minogue, cada uno de un mundo diferente, y pero todos unidos a Cave. Ha publicado 17 álbumes de estudio con The Bad Seeds, ocho álbumes en vivo, otros dos discos más con Grinderman (2007 y 2020), uno más con The Die Haut en los 80, otros ocho con el grupo inicial The Birthday Party, otros doce álbumes más con diferentes colaboraciones, más la publicación de siete novelas.