Empieza la ronda de galardones que son la meta de muchos años de trabajo y de carreras profesionales. En Medicina el japonés Yoshinori Ohsumi gana el Nobel por sus hallazgos sobre el reciclaje celular del cuerpo humano, y en Física el premio fue ex aequo a dos investigaciones sobre las transiciones de la materia entre fases topológicas, y que fue para D. J. Thouless, Duncan Haldane y J. M. Kosterlitz.
Hace menos de 48 horas se supo que el japonés Yoshinori Ohsumi (Fukuoka, 1945) era el nuevo Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre cómo el cuerpo humano realiza la autofagia, es decir, cómo se recicla a sí mismo. Además de lo obvio (en griego significa devorarse a sí mismo) este concepto se vincula al proceso por el que las células se destruyen a sí mismas pero antes “empaquetan” su contenidos para enviarlos al lisosoma, un órgano celular que se encarga del reciclaje del cuerpo para mantenerlo activo y corregir errores, reparar zonas o simplemente crecer. La mayor parte de su trabajo se centró en los años 90, cuando Ohsumi usó levadura de pan para identificar los genes que permiten a las células reciclarse. En realidad el mecanismo era idéntico en estas células vegetales y en las humanas, por lo que al extrapolar ese camino genético descubrió también el humano.
Las implicaciones de su trabajo son enormes ya que se vinculan con enfermedades como el cáncer o el Párkinson, las infecciones o situaciones extremas para el equilibrio fisiológico como el hambre y la respuesta anatómica a la misma. Y en realidad Ohsumi imitaba a Newton, subiéndose sobre los hombros de gigantes, el de Christian de Duve, Nobel de Medicina en 1974 por identificar el lisosoma, un orgánulo celular que contenía enzimas devoradoras de grasas, proteínas y azúcares, y que recibía material para ser degradado. Este proceso tiene aplicaciones útiles: destruye las células infecciones, elementos defectuosos, o aquellas partes que han sido afectadas por bacterias y virus.
El Nobel de Física en cambio ha sido para dos grupos que investigaban el mismo campo, las fases topológicas de la materia, en las que un mismo compuesto pasa de gaseoso a líquido o sólido. Sin embargo es mucho más complicado, ya que es un trabajo teórico a nivel cuántico. David J. Thouless, por un lado, F. Duncan Haldane M. y J. Michael Kosterlitz, por otro, son los responsables de la revelación de “secretos exóticos de la materia”, es decir, la forma en al que se producen las transiciones de fase topológica y fases topológicas de la materia, un campo de estudio que trata de comprender el comportamiento de la materia a escalas cuánticas donde no se aplican las leyes de la Física de lo “muy grande” que sí nos incumben a los humanos. Es el territorio de la Mecánica Cuántica, que este siglo ha dado saltos de gigante.
Estos avances surgieron desde dos puntos diferentes. En el caso de la investigación de Thouless y Kosterlitz, que arrancó en los años 70, el éxito fue identificar un tipo de transición de fase nueva en sistemas bidimensionales (planos), que permitía entender cómo funcionan determinados fluidos superconductores y superfluidos, así como algunos imágenes. Más tarde, en los 80, y a partir de estas mismas teorías, Thouless creó junto a F. Duncan Haldane métodos teóricos para describir fases de la materia que no se pueden identificar desde la ruptura de simetría, sino que había que hacerlo desde los conceptos topológicos anteriores. Estas investigaciones han permitido conocer bien cómo se comporta la materia a nivel cuántico en condiciones extremas, lo que tendrá también muchas aplicaciones, principalmente en la ciencia de materiales y la electrónica.