Quien no haya vivido alguna vez bajo la sombra de un volcán no sabe lo que es mirar, entre cómico y siniestro, y pensar en lo peor. El gran desafío de la vulcanología es predecir con tiempo suficiente una erupción volcánica. Ahora hay un nuevo método.
Descubrir cuándo va a entrar en erupción un volcán es clave, sobre todo para salvar la vida de los que viven cerca, y poder saber cómo va a desarrollarse el fenómeno geológico más destructivo que existe, porque genera a su vez otros (terremotos, inundaciones, corrimiento de tierras…). Un volcán en erupción destruye decenas de km cuadrados a su alrededor, a veces mucho más, anega la atmósfera de detritus que generan pequeños inviernos, asolan cosechas y cambian el clima. La ceniza y la lava luego se pueden usar para crear campos mucho más fértiles que antes (en Canarias incluso se cultivan vides en suelo de ceniza), pero la destrucción es total. Desde la tragedia del Vesubio el gran desafío es predecir cuándo van a entrar en erupción.
Un equipo de investigadores de la Royal Hollway University of London (Gran Bretaña) han desarrollado un nuevo método (publicado en Scientific Reports) que bien podría conseguir ese desafío, destinado a determinar con precisión las condiciones en las que un volcán entraría en erupción. No olviden que todo depende de los “síntomas”: temblores, liberación de gases, filtraciones de sulfuros, aumento de la energía térmica… Muchos volcanes (en España las Islas Canarias son un laboratorio a cielo abierto) están monitorizados a través de decenas de sensores. Pero no es suficiente. Uno de los volcanes de estudio fue el de Santorini en Grecia: acumuló datos sobre erupciones anteriores, calculó la capacidad de la cámara magmática y la velocidad con la que se llenaría, suceso clave a través del cual la presión física sobre el terreno aumentaría hasta provocar la erupción.
Usando el volcán de Santorini de escenario crearon un modelo de cómo se produce la erupción, de tal forma que se puedan predecir con tiempo suficiente. La clave es saber cómo es la cámara magmática y sus detalles para saber el desarrollo posterior de la actividad volcánica. Y cada detalle es fundamental: altura, fisuras, evolución de las lavas. A partir de ellos crearon un modelo ad hoc para el volcán y determinaron que la cámara no iba a romper. Y lo aplicaron hacia atrás: los datos eran de 2012 y dijeron que no habría entrado en erupción. En efecto el Santorini no rompió ese año a pesar de que había registrado un aumento considerable de actividad.
A partir esta técnica se podría crear un modelo para cada volcán (porque cada uno se comporta de una manera diferente dentro de las categorizaciones fijas que hay) y predecir sobre todo cómo se desarrolla la cámara magmática. Pero no es el único rasgo definitorio de una erupción, hay muchas más, pero el modelo ya permite ganar un poco más de tiempo al volcán.