Nobel de Química con puentes y vínculos con la biología, ya que el sueco Tomas Lindahl y los estadounidenses Paul Modrich y Aziz Sancar han sido galardonados este año por sus investigaciones sobre la mecánica de reparación del ADN; concretamente peor cartografiar a nivel molecular cómo las células lo reparan.
Tomas Lindahl (Francis Crick Institute, Hertfordshire, Reino Unido), Paul Modrich (Instituto Médico Howard Hughes, Universidad de Duke, Estados Unidos) y Aziz Sancar (Universidad de Carolina del Norte) ya pueden descorchar las botellas porque su trabajo no sólo solventa muchas preguntas sobre la relación de la célula con el ADN (reparación), sino que abre un nuevo camino a la lucha de la medicina contra el cáncer. Este trabajo, han destacado desde la Academia, ha aportado un conocimiento fundamental sobre las funciones de las células vivas y su trabajo de “manitas” respecto al ADN, que se degrada continuamente por varias circunstancias, una de ellas la radiación cósmica o solar, los radicales libres y sustancias que podrían romperlo y alterarlo.
El ADN es inestable, y la célula se encarga de evitar que colapse y de que la información genética en cadenas de proteínas pase a la siguiente generación. Pero no sólo eso: como cualquier estudiante de enseñanza básica sabe las células se reproducen para sustituirse unas a otras (no todas), y con cada copia y reproducción puede haber mutaciones o leves variaciones que si se repiten en la siguiente generación dan lugar a la evolución de la especie. O las malformaciones. Y eso sucede millones de veces al día. Literalmente somos fábricas vivas mutantes. Y si el ADN no se deshace con tanto trabajo es gracias a los sistemas a nivel molecular que tienen las células para repararlo continuamente. Precisamente saber cómo son esos sistemas y cómo trabajan es el motivo por el que los tres investigadores se han llevado el premio.
Thomas Lindahl fue de los pioneros. Ya en los 70 se centró en el ADN después de demostrar que, lejos de ser un manual básico fijo e inalterable, era tremendamente inestable y muy dado a la variación o descomposición. Una característica que, por otro lado, es necesaria para que haya evolución genética. Gracias a eso descubrió la maquinaria química de reparación años más tarde, la clave para que esa tendencia a la degradación sea amortiguada.
Paul Modrich desmostró por su parte cómo las células corrigen los errores del ADN durante la réplica celular; reduce la frecuencia de los errores durante la copia al menos durante mil ciclos. Los defectos congénitos en reparación de genes son conocidos, por ejemplo, en la creación de una variante hereditaria de cáncer de colon. Estas células enfermas se hacen dependientes de los mecanismos de reparación, con lo que no sólo sobreviven sino que usan los mecanismos de bondad de la célula para perpetuarse. Precisamente esta debilidad se está intentando utilizar para detener el crecimiento de la células cancerosas, a través de nuevos medicamentos contra el cáncer como la Olaparib.
Aziz Sancar hizo otra aportación, comprendió y desentrañó el proceso de reparación por escisión de nucleótidos, el mecanismo que utilizan las células para reparar el daño de los rayos uva al ADN. Hay personas que si no tienen este tipo de sistemas celulares pueden desarrollar cáncer de piel si se exponen a la luz solar. La célula también utiliza la reparación por escisión de nucleótidos para corregir defectos causados por sustancias mutagénicas, entre otras.