Otra vez se le escapó ayer a Pedro Almodóvar el mayor premio del cine en Europa, esa Palma de Oro de Cannes que se le resiste. Apenas un premio, importante, pero poco para saciar al que ya es uno de los mayores directores de cine del continente, superado por la película coreana ‘Parasite’.
‘Dolor y gloria’, nunca un título fue tan adecuado para dos resultados: el dolor de Almodóvar, que repite intento fallido en el asalto al premio, y gloria para Antonio Banderas, el séptimo español premiado en esta categoría (a la altura de Fernando Rey, Paco Rabal, José Luis Gómez o Javier Bardem, entre otros) y que tiene ya en sus manos el mayor galardón de toda su carrera, como él mismo decía en una entrevista a El País esta mañana. Superó un infarto, rehízo su vida, puso en marcha un teatro en Málaga y triunfa profesionalmente, todo redondo. Pero con dolor. También para él dicho título tiene mucho de realidad.
La película del manchego entusiasmó en Francia, el país donde quizás más le quieren junto con las colinas de Los Ángeles, en un Hollywood que le tentó mil veces pero que él prefirió obviar porque no puede controlar el proceso creativo. De esta forma, Almodóvar prefiere el cine europeo y los mimos de Francia, donde le ponían el primero en las apuestas por llevarse el premio. Banderas en realidad es el alter ego de Pedro, un director ya maduro en mitad de una crisis creativa y vital que el malagueño bordó. Tanto para que, por fin, la taquilla española también saludara a Almodóvar, acostumbrado a ser masacrado en España y reverenciado fuera. Esta vez fue diferente.
En Francia también se ha estrenado el filme y ha tenido un gran éxito en la primera semana. Una vuelta triunfante para Almodóvar, que cosecha su mayor éxito en todos los niveles llevando a pantalla sus propias crisis personales. Banderas le dedicó el premio a su amigo y jefe en un rodaje que le recuperaba después de un infarto que a punto estuvo de ser una desgracia tremenda, salvo porque Banderas ha logrado reconstruirse interna y externamente, pero también psicológicamente. Según él mismo asegura, ha aprendido a valorar lo importante. En la categoría femenina el premio fue para Emily Beecham, protagonista de ‘Little Joe’, un regalo para la actriz, un personaje con resonancias del Frankenstein clásico llena de aristas, entre la frialdad y la madre ausente, una disección sobre la ciencia y el humanismo.
La otra gloria, la del premio, fue para ‘Parasite’, del coreano Bon Joon-Ho, que no es ningún novato: es el creador de la célebre ‘Memories of murder’, ‘Snowpierces’ y ‘Okya’, un veterano del cine con mucho talento y que aquí monta una película como un mecano de géneros diferentes (comedia negra, thriller, drama) para retratar la lucha de clases sociales en Corea del Sur, dos familias en distintos arcos económicos que luchan entre sí. El Gran Premio del Jurado ha sido para ‘Atlantique’, de Mati Diop, la primera mujer negra en competir en este certamen y que retrata la lucha de las mujeres senegalesas por salir adelante.
No es el único regalo africano del festival: Lajd Ly se hizo ex aequo con el premio del jurado: llegado de Mali, en su particular versión de ‘Les Misérables’ ha retratado la violencia policial en el banlieu (barriada) donde sigue viviendo, activista social que ha creado escuelas de cine por la violenta e incontrolable periferia parisina. Su debut ha sido como un mazazo para el país, un thriller bien engarzado en el que medita sobre la identidad francesa moderna ahora que la vieja Francia hace aguas por todos lados. La otra ganadora en esta categorías es ‘Bacurau’, de Kebler Mendoza Filho y Juliano Dornelles, brasileños que han ideado un filme futurista cercano en el que se retratan las consecuencias del racismo, el clasismo y la eterna corrupción heredada de los actuales gobiernos populistas.
Los hermanos belgas Dardenne, viejos conocidos de Cannes con dos Palmas de Oro (‘Roseta’ y ‘El hijo’) han repetido éxito detrás de las cámaras en la misma categoría, esta vez con ‘Le jeune Ahmed’, uno de los más terroríficos retratos de cómo el islamismo radical lava cerebros de chicos jóvenes ya en suelo europeo. A los medios franceses, que suelen sufrir urticaria y reacciones contradictoras con este tema, no les gustó y las críticas no fueron nada amistosas, pero al público y al jurado les ha gustado una radiografía que ya ha aparecido en otras películas, pero en Oriente Medio.
El premio de mejor guión se lo llevó Céline Sciamma por ‘Portrait de la jeune filme en feu’, tercera película de la directora francesa, y la primera que logra entrar en competición oficial de Cannes. Noémie Merlant y Adèle Haenel encarnan a dos mujeres enamoradas entre sí en la rural Bretaña francesa del siglo XVIII, que también ha ganado la Queer Palm, premio por su tratamiento de la homosexualidad, la bisexualidad o el colectivo transgénero. El premio especial fue para una comedia negra (negrísima y de humor absurdo), ‘It must be heaven’, del palestino Elia Suleiman, que imita el cine de Jacques Tati para retratar todas las incongruencias, contradicciones y absurdos de lo que ocurre en Palestina.
Premios del Festival de Cannes
Palma de Oro: Bong Joon-Ho por ‘Parasite’
Gran Premio del Jurado: Mati Diop por ‘Atlantique’
Premio del jurado: Ladj Ly por ‘Les Miserables’ y Kleber Mendonça Filho por ‘Bacurau’
Mejor interpretación masculina: Antonio Banderas por ‘Dolor y Gloria’
Mejor interpretación femenina: Emily Beechman por ‘Little Joe’
Mejor dirección: los Dardenne por ‘El joven Ahmed’
Mejor guion: Céline Sciamma por ‘Portrait d’une jeune fille au feu’