Este próximo sábado (sobre las 21 horas de Madrid), después de la cancelación por mal tiempo del intento del miércoles 27, EEUU pondrá fin a un parón de nueve años de misiones tripuladas con vehículos propios, el primer ensayo con astronautas de la cápsula Dragon de SpaceX rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS).
El Centro Espacial Kennedy en Florida, más conocido en todo el mundo por su localización geográfica, Cabo Cañaveral, ya está listo para romper un récord de inactividad parcial en el lanzamiento de misiones tripuladas. La cápsula Crew Dragon de SpaceX, impulsada por el nuevo y potente cohete Falcon 9 (desde la misma rampa que envió a los astronautas del Programa Apolo a la Luna), enviará a Doug Hurley y Bob Behnken a órbita para que se acoplen a la ISS. No es un acto más, ni un ensayo más, ya que la NASA hasta ahora había utilizado infraestructura ajena (rusa para más señas, a 90 millones de dólares el viaje) para enviar astronautas a la ISS. Desde que se puso fin al programa de transbordadores hace casi una década, la agencia había apostado con fuerza por las misiones automáticas, máquinas cada vez más sofisticadas (y caras) para reducir la presencia humana. Y se podrá seguir en directo a través de la NASA.
Pero eso podría acabar si la prueba tripulada sale correctamente, ya que la Crew Dragon tiene capacidad para hasta siete plazas pero la agencia y la compañía SpaceX han elegido a dos veteranos con experiencia en el antiguo programa de transbordadores para este ensayo general que es el anticipo del programa que culmina en Marte. Si se establece primero un convoy regular entre la ISS y la Tierra abrirán camino para el siguiente salto a la Luna, la cual, a su vez, junto con la futura estación orbital lunar internacional, será el paso previo para viajar a Marte. Después de varias modificaciones de seguridad en la propia cápsula, todo está listo para que la NASA recupere el pulso en un momento en el que China mantiene una apuesta continua, emulando la carrera espacial que mantuvieron EEUU y la URSS en la segunda mitad del siglo XX.
Cohete Falcon 9, que impulsará la cápsula
La misión de Crew Dragon será sencilla y al mismo tiempo compleja: despegue, navegación, atraque automático (con los dos astronautas tutelando a la máquina, como plan B manual en caso de fallo), permanecer acoplada durante un tiempo no revelado (podría ir de un par de semanas a varios meses, porque también se testará la resistencia de los materiales en órbita); luego desacoplamiento y descenso. Porque es imprescindible que sea reutilizable: no son cerillas, son mecheros, para que nos entendamos usando una metáfora. La reentrada y la recuperación serán idénticas a las que se usaban en las antiguas cápsulas: en reverso y con paracaídas una vez entren en la atmósfera, sobre el mar y con un equipo naval de seguimiento y recuperación. Todavía está verde el proyecto de cohetes de aterrizaje vertical. Pero todo debería llegar en el futuro.
El final de los transbordadores en 2011 después de demasiados fallos (incluyendo dos terribles accidentes, uno en despegue por el Challenger en 1986, otro en reentrada por el Columbia en 2003), y con un nuevo modelo de cápsulas menores para abastecer la nueva ISS en aquel año, dejó a la NASA mirando al espacio profundo con sus misiones no tripuladas, que le han reportado grandes beneficios a la agencia. Pero no era suficiente. El programa conjunto de la NASA con empresas privadas como SpaceX iniciado en 2012 permitió desarrollar la cápsula Dragon y también la implementación del programa de propulsores que ha dado lugar al Falcon 9. No fue la única: a la competición se unieron Sierra Nevada Corp y Boeing, una veterana que ya estuvo presente en el Programa Apolo.
A partir de ahí la competición entre ellas, con la NASA intentando aprovechar al máximo la inversión, lo que tuvo consecuencias: para empezar se abandonó el modelo de nave-avión reutilizable (se descartaron planeadores y transbordadores) y se volvió a algo que ya se dominaba y había resultado efectivo, las cápsulas como en el Programa Apolo. Eso sí, con una modernización muy importante. Las dos grandes vencedoras fueron Boeing y SpaceX, pero fue la segunda (propiedad de Elon Musk y sus socios) la que se ganó el pulso porque el prototipo de Boeing, la Calypso, no pudo completar los vuelos de prueba. En cambio la Dragon Crew consiguió rizar el rizo: hizo el atraque automatizado en la ISS sin problema. Música para los oídos de la NASA. No obstante Boeing, con toda su experiencia y teniendo en cuenta que es la creadora del transbordador mecanizado X-37 para la USAF, seguirá haciendo pruebas a lo largo de este año. Mejor dos que una.
Interior modificado de la cápsula Crew Dragon, sencillo, minimalista y con el instrumental digital y acoplado a la propia estructura para ganar espacio.
Paneles digitales de la cápsula, que son retráctiles. En la imagen, uno de los dos astronautas durante los ejercicios de simulación.
Vía BBC y SpaceX