Secuela (inesperada) a la vista del gran clásico del cine navideño. Un ángel volverá a bajar del cine para ayudar, en esta ocasión, al nieto de George Bailey, el personaje que inmortalizó James Stewart.

“No la hice para los críticos aburridos ni para los intelectuales pedantes. La hice para la gente sencilla como yo; gente que quizás había perdido a su marido, o a su padre, o a su hijo; gente que estaba a punto de perder la ilusión de soñar y a la que había que decirle que ningún hombre es un fracasado”, escribió Frank Capra (Bisacquino-Sicilia, 1897 – La Quinta-California, 1991) en su autobiografía sobre el propósito de ‘It’s a wordeful life’ (‘¡Qué bello es vivir!’) (1946), el gran clásico del cine navideño.

La fiebre por los remake se extiende a un ritmo vertiginoso en Hollywood y revisionará, inesperadamente, la película de Capra. Star Partners y Hummingbird Productions han anunciado una secuela de ‘¡Qué bello es vivir!’ con el título ‘It’s a wonderful life: the rest of the story’. El proyecto contará con un presupuesto de entre 25 y 35 años. Los productores quieren que la película esté lista para estrenarse en las navidades del año 2015, según ha adelantado Variety. Ahora bien, queda mucho trabajo por delante. La secuela de ‘¡Qué bello es vivir!’ no tiene aún director y solo un intérprete confirmado.

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Star Partners y Hummingbird Productions han hecho un guiño al pasado y han contratado, a sus 73 años, a Karolyn Grimes. Retirada del cine desde principios de la década de los cincuenta, Grimes participó en ‘¡Qué bello es vivir!’ con un pequeño pero importante papel. Era Zaza, uno de los cuatro hijos de George Bailey, el desesperado protagonista del filme con el rostro del buen americano por excelencia: James Stewart. “La película mantendrá el espíritu de la original. He leído como 20 guiones acerca de una posible secuela en los últimos años pero ninguno era muy bueno. El que han hecho Bob Farnsworth y Martha Bolton es estupendo y por eso quise participar en el filme”, ha explicado Grimes.

La secuela de ‘¡Qué bello es vivir!’ repetirá casi el mismo argumento y esquema que la cinta original. En esta ocasión, la ayuda celestial será para el nieto del bondadoso George Bailey, que se encuentra solo, sumido en una depresión y con un notable sentimiento de culpa. Un ángel de la guarda bajará del cielo para mostrarle cómo habría sido la vida de sus seres queridos si no hubiera existido. Ese ángel será, precisamente, Karolyn Grimes. Solo falta saber si saltará también desde un puente para completar la copia del original. Además de Grimes, los productores han contactado con Jimmy Hawkins y Carol Coombs, que interpretaron a otros dos hijos de George Bailey: Tommy y Janie.

 

‘Toque Capra’

Innecesario o no, Hollywood recupera una de las películas más universales de la historia del cine cuya popularidad, sin embargo, no fue instantánea. ‘¡Qué bello es vivir!’ se estrenó el 20 de diciembre de 1946, con los efectos económicos y psicológicos de la Segunda Guerra Mundial muy presentes en el ánimo de la sociedad estadounidense. Pese a sus similitudes con el clásico ‘Cuento de Navidad’ de Charles Dickens, publicado en 1843, la película está basada en un relato corto, ‘The greatest gift’ (‘El gran regalo’) de Philip Van Doren Stern escrito en 1939 y publicado en 1945 tras distribuirlo anteriormente entre sus conocidos como felicitación navideña.

Capra disfrutaba de una reputada fama obtenida en la década de los treinta con un estilo inconfundible dirigiendo películas con un mensaje bienintencionado y esperanzador. Un exceso de almíbar que hoy chirría pero que le convirtió en uno de los grandes directores del Hollywood de entreguerras. El ‘toque Capra’ le valió tres Oscar como mejor realizador por ‘Sucedió una noche’ (1934), con Clark Gable y Claudette Colbert, ‘El secreto de vivir’ (1936), con Gary Cooper y Jean Arthur, y ‘Vive como quieras’ (1938), con James Stewart y, de nuevo, Jean Arthur. Una pareja que estuvo a punto de repetir en ‘¡Qué bello es vivir!’. Jean Arthur rechazó un papel que atrapó Donna Reed.

Frank Capra no fue inmune a la Segunda Guerra Mundial, periodo en el que trabajó en el cine de propaganda. No obstante, quiso olvidar los horrores de la guerra con su regreso al cine comercial con ‘¡Qué bello es vivir!’, adaptando el relato de Philip Van Doren Stern con guion de Frances Goodrich, Albert Hackett, Jo Swerling y el mismo Capra. Se reencontró con James Stewart, que había combatido en la guerra como piloto de la mítica Octava Fuerza Aérea, y con un público diferente al que no convenció con un mensaje claramente optimista. Entonces, la sociedad estadounidense aún lloraba por la muerte de decenas miles de sus soldados y por las secuelas en los supervivientes.

Frank Capra

Aunque obtuvo cinco nominaciones a los Oscar (película, director, actor (James Stewart), montaje y sonido), ‘¡Qué bello es vivir!’, que en un principio la histórica RKO (propietaria de los derechos del relato de Philip Van Doren Stern) quiso vender a Cary Grant, fue un fracaso. Los estadounidenses se decantaron antes por ‘Los mejores años de nuestra vida’, de William Wyler, que ganó siete Oscar, incluyendo mejor película y director, con una apuesta radicalmente distinta: un drama sobre el complicado regreso emocional de los soldados de la Segunda Guerra Mundial. El ‘toque Capra’ no seducía en una sociedad que había sufrido mucho en los años anteriores. El realismo de Wyler pesaba más que el optimismo de Capra.

“¿Sobrevivir o morir? Esa es la cuestión que plantea el filme. En él, el personaje de Stewart está a punto de cometer el único acto imperdonable a todo héroe que se precie: el suicidio”, analizó el director de origen siciliano sobre el significado moral de ‘¡Qué bello es vivir!’, con un claro mensaje religioso. “Los espectadores no lloran por George. Lloran por sí mismos, porque saben que el abrazo del amor y la amistad que James Stewart recibe no es sino la plasmación de ese anhelo humano casi siempre insatisfecho aunque no por ello menos acariciado: ser querido”.

 

El milagro televisivo

El fiasco en la taquilla de ‘¡Qué bello es vivir!’ (perdió más de medio millón de dólares – de los de la década de los cuarenta– en su primer año) supuso la quiebra de la productora de Frank Capra: Liberty Films. La Paramount compró Liberty Films y, con ella, se adjudicó los royalties generados por ‘¡Qué bello es vivir!’. Un acuerdo que la Paramount, en un error histórico, se olvidó renovar en 1974. A la postre, una decisión imprescindible para comprender el fenómeno cinematográfico de ‘¡Qué bello es vivir!’.

Los derechos pasaron a ser públicos y las televisiones popularizaron la película con múltiples pases en todas las televisiones del mundo. ‘¡Qué bello es vivir!’, tres décadas después de su estreno, se convertía en el gran clásico navideño que es en la actualidad. Un estatus intensificado por las constantes parodias en las ‘sit-com’ de la televisión estadounidense y en películas claramente herederas del ‘toque Capra’ como, por ejemplo, ‘Family Man’ (Brett Ratner) (2000). Eso por no hablar de la colección de telefilmes inspirados en ‘¡Qué bello es vivir!’.

James Stewart

Star Partners y Hummingbird Productions han dado un paso adelante con el anuncio de una secuela, casi siete décadas después, con el nieto de George Bailey como protagonista. Habrá que esperar hasta las navidades de 2015 para saber cómo ha cambiado Bedford Falls, que el rico y avaro señor Potter transformaba en Potterville en la visión del ángel de la guarda de George Bailey. El paso del tiempo impedirá, lógicamente, que ninguno de estos dos imprescindibles personajes de ‘¡Qué bello es vivir!’ repita, al igual que Mary, la dulce esposa de George, y Harry, el hermano pequeño de George al que salvó de morir ahogado cuando ambos eran unos niños.

¿Y el mensaje? Los productores tendrán que esmerarse para adaptar al cine actual la conversación en el cielo y el posterior ingenuo descenso del ángel a la tierra que rodó Capra y para evitar un exceso de moral y naftalina que en pleno siglo XXI sería complicado de digerir. Además, sin la presencia del señor Potter, una cruel representación del capitalismo más feroz capaz de ahogar a la empresa de pequeños préstamos de George Bailey, la secuela de ‘¡Qué bello es vivir!’, que coincide con la mayor crisis económica desde la Gran Depresión y la posguerra, falta un malvado. En la década de los cuarenta, Capra esbozó con saña los excesos del capitalismo en un acertado diálogo entre Potter y Bailey tras la muerte de su padre.

“Ni una sola vez pensó en sí mismo (refiriéndose a su padre). Pero ayudó a mucha gente a salir de la miseria, ¿qué tiene eso de malo? (…) ¿Sabe usted cuánto tarda un obrero en ahorrar cinco mil dólares? Esa pobre gente trabaja, paga, vive y muere en nuestra comunidad. ¿Acaso es pedir demasiado que trabaje, pague, viva y muera en un par de habitaciones con baño? Al menos, mi padre no lo creía así. Para él, la gente eran seres humanos. Pero, para usted, un hombre defraudado y retorcido, son ganado. En mi opinión, murió mucho más rico de lo que jamás será usted”.

“Vale más muerto que vivo”, le responderá más adelante el señor Potter cuando George Bailey le pida ayuda paras salvar su empresa de empréstitos. El capitalismo en su más malvada expresión.

-“Tal vez hubiera sido mejor no haber nacido”, se lamentará George Bailey, con una deuda de ocho mil dólares, tras saltar al agua para salvar a su ángel de la guarda, Clarence, decidido a ganarse sus alas.

-“¿Qué has dicho?

-“He dicho que ojalá nunca hubiera nacido”.

Siete décadas después, su nieto volverá a entender que, pese a todo, ¡qué bello sigue siendo vivir!