Esta vez le toca el turno al Museo Guggenheim, uno de los mayores centros de divulgación del arte contemporáneo en España, y que mantiene abiertas tres exposiciones temáticas más una cuarta centrada en piezas de su propia colección.

Imagen de portada: Fotograma de ‘Desoriente’, de Fiona Tan

‘Fiona Tan: Desoriente’. Fiona Tan nació en 1966 en la ciudad de Pekanbaru, en el centro de la isla de Sumatra (Indonesia), de padre chino y madre australiana. Tan, que reside en Holanda desde 1988, se considera una “extranjera profesional”, emigrante de nacimiento, un hecho que imbuye muchas de sus obras. Con aguda profundidad sus trabajos combinan cine, vídeo y fotografía, analizando la formación de identidades en la cultura postcolonial y globalizada, y centrándose en los mitos y leyendas vinculados al Oriente colonial. Tan produjo la videoinstalación a dos canales ‘Desoriente (Disorient)’ en 2009 para el Pabellón de Holanda de la 53ª Bienal de Venecia, ciudad donde también se sitúan parcialmente la acción y la filmación de la obra. La obra refleja la historia de Venecia como eje estratégico del comercio con los recién descubiertos territorios de Asia entre los siglos XIII y XVI. El filme de Tan evoca el sueño de un “Gran Oriente”, especialmente tal y como lo narra Marco Polo es su célebre ‘Libro de las maravillas del mundo (ca. 1298).

Esta colección de historias, todo un clásico en Occidente, inspiró en Europa la imagen de un “Oriente de las maravillas” pese a la dudosa autenticidad de sus relatos, paradoja que Tan pone de relieve en su obra. Es la obra de Tan la narración de Marco Polo (leída, casi susurrada por una voz masculina que habla de tierras y pueblos dispersos) surge de un altavoz situado entre dos pantallas enfrentadas. La mayor de ellas muestra un lento recorrido por una anacrónica colección de souvenirs y trofeos. Animales exóticos disecados, estatuillas de oro, suntuosas telas, porcelana fina, especias, amuletos, lámparas y otras reliquias junto a modernos adornos, moneda de varios países, televisores, e incluso una maqueta del Pabellón holandés de la Bienal de Venecia. Todos ellos se hallan en un solitario almacén, un gabinete de curiosidades orientales custodiado por un personaje misterioso y meditabundo (un occidental) ataviado con una túnica dorada.

La pantalla situada enfrente muestra un montaje de imágenes, contemporáneas aunque no fechadas, que describen las actuales condiciones de vida y del trabajo en los lugares supuestamente visitados por el famoso explorador veneciano. Estos fragmentos, obtenidos en Afganistán, Iraq y China, muestran a trabajadores en sus fábricas y la producción en masa, escenas de revueltas, pobreza, explotación y supervivencia en lugares contaminados y en ruinas. Estas imágenes en conjunto documentan indirectamente la creación, recopilación, envío e instalación de los lujosos bienes que se ven en la primera pantalla, creando en contraste una desorientación sobre la realidad de esa Asia distante de la imaginería de Marco Polo. Fecha: hasta el 19 de marzo.

‘La colección de Hermann y Margrit Rupf’. Hermann y Margrit Rupf fueron los primeros coleccionistas suizos que centraron su labor en el arte abstracto y contemporáneo, dejándose guiar por su criterio personal. En 1954 nació la Fundación Rupf, dedicada a la conservación, consolidación y expansión de estos fondos, que se depositaron en el Kunstmuseum Bern a principios de la década de 1960. Con el fin de garantizar que en el futuro se siguieran realizando adquisiciones, Hermann y Margrit Rupf cedieron también el resto de su patrimonio a la Fundación, que se ocupa del arte contemporáneo más reciente teniendo siempre en cuenta el núcleo que conforma la magnífica Colección atesorada por el matrimonio. Esta exposición reúne un total de 70 piezas de la Colección Rupf, entre las que se hallan obras de artistas clave de la historia del arte de la primera mitad del siglo XX, como Pablo Picasso, Georges Braque, Juan Gris, Fernand Léger, Paul Klee o Vasily Kandinsky, que dialogan con creaciones de artistas contemporáneos cuya producción abarca desde la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad.

La sala 305 reúne algunas de las primeras pinturas que Hermann Rupf adquirió, entre 1907 y 1908, en la galería parisina de su amigo Daniel-Henry Kahnweiler. Ambos habían estudiado en el Commerz- und Disconto-Bank de Frankfurt. Posteriormente, entre 1902 y 1904, Kahnweiler continuó su formación en París como pasante de un corredor de bolsa, mientras Rupf comenzó a trabajar en la empresa Jacques Meyer Fils & Cie (actualmente, Galeries Lafayette). A los dos les unió desde el principio el interés por la literatura y la música; asistían a funciones teatrales y conciertos, y pasaban mucho tiempo en el Louvre y en las exposiciones de los diversos salones, fascinados tanto por el arte clásico como por el moderno. Tras una nueva estancia en el extranjero, en esta ocasión en Londres, Rupf regresó a su Berna natal en 1905, se incorporó al negocio de mercería y pasamanería de su cuñado Ruedi Hossmann, con quien se asoció en 1908 y, en 1910, se casó con Margrit Wirz.

La sala 306 aglutina observar la evolución artística de Gris desde 1913 hasta 1925 y confrontar su producción con la obra de Picasso de 1913 ‘Violín colgado en la pared (El violín)’. Asimismo, la distribución de las piezas permite establecer asociaciones con otros artistas, como Fernand Léger, de quien se muestra ‘Contrastes de formas’, también de 1913, o Henri Laurens, cuyas obras presentes en la exposición ilustran una parte de la evolución de su obra escultórica en la que, tras sus comienzos cubistas, pasó a trabajar con formas voluminosas y se centró en la figura femenina. Este espacio representa una etapa concreta del coleccionismo de Hermann y Margrit Rupf: después de la Primera Guerra Mundial pudieron continuar ampliando su Colección. A comienzos de la década de 1920, incorporaron las últimas obras de Georges Braque, André Derain, Juan Gris, Henri Laurens, Fernand Léger, Paul Klee y Louis Moillet. Al igual que en la época anterior a la contienda, durante este período tampoco existe apenas diferencia entre la fecha de creación de las obras y el momento en que el matrimonio las adquirió.

En la sala 307 muestra las piezas de artistas como Hans Arp, Meret Oppenheim, Lucio Fontana o el grupo Zero, entre otros, que cierran y completan la exposición. La selección de esta sala subraya el hecho de que la Colección Rupf nunca fue concebida como un ente cerrado, con una continuidad con los fondos originales, tal y como pone de manifiesto la innegable preferencia mostrada desde sus inicios por la tradición del arte constructivista y conceptual. Hermann y Margrit Rupf mantuvieron una gran amistad con el matrimonio formado por Paul y Lily Klee, y a partir de 1913 adquirieron obras del artista suizo regularmente. Tras la clausura de la Bauhaus de Dessau, donde impartía sus enseñanzas, Klee, considerado por los nazis como “pintor degenerado”, volvió a establecerse en Berna. Gracias a su relación con Klee el matrimonio Rupf también entró en contacto con Vasily Kandinsky y su esposa, Nina. No sin dificultad llegaron las dieciséis obras de Kandinsky (seis están presentes en esta exposición) a la Colección Rupf. Sus creaciones reunidas en esta muestra datan del período comprendido entre 1916 y 1940, que abarca la producción de Kandinsky desde su regreso temporal a Rusia hasta su obra más tardía, realizada en París. Lugar: Salas 305, 306 y 307. Fecha: hasta el 23 de abril.

‘Sin título (1994)’ – Albert Oehlen

‘Albert Oehlen. Detrás de la imagen’. Albert Oehlen (Krefeld, Alemania, 1954) está entre los pintores más influyentes de las últimas décadas y es uno de los artistas más controvertidos de la Alemania de posguerra. Su estilo pictórico, inconfundiblemente contemporáneo, se nutre de técnicas provenientes de la industria de la publicidad, de la pincelada expresionista, del gesto surrealista y de imágenes generadas por ordenador. Oehlen es un artista conceptual que emplea la pintura como medio y ha contribuido con su obra al debate sobre la muerte de la pintura que resurge cada cierto tiempo desde mediados del siglo XX. En los últimos años, sus pinturas han desarrollado lo que él define como su tema principal, la libertad artística, algo que se evidencia en su valentía al abordar el lienzo, empleando nuevas técnicas que conservan el vocabulario del pasado y despiertan la extraña, paradójica sensación de que se trata de algo nuevo, pero familiar.

Esta exposición, integrada por tres series, dos autorretratos y un collage-pintura de nueva creación, no pretende ser una retrospectiva al uso, sino una declaración artística. La primera de las series es abstracta y data de los años ochenta; la segunda se compone de obras realizadas por ordenador en la década de los noventa, y la tercera, comenzada en 1989 y aún en proceso, versa sobre el tema de los árboles. La muestra explora “hasta qué punto somos capaces de ver detrás de la imagen”. Si bien las pinturas seleccionadas para esta muestra son formalmente diferentes en primera instancia, las tres series poseen un núcleo común que las relaciona y permite que se establezcan vínculos entre ellas. En el trabajo de Oehlen, la imagen se convierte en ironía e insinuación. En un gesto aparentemente diletante, de “mala pintura”, con sus obras derriba los ideales de la pintura clásica de manera radical y permanente. Esta franqueza pictórica se refleja también en la temática abordada por el artista. Fecha: hasta el 23 de abril.

‘Obras maestras de la Colección del Museo Guggenheim Bilbao’. Desde sus inicios, el Museo Guggenheim Bilbao ha ido desarrollando una colección de significativas obras de arte, partiendo de la segunda mitad del siglo XX hasta llegar hasta nuestros días. De entre las que en la actualidad conforman estos fondos, algunas destacan por ser iconos de la contemporaneidad, obras que cuando se mostraron por primera vez no dejaron al público indiferente y que, con el paso del tiempo, han afianzado su posición convirtiéndose en auténticos referentes del arte contemporáneo.

Esta exposición brinda al público la oportunidad de contemplar una selección de estas piezas, en la que destacan, por ejemplo, el luminoso lienzo Sin título’, de Mark Rothko, frente a ‘La gran Antropometría azul (ANT 105) (1962)’ de Yves Klein dominada por el inconfundible tono azul que el artista patentó con su nombre; o la icónica imagen de Marilyn Monroe repetida una y otra vez por Andy Warhol frente a la expresividad que preside el gran lienzo serigrafiado de Robert Rauschenberg ‘Barcaza (1962–63)’. Los artistas alemanes Anselm Kiefer y Gerhard Richter, o los estadounidenses Clyfford Still y Jean-Michel Basquiat, también presentes en esta muestra con trabajos destacados, como lo está la escultura, representada por las piezas de los maestros vascos Eduardo Chillida y Jorge Oteiza enmarcadas en su contexto internacional. Lugar: salas 301, 302, 303, 304.