Destino prepara la publicación de la quinta entrega de la saga Millenium creada por Steig Larsson, que sólo pudo acabar las tres primeras, las fundacionales, y que ha continuado el también sueco David Lagercrantz.

Después de ‘Lo que no te mata te hace más fuerte’ (Destino, 2015, que vendió 6 millones de ejemplares en 40 países), llega ‘El hombre que perseguía su sombra’, publicada a partir de ayer jueves día 7 de septiembre. Después de más de 75 millones de ejemplares vendidos (cuatro de ellos en español), de una trilogía cinematográfica y de un remake al estilo Hollywood que no terminó de funcionar, después de convertir a Naomi Rapace en una cara conocida y de reivindicar (aunque con cierta frivolidad) a las mujeres fuertes solitarias, llega otra novela salida del mismo corazón de Larsson, pero con otro tipo de escritura.

Los responsables de hacer caminar a Salander después de muerto su creador es la familia de éste, su padre Erland y su hermano Joakim, que escogieron a David Lagercrantz para completar e hilvanar la cuarta novela. Y ahora la quinta. La familia de Larsson es la gestora oficial del legado (y de los derechos de autor) de las novelas tras una larga lucha contra la novia de Larsson para ver quién se quedaba con la parte del león de la herencia. El resultado es un “Lázaro, levántate y anda” literario que ha supuesto mucho dinero y ventas, no tanto como el impacto de la trilogía original, pero suficiente para que todos sonrían, aunque para los fans de los libros originales, algo imperfectos pero seductores, los auténticos siempre serán los tres primeros. No obstante, Lagercrantz no desmerece.

Con 608 páginas, ‘El hombre que perseguía su sombra’ recupera a Lisbeth Salander mientras cumple condena en la cárcel de Flodberga, en la que intenta a toda costa evitar cualquier tipo de conflicto con el resto de las presas. Pero en el momento en el que Lisbeth se convierte en la protectora de la joven de Bangladesh que ocupa la celda vecina, la peligrosa líder de las internas la coloca en su punto de mira. Holger Palmgren visita a Lisbeth y le explica que ha recibido una serie de documentos que contienen información relativa a los abusos que sufrió ella en su infancia. Salander acude a Mikael Blomkvist y ambos emprenden una investigación que puede sacar a la luz uno de los experimentos más atroces auspiciado por el Gobierno sueco en los años ochenta. Los indicios los llevan hasta Leo Manheimer, socio en la financiera Alfred Ögren, con quien Lisbeth comparte mucho más de lo que creen. Una novela sobre el abuso de poder y las sombras que, desde niña, acechan a Lisbeth.

David Lagercrantz (Suecia, 1962) es escritor y periodista. Debutó en 1997 con un libro sobre el aventurero sueco Göran Kropp y su conquista del Everest sin oxígeno. Es el autor de uno de los libros de mayor éxito de la historia reciente de Suecia, del que se han vendido varios millones de copias en todo el mundo, la biografía de Zlatan Ibrahimović, ‘Soy Zlatan’, que fue seleccionada para el prestigioso Premio August. Es, también, autor de la novela inspirada en el genio matemático y precursor de la informática Alan Turing, ‘El enigma Turing’ (Destino, 2016).

Larsson creó un producto imperfecto pero que engancha por la densidad y enrevesamiento del argumento. Es el primer caso de mala forma con un fondo descomunalmente convincente, de tal manera que, por una vez, la idea ganó al envoltorio. Pero el gran mérito es haber dado la vuelta a la ficción de serie negra y haber creado un modelo, un arquetipo, un nuevo espejo deformante de la literatura en el que millones de mujeres se miran y que podría resumir, muy a las claras, el futuro del género. Es decir, Lisbeth Salander. Es una heroína a la vieja usanza pero con un nuevo envoltorio: sociópata, vengativa, solitaria, marginal y totalmente inversa a la moral social reinante.

Salander es un personaje que resume la nueva disposición de la mujer: igual ante la ley, pero continuamente discriminada y rebajada por la realpolitik masculina que sigue dominando. Y que sea en Suecia, paraíso del feminismo, donde sucede todo, es una forma de avisar de que las utopías están para fracasar. Salander es una mujer-hombre, envoltorio femenino con la mente y resolución de un guerrero masculino de antaño, una especie de Conan de Cimeria de metro sesenta y pocos y pintas de devoradora de adolescentes.

Larsson murió, pero ella seguirá siendo el espejo donde se mirarán muchas mujeres, y sobre todo, donde beberán muchos escritores más a partir de ahora: cambiará el nombre del personaje, pero muchas serán clones de Lisbeth Salander. De momento lo que se nos viene encima, a ojos vista, es otra inmersión directa en el universo que abrió de lleno la novela negra europea al gran mundo: antes ya estaban Wallander y compañía, pero sólo con el fenómeno Millenium se logró que fuera universal, y no sólo algo propio de Europa.