Pocas décadas han sido tan productivas en cuanto a legado estético como los años 80, quizás como los 60 y 70, una época de posguerra plena que ya atisbaba el final del siglo XX y el paso al XXI con sus dos mayores saltos: la informática y el dominio absoluto del ocio escapista de la realidad. Esos dos elementos, más la recreación de la estética de los 80 (una mezcla de cyberpunk, arte pop y fantasía de neón), se resumen en la nueva película de Steven Spielberg, ‘Ready Player One’, que es con diferencia el mayor ejercicio de nostalgia mercantil en mucho tiempo.
Un filme que parece beber estéticamente de casi todo lo que se hizo en los años 80, y la adaptación que ha hecho Spielberg, uno de los responsables de nuestra memoria cinematográfica de esa década, es deliberadamente nostálgica. Es un asalto deliberado a tu memoria, a su subconsciente estético, visual, usa las mismas referencias profundas nacidas, precisamente, de la mente de Steven. Resumiendo: Spielberg se recrea en sí mismo y en la cultura popular de esa década y la relanza al siglo XXI. Lo hace de tal manera que ha conseguido que todos los blogs, webs y comunidades de videojuegos o esa bruma tan difusa conocida como “mundo geek” pique el anzuelo. Steven es veterano y curtido, sabe lo que hace.
A grandes rasgos el filme es de un escapismo político muy refinado: en el futuro los pobres viven en ciudades-chatarra sin espacio por culpa de la superpoblación, la clase obrera ya está más que explotada, el mundo es desigual e injusto, y sólo pueden tener alivio entrando en un mundo virtual llamado Oasis, donde todos juegan sin cesar en un universo que se nutre de todos los universos posibles, desde el cinematográfico al literario o el de los videojuegos. No hay referencia que no esté dentro (salvo las de Star Wars, ya que en la producción Spielberg no consiguió cesión temporal de derechos). Sólo hace falta un terminal de fácil acceso, unas gafas de realidad virtual y muchas ganas de huir de la vida real. Es el círculo perfecto del pan y circo pero ahora con otra posición diferente: dar la opción de vivir otras vidas a los individuos para, así, crear un colchón de seguridad social. Es un retrato del futuro basándose en el pasado que cimentó las claves estéticas de ese mismo futuro.
A partir de ahí se crea un mundo alternativo que cimenta el real, pero que está a punto de reventar porque el creador de Oasis, al morir, deja un regalo envenenado para el orden establecido: un “huevo de Pascua”, y quien lo encuentre dentro del mundo-juego dominará ese mundo. Es un principio revolucionario: si los pobres y marginados dominaran ese universo podrían tener influencia en el real. Alterar el status quo es muy peligroso. Aquí, en este punto de partida, es donde la película tiene más mérito sociológico, porque a partir de ahí se convierte en un acto más de mercadotecnia basada en la nostalgia. Gran parte de la película se basa, además, en la animación, fundamental para recrear Oasis. Una buena idea (nacida de la novela homónima de Ernest Cline de 2011) en una funda que deja que desear.
O no. Quizás simplemente Spielberg, que combina a la perfección lo comercial con cierto mensaje político (‘La lista de Schindler’, ‘Hermanos de Sangre’, ‘Lincoln’, ‘El color púrpura’) dentro de la tradición demócrata norteamericana, simplemente ha hecho caja con sus propios recuerdos, referencias y posesiones culturales. A fin de cuentas el mundo distópico de control mundial a través de la realidad virtual sólo es un pálido reflejo de los escándalos de las redes sociales, que han demostrado ser una forma de control de la población humana con fines políticos conservadores, y que quedan también reflejados parcialmente en esta película.
Como siempre debe ser el espectador el que juzgue. Aquí sólo apuntamos lo que podría haber sido y no fue, o mejor dicho, los referentes de ‘Ready Player One’, que son tan interesantes como la promesa incumplida de ideario político. El filme bebe de fuentes tan dispares como la distopía ideada por la ciencia-ficción de Philip K. Dick, obras pioneras no entendidas en su momento como ‘Tron’, la informática primigenia de los 80 nacida con la primera Apple, Atari o el cine de acción y aventuras de los 80 que crearon entre Spielberg y un par más. También aparecen guiños a ‘El resplandor’ de Kubrick, ‘Regreso al futuro’ (incluyendo el Delorean como uno de los vehículos usados en los juegos y el “Cubo Zemeckis’ usado para retroceder en el tiempo) o incluso en anime, con la moto de Kaneda de ‘Akira’ circulando, además de varios de los personajes animados de Street Fighter o Mortal Kombat.
Estéticamente es un mensaje muy cuidado destinado a esa generación nacida con la década, criada en los 90 y cuyos hermanos pequeños, los Millennials, descubren ese mundo estéticamente rompedor que nació con los videojuegos, el estallido definitivo de la cultura pop y el ocio electrónico. Una jugada mercantil perfecta, una idea política sugestiva y un desarrollo típico de la industria, desperdiciando una oportunidad para denunciar cómo la masa ya tiene nuevo pastor: el mundo virtual.
Ficha de ‘Ready Player One’:
Título original: Ready Player One. Año: 2018. Duración: 140 min. País: EEUU. Género: aventuras, distopía, acción. Dirección: Steven Spielberg. Guión: Ernest Cline, Zak Penn (Novela: Ernest Cline). Música: Alan Silvestri. Fotografía: Janusz Kaminski. Reparto: Tye Sheridan, Olivia Cooke, Ben Mendelsohn, Mark Rylance, Simon Pegg, T.J. Miller, Hannah John-Kamen, Win Morisaki, Philip Zhao, Julia Nickson, Kae Alexander, Lena Waithe, Ralph Ineson, David Barrera, Michael Wildman, Lynne Wilmot, Carter Hastings, Daniel Eghan. Producción: Warner Bros. / Amblin Entertainment / De Line Pictures / Village Roadshow Pictures / Reliance Entertainment.