El próximo mes de septiembre un monstruo literario, neoyorquino de adopción (nación en New Jersey), errante y particular, volverá a las estanterías españolas con nuevo libro, ‘4321’, la nueva novela del norteamericano después de siete años de silencio; Auster, un referente y un clásico liberal y particular en tiempos de masas aborregadas.
IMÁGENES: Anagrama / Planeta
Escritor, traductor y cineasta, icono liberal de esa Norteamérica que no se pliega ante las monsergas de Donald Trump y el resto de ovejas amodorradas que siguen al rey loco de la Casa Blanca. Una figura cultural y literaria como hay pocas, pero también lleno de pliegues algo contradictorios, como debe ser con todo escritor. Ya saben la frase, “no hay escritor que no sea un sociópata camuflado”, pero en realidad Paul Auster ejerce ya de clásico vivo, hijo de la primer hornada de niños posteriores a 1945, parte de ese Baby Boom que ha gobernado Occidente durante décadas y que ya tarda en pasarle el testigo a los que vieron la luz en los 70, después de aquellos años 60 que fueron tremendos en EEUU y también para el propio Auster.
Ahora, después de varios años de silencio (siete concretamente), regresa con nueva novela, ‘4321’, publicada en enero pasado en EEUU pero que en España no llegará hasta septiembre próximo con Seix Barral. Una obra con aspiración múltiple: por los personajes (4 en 1, para más señas… tiene su explicación, paciencia) y por su escenario, el siglo XX entero, con todos los conflictos, tragedias, grandezas y miserias de una centuria violenta, esperanzadora, expansiva, tremenda, que vio el triunfo definitivo de la ciencia y la democracia, la caída del comunismo envenenado y alejado de la utopía teórica, el auge criminal del fascismo, la expansión del capitalismo de masas y el inicio de un proceso imparable, quieran o no los conservadores nacionalistas y reduccionistas, la globalización. Un proyecto tremendamente ambicioso.
La idea de Auster es crear un personaje central poliédrico, cuatro personas en una sola, como un juego de espejos en el que pueda ver reflejado un siglo tan apasionante como contradictorio y abismal, de saltos largos, tanto que han dejado a más de una generación desubicada. Lo que subyace en ‘4321’ son varias vías de expresión del tiempo de ese siglo, pero también un análisis propio de una persona en la que conviven varias posturas a la vez: Archibald Isaac Ferguson. Emular la contradicción del 1900 en adelante. Pero también uno de los temas recurrentes de Auster, el de la “aceptación”, en todas sus definiciones posibles, desde la asimilación de que la vida que nos ha tocado en suerte va a ser difícil de variar, que el azar es parte misma del devenir (queramos o no, y esto es algo que ya está presente en el pensamiento occidental desde Maquiavelo y su rueda de la fortuna).
Ferguson arranca a la vez que el propio Auster, en 1947; de nuevo se lanza a sí mismo, como en ‘Trilogía de Nueva York’, a ser parte de la Historia. Su personaje no sólo nace el mismo año, también en el mismo lugar (Newark). Isaac se desdobla en varios personajes que comparten la base genética y natalicio, pero que viven en paralelo. Como en la teoría de los universos paralelos pero en versión literaria. Los cuatro son uno solo, pero a la vez son diferentes, y cada opción tendrá una vida diferente a las demás, con lo que la rueda de la fortuna y la aceptación cobran aquí una dimensión aún más ambiciosa. Pero sobre todo, aparece un poder inmenso: la decisión. Cada opción que elijan les aleja de los otros Yo paralelos y marcará su camino futuro. Eso incluye también a sus compañeras de viaje, las sucesivas Amy paralelas, en las relaciones sociales que establecen y en su respuesta al devenir del siglo XX que les tocó vivir.
Es una novela rocambolesca y llena de ambición, una novedad compleja después de ‘Sunset Park’, hace siete años. Realmente un libro que puede ser un auténtico éxito que en EEUU ha sido recibido con una loa por los editores norteamericanos y por los críticos, que entienden que estamos ante una de las producciones más ambiciosas y expansivas de Auster, un libro que se multiplica. Y eso es un riesgo. Ahora deberán juzgar los lectores hispanohablantes a partir de septiembre próximo.
Paul Auster, el prolífico 4×4 literario
Escritor todoterreno, aunque ha sido en la novela donde más ha destacado, pero también traductor y director de cine. Nacido en 1947 en Newark (New Jersey), en su haber aparecen libros como ‘Jugada de presión’ (1982), escrito bajo el pseudónimo Paul Benjamin; ‘La invención de la soledad’ (1982); ‘La trilogía de Nueva York’ (1987), compuesta por las novelas ‘Ciudad de cristal’ (1985), ‘Fantasmas’ (1986) y ‘La habitación cerrada’ (1986); ‘El país de las últimas cosas’ (1987); ‘El Palacio de la Luna’ (1989); ‘La música del azar’ (1990); ‘Pista de despegue’ (1990); ‘Cuento de Navidad’ (1990); ‘Leviatán’ (1992); ‘El cuaderno rojo’ (1992); ‘Mr. Vértigo’ (1994); ‘A salto de mata’ (1997); ‘Tombuctú’ (1999).
Arrancó el nuevo siglo con ‘Experimentos con la verdad’ (2000); ‘El libro de las ilusiones’ (2002); ‘Historia de mi máquina de escribir’ (2002); ‘La noche del oráculo’ (2003); ‘Brooklyn Follies’ (2005); ‘Viajes por el Scriptorium’ (2006); ‘Un hombre en la oscuridad’ (2008); ‘Invisible’ (2009); ‘Sunset Park’ (2010) y ‘Winter Journal’ (2012); y de los guiones de las películas ‘Smoke’ (1995) y ‘Blue in the Face’ (1995), en cuya dirección colaboró con Wayne Wang, y ‘Lulu on the Bridge’ (1998) y ‘La vida interior de Martin Frost’ (2007), que dirigió en solitario. Ha editado el libro de relatos ‘Creía que mi padre era Dios’ (2001).
Ha recibido numerosos galardones, entre lo que destacan el Premio Médicis por la novela ‘Leviatán’, el Independent Spirit Award por el guión de ‘Smoke’, el Premio al mejor libro del año del Gremio de Libreros de Madrid por ‘El libro de las ilusiones’, el Premio Qué Leer por ‘La noche del oráculo’ y el Premio Leteo; ha sido finalista del International IMPAC Dublin Literary Award por ‘El libro de las ilusiones’ y del PEN/ Faulkner Award por ‘La música del azar’. En 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Es miembro de la American Academy of Arts and Letters y Caballero de la Orden de las Artes y las Letras Francesa. Su obra está traducida a más de treinta idiomas. Vive en Brooklyn, Nueva York.